No importa si la lista al Senado del Centro Democrático es abierta o cerrada. Para los principales voceros de ese movimiento político, lo verdaderamente importante es que esa lista esté encabezada por el expresidente Álvaro Uribe.
El proceso de conformación de la lista, así como de sus pares para la Cámara en las distintas regiones, está previsto que concluya el 7 de agosto.
Para tomar decisiones acerca de si la lista a Senado será abierta o cerrada, el lunes Uribe se reunirá en Bogotá con los precandidatos presidenciales del Centro Democrático y con otros líderes políticos.
El exasesor presidencial José Obdulio Gaviria está seguro que con lista cerrada y encabezando Uribe el Centro Democrático conseguiría 30 escaños en el Senado.
La lista, dijo, “debe ser cerrada, encabezada por el expresidente Álvaro Uribe y tratada como una gran campaña al estilo de los países que tienen el sistema parlamentario”.
Gaviria manifestó que se espera que haya una gran bancada y por eso el expresidente Uribe está evaluando las condiciones personales de cada posible integrante de la lista: “Estarían figuras sólidas y capaces de dar los grandes debates”.
Para él, lo importante será la bancada y no las individualidades. “El caso de la Cámara será por el mismo estilo, pero que tengan capacidad de trabajo regional y que hagan una gran función”, anotó.
El nombre de Gaviria iría en la lista para el Senado, “no por interés”, aclaró él mismo, “sino por compromiso y obligación”.
El exministro Óscar Iván Zuluaga, precandidato presidencial del Centro Democrático, manifestó que “aún la discusión está abierta: no se ha definido si va con lista cerrada o preferente”.
El dirigente caldense insistió que para ambos topes de lista hay argumentos. “Yo todavía no anticiparía cuál debe ser la estructura de la lista. No tengo una posición final sobre ese tema”, manifestó.
El exvicepresidente Francisco Santos, también precandidato presidencial del movimiento, dijo que una lista cerrada facilitaría la campaña.
“Me parece que permitiría arrastrar de 25 a 30 senadores, que de pronto de otra manera no saldrían. Tiene el gran inconveniente de cómo usted define quién va en los primeros 30 puestos. Y los otros 70 no van a trabajar”, indicó Santos.
El exfuncionario manifestó que con la lista abierta entrarían los 30 o 35 que más trabajen y más votos tengan, de manera que conformar la lista de 100 es más fácil, “pero no necesariamente garantizaría la renovación”.
El exministro Carlos Holmes Trujillo, precandidato presidencial, coincidió con Gaviria en que lo único claro es que “la lista la debe encabezar el expresidente Uribe. Y la determinación acerca de si es abierta o cerrada la debe tomar él”.
El senador Juan Carlos Vélez coincidió en que esa es una determinación que le corresponde a Uribe, “porque él va a ser la cabeza de lista y tiene que saber cuál es la mejor estrategia”.
“Las dos tienen puntos a favor y puntos en contra. Por ejemplo, con voto preferente solo da la posibilidad de un representante de Antioquia y es el presidente Uribe. No habría más senadores antioqueños. Todos en Antioquia votarían por él. Pero tiene la ventaja que todos trabajarían. La lista cerrada garantizaría que todos fueran uribistas leales porque el presidente Uribe los escoge. Y tiene la desventaja de que los 20 primeros no trabajen porque ya están elegidos y los otros 20 no trabajen porque no están elegidos”.
Esta lista estaría terminada a más tardar el 7 de agosto, con la finalidad de iniciar con la recolección.
Los tipos de listas
La Reforma Política de 2003 determinó que los partidos tendrían la posibilidad de presentar listas cerradas o abiertas.
En el primer caso, los partidos tienen el monopolio para decidir quién hace parte de la lista y cuál es el orden de los candidatos dentro de la misma.
En las listas abiertas, el partido mantiene el monopolio para determinar quién puede ingresar a la lista, pero los electores cuentan con la opción de ejercer el voto preferente.
El voto preferente es un mecanismo que permite al ciudadano ordenar la posición de los candidatos dentro de la lista de acuerdo a sus preferencias.
A pesar de que la Reforma Política de 2003 determina que los partidos y movimientos políticos sólo podrán presentar una lista por cada elección en la que participan, esto no le confiere todo el protagonismo a las colectividades.
La figura del voto preferente significa que el partido tiene el monopolio para determinar quién pertenece a la lista pero no para asignar un orden jerárquico entre los candidatos; ésta función de ordenamiento de preferencias es ejercida por el elector.
La implicación de este mecanismo en los procesos electorales se refiere al hecho de que el candidato que mayor cantidad de votos preferentes obtenga dentro de su lista ocupará el primer renglón de ésta, el segundo se ubicará en la segunda línea, y así sucesivamente.
El voto preferente no es obligatorio en dos sentidos:
En primer lugar, cada partido o movimiento político tiene la facultad para decidir si presenta una lista cerrada o una lista abierta con voto preferente.
En segundo lugar, aun cuando los partidos o movimientos decidan presentar una lista con voto preferente, el elector puede escoger entre votar por un candidato o sufragar únicamente por el partido o movimiento político de la lista.