En su primer discurso en Cataluña desde la celebración de la consulta sobre la independencia, el rey Felipe VI llamó a no permitir el debilitamiento o la división en España y reclamó abordar juntos los problemas del país.
"No podemos permitirnos el debilitamiento o la división porque el mundo camina hacia una mayor integración, como consecuencia de la interdependencia que define a nuestras sociedades y a nuestras economías", dijo el monarca en la sede de la patronal de empresarios catalana en Barcelona.
Al acto también participaba el presidente de Cataluña, Artur Mas, que se pronuncia cada vez más abiertamente a favor de la independencia de la región.
"Hoy más que nunca es necesario unir fuerzas y estrategias", afirmó, añadiendo que "debemos abordar juntos" y con "espíritu de colaboración cooperación y solidaridad" los retos del país como el alto desempleo o el mantenimiento del Estado del bienestar.
Se trata de la tercera visita a Cataluña desde su proclamación como rey el pasado junio, la segunda desde la consulta simbólica del 9 de noviembre en la que 1,9 millones de los 7,5 millones de habitantes de esta región nororiental votaron por la independencia.
El último viaje fue el pasado viernes, a la sede de la marca automovilística española Seat en Martorell, cerca de Barcelona, pero entonces no pronunció ningún discurso.
Antes de su intervención, el presidente catalán ofreció una cordial bienvenida al monarca y, a diferencia de lo que es habitual en los últimos meses, no hizo referencia al proceso independentista que emprendió en 2012.
El líder regional alabó al empresariado catalán y destacó que la economía de la región, que registra seis trimestres seguidos de crecimiento y supone una quinta parte de la riqueza estatal, "empieza a ser el motor de la recuperación" en España.
Rodeado por los principales empresarios de la región, el monarca recibió la máxima distinción de la patronal catalana Foment del Treball, cuyo presidente, Joaquim Gay de Montellà, le agradeció su compromiso con "el poder empresarial, económico y humano" del país.
Combinando el catalán y el castellano, Felipe VI recordó el progreso de España en las cuatro últimas décadas, atribuyendo parte del mérito a "la estabilidad política y la paz social" otorgada por la Constitución de 1978, emblema de la transición democrática española.
Discutida en Cataluña al ser el principal argumento de Madrid para impedir un referéndum de autodeterminación, Felipe VI recordó que esta constitución "ha hecho posible también el reconocimiento, la protección y el desarrollo de la diversidad cultural, territorial y política de toda España".
Sumándose a los mensajes de concordia, el presidente de la patronal catalana, Gay de Montellà, reclamó "diálogo, negociación y pacto" y subrayó que España "no puede ni debe prescindir de la senda del acuerdo para avanzar".
Sin embargo, estos acuerdos parecen ahora lejanos mientras Mas traza un plan para declarar la independencia en 2016 y el gobierno central de Mariano Rajoy mantiene su cerrada oposición a negociar un referéndum en esta potente región.