Cataclismo cafetero. El miércoles, en tertulia con caficultores de Viterbo, Belén de Umbría y Circasia, cayeron sobre la mesa diversas opiniones sobre los efectos ulteriores del reciente paro cafetero.
La charla giró alrededor de la renuncia del notable dirigente caldense Mario Gómez Estrada, quien ha consagrado toda su vida a la causa cafetera.
El barquero, que conoció de primera mano la primicia sobre la súbita dimisión del cafetero manizaleño, no lo podía creer. Tampoco los clientes habituales del portal de Eje 21, en el que publicó la chiva.
Muera Sansón. Si los cimientos del edificio de la Federación Nacional de Cafeteros quedaron resentidos y débiles ¿por qué no comenzar a sacudirlo para que se venga definitivamente al suelo y, como en el pasaje bíblico, hacer que muera Sansón con todos los filisteos?
El desgaste que sufrieron durante el paro de dos semanas las instituciones cafeteras, debido al errático manejo que el Gobierno le dio a la crisis, se puso de bulto cinco días después con la renuncia irrevocable de Gómez Estrada.
No quieren a Muñoz. Para los contertulios, la guinda que le falta al pastel para que el éxito del pasado paro sea absoluto se llama Luis Genaro Muñoz, el opaco gerente de la Federación Nacional de Cafeteros y, como dicen los españoles mal hablados, “vamos a por él”.
Algunos entienden la carta de Gómez como la orden de partida para que dimisiones similares se den en los próximos días en todo el país y pongan a tambalear el ya debilitado edificio de la Federación.
Algo muy bueno debe tener esa gerencia cuando la persiguen tanto pero, para ser sinceros, ni Luis Genaro Muñoz o cualquier otro que llegue a ocupar su sillón será capaz de enfrentar con éxito la problemática actual del gremio, cuyo principal ingrediente tiene que ver con la caída en picada del precio internacional del grano.
Candidato in péctore. El anterior aspecto y la perniciosa revaluación del dólar, dos cánceres que están afectando de manera continua e inmisericorde a la caficultura colombiana, no son problemas de fácil solución y no están en manos de quien entre a regir los destinos del ente.
Los mimados de este Gobierno, tan manirroto y sumiso con los poderosos y tan rudo y mezquino con los débiles, deberán contentarse por ahora con el magnánimo subsidio que consiguieron a punta de bloquear vías y con la gerencia de la Federación, para la cual ya deben tener candidato in péctore.
Congreso extra. Para su designación en el Congreso extraordinario que van a precipitar con las renuncias que comenzaron a darse en los departamentos productores, no habrá suspenso a ver si sale humo blanco o humo negro: eso ya lo deben tener decidido los poderosos que instigaron el paro, unos por motivos verdaderamente gremiales y otros por razones políticas.
Así, pues, don Luis Genaro puede ir despidiéndose del bien remunerado puesto de gerente de la Federación, el cual no supo honrar como sus antecesores y del cual saldrá pronto con más pena que gloria.