Por Catherine Nieto Morantes
Periodista EL NUEVO SIGLO
CRÓNICA. Son las 3:00 a. m., y como es costumbre desde hace 18 años, don Pedro Suárez se levanta para recorrer en bicicleta las calles de Bogotá en su oficio como cartero, una jornada que comienza a las 4:30 a. m., desde la planta central de una agencia de correos.
A sus 73 años de edad, el hombre que llegó hace 32 a la capital, ha sido testigo del progreso que este oficio ha tenido desde cuando diligenciaba todo a mano, pasando a las guías, hasta la incursión de la tecnología, herramienta que lleva dominando apenas 3 días y que según indica no será un obstáculo a su edad.
Sin dejar de lado la bicicleta, don Pedro es el portador de documentos y paquetes importantes de empleados y habitantes del cuadrante de la Avenida Boyacá a la Avenida 68, entre calles 22 a 24, donde recorre oficinas, el terminal de transportes y conjuntos residenciales.
Sus inicios con el tema del papel, los mensajes y las noticias se dieron en Cúcuta, a donde llegó por causa de la violencia entre conservadores y liberales. Allí trabajó en el diario de la Frontera, como tipógrafo, “he tenido múltiples empleos, fui funcionario de una dependencia del Banco de la República, vendía la sal al por mayor. Soy tipógrafo, trabajé en el Diario de la Frontera, soy de tipo suelto, letrica por letrica, así levantábamos los periódicos antiguamente”, recuerda.
“Allá mismo trabajé haciendo los avisos publicitarios en plomo, posteriormente trabajé en la Gobernación de Norte de Santander como auxiliar administrativo, fui almacenista, jefe de compras, luego vino la campaña del Dr. Virgilio Barco, entonces un senador me trajo a Bogotá a trabajar al Ministerio de Educación, fui almacenista luego pasé al ICA, allá estuve 4 años y posteriormente me fui para Venezuela a una empresa del estado, después regresé a Bogotá y trabajé como almacenista y jefe de farmacia del hospital Olaya”.
Este amable hombre, nacido en Málaga, Santander trabajó además por 2 años en el Senado, en el área legislativa y cuando terminó su contrato, iba de regreso a su tierra, pero un amigo Senador se lo impidió por la violencia que allí se vivía. “Tenemos una finca de herencia de mi padre en el Catatumbo, eso está abandonado porque no hay posibilidad de ir por allá, la seguridad es complicada. Ese amigo senador me comunicó con la empresa Administración Postal Nacional, hoy 472 y me dieron el empleo inmediatamente, aunque la gerente me dijo que mi perfil era muy alto y por eso no tenía un puesto para mí, entonces le dije yo hago de todo hasta lavar sanitarios, desde que sea un trabajo honesto yo lo desempeño”.
Su nuevo empleo consistía en cargar y entregar sobres, a lo cual don pedro no le vio problema y decidió asumir su rol como cartero, “eso fue por la época de agosto y le dije que hasta diciembre porque me iba para Venezuela y todavía no ha llegado esa fecha”, cuenta entre risas.
“La época en la que entré todo era a mano, las planillas se hacían a mano, el volumen del correo en esa época era mayor porque no había tantas empresas de mensajería, entonces el movimiento era mucho más grande. Nosotros sacábamos lo que era ETB, el acueducto, revista Diners y la Dian y todo había que radicarlo a mano, a mí me salían 15 planillas, cada una de a 20 ítems, entonces calcule, era bastante”, indica
Sobre la tecnología que ahora debe dominar a través de un aparato muy similar al celular, don Pedro opina que “me parece un avance bastante grande, porque después de planillar, se manejaba la guía entonces con esta tecnología es un avance todavía mayor, es decir nos estamos acoplando a la era espacial”.
Así mismo, afirma, “ya no es sino oprimir un botoncito y se trasladó allá, eso es darle gracias a Dios porque la inteligencia del hombre siempre la ha tenido y ha ido evolucionando en bien de la humanidad y agradezco que hayan impulsado el esfuerzo de las nuevas tecnologías”, resalta.
Todo lo hace la máquina
Tan sólo en Bogotá, en esta agencia de mensajería, 360 carteros están entrando en la era moderna que rastreará en tiempo real la ubicación de los paquetes y documentos, facilitándoles además su labor, pues encontrarán más rápido las direcciones y tendrán mayor control de sus entregas.
“Ya me capacitaron me pareció muy buen, al principio es complicado pero es bueno, es como un celular”, dice don José del Carmen Romero, compañero de don Pedro, y quien a sus 67 años cumplirá 19 como cartero.
Aunque ahora realiza su recorrido en camioneta, don José recuerda los gajes del oficio, cuando como en las películas, tenían que defenderse de sus enemigos N° 1, los perros. Custodiar los documentos de la lluvia a como diera lugar, arrinconarse con su bicicleta en el andén mientras los buses pasaban rosándole y no almorzar por entregar rápidamente, “cuando me tocaba por la calle con bicicleta pasaba ratos amargos”, cuenta jocosamente.
Su nueva herramienta tecnológica será efectuada en entidades como Medicina Legal, juzgados administrativos, la policía, el Ministerio de Vivienda, la Procuraduría, la Dian jurídica, Senado y Cámara. Un estimado de 150 documentos diarios.
“Puede que nos vayamos algunos, pero vienen detrás de nosotros otros y en 10 o 20 años deben encontrar este oficio bien formado”, rescata don Pedro, quien tan aferrado a su oficio como cartero está, que afirma que por más tecnología y avances en este oficio, nunca dejará su bicicleta.