Una de las dudas en torno a qué podría impactar el escenario de la campaña en estas tres semanas que restan para la cita en las urnas, gira en torno a si habrá o no debate entre los aspirantes a la Casa de Nariño.
Hasta el momento ha sido imposible que se dé un verdadero cara a cara entre todos los candidatos, pues si bien Marta Lucía Ramírez, Óscar Iván Zuluaga y Clara López han asistido a varios debates, ni el presidente-candidato Juan Manuel Santos como tampoco Enrique Peñalosa han asistido a estas discusiones. Es más, han tenido más convocatoria las mediciones de tesis entre los aspirantes a Vicepresidente.
¿Por qué? El Jefe de Estado sostiene que tiene limitación de tiempo, pues debe dividir claramente sus agendas entre su papel como Presidente de la República y su acción proselitista como aspirante a la reelección. Ese obstáculo no lo tiene el resto de sus rivales. Peñalosa, a su turno, considera que la prioridad debe ser su contacto con la gente, más aún porque fue el último en entrar a la competencia, toda vez que sólo en la primera semana de marzo se confirmó como candidato, mientras el resto de aspirantes llevan cinco, seis o siete meses ya en campaña.
Pese a esas razones, los analistas sostienen que, en realidad, son razones de estrategia política y electoral las que explican por qué Santos y Peñalosa no se le miden a estar en un mismo escenario con Ramírez, Zuluaga y López.
No hay que olvidar que los postulados en materia de estrategia proselitista suelen advertir que en estos cara a cara los que más pueden perder son quienes lideran las preferencias, pues no sólo serán blanco obvio y principal de las críticas y réplicas agresivas de los contendores que están abajo en las encuestas, sino que éstos se la juegan toda en materia de planteamientos impactantes y ataques políticos efectistas, por más riesgos que asuman, pues saben que ya poco tienen que perder. Y la cuestión se complica aún más si se tiene en cuenta que en la última semana el tono de la campaña se enrareció por el cruce de críticas y acusaciones, algunas destempladas y muy agresivas, entre candidatos presidenciales y vicepresidenciales de varias campañas.
Además, en los debates no sólo está en juego la persona misma del candidato o la solidez de su propuesta programática, sino que tienen papel clave otros aspectos subjetivos como el carisma, la capacidad de improvisación, la facilidad y el efectismo de la palabra, la experiencia para replicar con eficacia críticas o preguntas con ‘veneno’…
El interrogante, entonces, continúa siendo el mismo: ¿Habrá debates antes de la primera vuelta? El propio Santos ha dicho que está dispuesto a ir a uno o dos cara a cara con el resto de los aspirantes. Peñalosa también dijo que iría. El lío aquí es que, al parecer, el Presidente-candidato estaría pensando más en hacerlo de cara a la segunda vuelta, mientras que en las toldas de Peñalosa, al ver que retrocedió en las últimas tres encuestas, ya se estaría cambiando de parecer y ahora sí serían partidarios de hacer los debates antes del 25 de mayo para tratar de recuperar el terreno perdido.
Lo cierto es que así como se presenta el escenario, hoy no es claro si habrá o no debates, y si éstos se harán antes de la primera vuelta (en donde serían cinco los candidatos) o sólo en la segunda (cuando los contendores sólo serán dos).