Unos 80 diputados conservadores se le rebelaron al premier británico, David Cameron, votando en el parlamento a favor de un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea (UE).
Como estaba previsto, sin embargo, el 'No' se impuso ampliamente en esta votación no vinculante propiciada por una petición firmada por 100.000 británicos y contra la cual se habían pronunciado los líderes de los tres principales partidos británicos.
Tras varias horas de debate, 483 diputados votaron en contra de la moción, y 111 a favor de la celebración de un referéndum, entre ellos unos 80 diputados conservadores, en claro desacato a la consigna dada por el primer ministro, según el líder de la Cámara de los Comunes, George Young.
Se trata por tanto de la mayor rebelión interna contra un primer ministro en un tema relacionado con Europa desde que 41 diputados desafiaron en 1993 al gobierno conservador del también conservador John Major sobre el tratado de Maastricht.
La dirección del Partido Conservador amenazó con sanciones a los diputados que no respetaran la disciplina de voto.
Cameron intentó evitar en el último momento las rebeldías de los entre 60 y 100 de los 305 diputados 'Tories' que, alentados por la crisis en la Eurozona, anunciaron su intención de desafiar la consigna de voto del partido.
"No es correcto (el referéndum) porque nuestro interés nacional es estar en la UE, ayudando a determinar las reglas que rigen el mercado único, nuestro mayor mercado de exportación, que consume más del 50% de muestras exportaciones e impulsa gran parte de la inversión en el Reino Unido", afirmó el lunes en una comparecencia en el parlamento.
Aunque dijo entender a los que deseaban otro tipo de relación con Bruselas, Cameron insistió en que el momento de crisis económica actual no era el adecuado para organizar un referéndum. "Cuando la casa de tu vecino se incendia, tu primer impulso debe ser ayudarle a apagar las llamas, aunque sólo sea para evitar que lleguen a tu casa", afirmó.
Además, estimó que la perspectiva de una consulta podría ir en contra del interés nacional, al día siguiente de que la canciller alemana Angela Merkel no descartara la posibilidad de cambiar la Constitución Europea.
Cualquier cambio importante en los tratados de la UE puede conducir a un referéndum en el Reino Unido, según la legislación aprobada desde la llegada de Cameron al poder en 2010, en cuyo caso Londres podría presionar para obtener concesiones de sus socios.
La posición británica con respecto a Europa ya provocó un enfrentamiento entre Cameron y el presidente francés Nicolas Sarkozy el domingo en Bruselas.
"La crisis de la Eurozona afecta a todas nuestras economías", declaró Cameron, expresando su malestar por la voluntad de los 17 países que adoptaron la moneda europea de organizar una reunión sin el resto del bloque.
Sarkozy le contestó que estaba harto de "oírle criticar" a los dirigentes de la Eurozona. "Usted dice que detesta el euro, no ha querido adoptarlo y ahora quiere inmiscuirse en nuestras reuniones", le dijo, según la prensa británica.
El líder de la oposición, el laborista Ed Miliband, estimó que Cameron estaba pagando el precio de sus "escarceos con el euroescepticismo".
"Es como ver una reposición de una película antigua, un partido que ha perdido el contacto desgarrándose sobre Europa. Y cada vez se deja a los británicos preocupándose solos de sus empleos y sus sustentos", dijo.
El euroescepticismo, que provocó grandes divisiones entre los conservadores en los años 1990, resurgió con fuerza en los últimos meses.
El último referéndum organizado sobre Europa en el Reino Unido se remonta a 1975, cuando una mayoría de la población aprobó su ingreso en la UE.
Un 66% de los británicos respaldaba la celebración de una nueva consulta, según un sondeo YouGov/Sunday Times./AFP