El alcalde Gustavo Petro y el secretario de salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, fueron los encargados de dar apertura al primer Centro de Atención Móvil a Drogodependientes, el cual está conformado por un equipo integral de profesionales de la salud.
En su intervención, Petro aseguró que los Camad, deben ser los principales instrumentos de paz, que sean utilizados por el Gobierno de la Bogotá Humana de la mano con los habitantes de la calle para dignificar a estos seres humanos, sin importar su condición social. El mandatario resaltó la importancia de que el Estado le pida perdón a los integrantes de esta comunidad, por llevarlos a vivir situaciones denigrantes en la drogadicción.
"La paz no es sólo en la mesa donde ponen la firma los uniformados, y los armados que se destruyen entre si, la paz será la que se haga con los drogodependientes, en donde las clases más pudientes de Bogotá, puedan dirigir sus impuestos para que los hijos de las personas del Bronx puedan estudiar y para que puedan ser dignificadas, ese día habrá paz en este país", manifestó el alcalde Petro.
Por su parte los habitantes del Bronx agradecieron la labor de la Administración Distrital, en la inclusión de los habitantes de calle en proyectos como la implementación de lugares que brinden atención médica a los adictos ya que ayudarán a que esta comunidad tenga oportunidades de salir de la adicción y genere otras oportunidades de vida.
El mandatario indicó que con la implementación de los centros se da el primer paso para que el Bronx se convierta en un barrio digno de vivir con la construcción de baños públicos, jardines infantiles, restaurantes, talleres y alojamientos para los habitantes de esta zona de la capital.
Y resaltó que con la implementación de los mismos se espera reducir el expendio de drogas, atacar la delincuencia común, disminuir el índice de homicidios y de narcotráfico en las ciudades y evitar que los llamados ‘jíbaros’ continúen induciendo a más jóvenes a las drogas, teniendo en cuenta que en este momento las redes criminales de expendedores de droga llegan a los colegios de Bogotá para conducir a los jóvenes hacía la drogadicción en un afán por incrementar su negocio.