Roger José Carrillo Campo*
El servicio público de transporte prestado por Transmilenio ha sido muy positivo para los habitantes de la ciudad de Bogotá, ha representado un cambio en términos de cultura ciudadana y embellecimiento del entorno, entre otras consideraciones. Este servicio moviliza más de un millón de pasajeros día. Sin embargo, ante las diferentes y permanentes manifestaciones de los usuarios de insatisfacción por la calidad del servicio, se hace necesario implementar medidas urgentes para resolver esta problemática.
¿Qué ha venido sucediendo a través del tiempo? ¿Qué piensan los usuarios? ¿Qué inconvenientes se dan en su operación diaria? ¿Qué sucede con las frecuencias y tiempos de despacho en las diferentes rutas y troncales? ¿Del tumulto y largas filas para ingresar en las estaciones y portales, la alta congestión y apretujones al interior de las estaciones? ¿De las puertas permanentemente abiertas que dan ingreso a los articulados al interior de las estaciones, creando un riesgo inminente y latente en la seguridad y vida de los usuarios que buscan ingresar a toda costa a los buses al ver angustiados que estos pasan totalmente atestados? ¿Del hacinamiento, grandes incomodidades y trato indeseado a que son sometidas las mujeres al interior de los buses por roces y otras situaciones que vulneran su dignidad humana? ¿Del alto riesgo para los pasajeros que pueden ser lanzados a la vía al presentarse grandes aglomeraciones, facilitadas por bajas frecuencias, largas esperas y/o articulados totalmente llenos?
Estos temas se vienen planteando de tiempo atrás por distintos medios y algunas organizaciones y al interior del Concejo de Bogotá reviste la mayor importancia por ser un tema que afecta de diversas maneras la calidad de vida del ciudadano en el día a día. Situación que debe tener prontas, efectivas y sostenidas soluciones por parte de Transmilenio, en conjunto con los distintos operadores del sistema.
Las consideraciones anteriores han sido recogidas en una importante iniciativa que, estamos convencidos, dará buenos resultados en bien de los ciudadanos que utilizan este servicio. Mejorarlo, hacerlo más humano, asegurar a las mujeres un trato más digno como legítimo derecho, disminuir las congestiones, acelerar los despachos, abreviar el tiempo de espera, agilizar las filas para compra de tarjetas, así como proceder a un rápido y efectivo mantenimiento correctivo y preventivo en los pisos de las estaciones, puertas de acceso, puentes peatonales. Estos son temas que no dan espera y que la ciudadanía, impaciente, espera sean abordados y corregidos integralmente.
Reitero, todos esperamos respuestas prontas que beneficien al ciudadano. Es imperativo implantar procesos orientados a monitorear y solucionar en tiempo real las grandes congestiones, aglomeraciones y lentitud en despachos. Estamos convencidos de la alta sensibilidad, inmediatez y receptividad de los directivos de Transmilenio para atender pronta y efectivamente la imperiosa necesidad de mejorar sustancialmente la calidad de la prestación del servicio.
Mesas de trabajo que incluyan a organizaciones preocupadas en mejorar el servicio, y a los distintos medios, entre otros, son determinantes para dar un nuevo aire que satisfaga a los miles de usuarios.
Transmilenio, como alternativa de transporte, es importante y ha significado cambios relevantes en la vida de la ciudad, pero requiere rápidos ajustes, respuestas efectivas y bajo ninguna circunstancia permitir que los problemas se incrementen. Esa es la clave, aquí radica el éxito del sistema y su apropiación y cariño por los usuarios.
La calidad del servicio en el transporte público debe ser parte esencial en la construcción de una política pública integral, donde los diferentes actores en función de la satisfacción de los usuarios trabajen ordenada y secuencialmente con la Secretaría de la Movilidad, como máxima autoridad de tránsito en Bogotá, y Transmilenio, como ente gestor del Sistema Integrado de Transporte Público –SITP-, para asegurar calidad permanente en el mismo.
* Concejal de Bogotá