Por Álvaro Sánchez
Especial para EL NUEVO SIGLO
Sobre el cambio climático se tejen toda suerte de conjeturas, desde las posiciones apocalípticas que vaticinan el fin del mundo, hasta las posturas completamente escépticas que aseguran que el cambio climático es un mito generado por el hombre y que el planeta por sí mismo siempre se ha calentado y vuelto a enfriar, por lo que en esta ocasión no tendría por qué variar.
En ambos bandos, por llamarlos de alguna manera, se han parapetado importantes científicos y pensadores. Desde los dos extremos se han publicado artículos científicos y textos que fortalecen las respectivas posiciones. Me he matriculado entre los pesimistas, recordando la vieja definición de que un pesimista no es más que un optimista más informado.
En pasados meses se publicó un estudio del Ideam que muestra los efectos que se prevén en Colombia para los próximos años por cuenta de dicho fenómeno. El informe, a mi modo de ver, merece un aplauso y absoluta credibilidad.
¿Qué ha hecho el mundo al respecto? En un tema del que todo el mundo habla, se han intentado múltiples acciones globales para controlar el fenómeno y evitar su aumento. Indiscutiblemente el planeta ha mostrado una profunda preocupación por el control y se han realizado decenas de conferencias, encuentros, tratados y acuerdos para promover acciones conjuntas. El principal y más nombrado es el Protocolo de Kioto que llegó a proyectarse como la solución óptima pero lamentablemente fracasó.
A raíz de este fracaso se ha llegado a un acuerdo global de implementar las llamadas “Contribuciones Nacionales” que no son otra cosa que planes autónomos por cada país que incluyan las metas y la manera de lograrlas en lapsos específicos de tiempo.
Se fijó un plazo máximo para su presentación para el día 1 de octubre de 2015. Pero en dicha fecha solamente se habían conocido “contribuciones nacionales” de 57 países, entre los cuales se encontraba el nuestro, lo cual no es de extrañar si se tiene en cuenta que Colombia sería el segundo país, después de Honduras, en sufrir las consecuencias del fenómeno (se calcula que el 87% de nuestro territorio nacional se verá seriamente afectado en un horizonte de 40 años).
El documento presentado por el gobierno nacional se llama “El abc de los compromisos de Colombia para el COP 21”. Dicho documento fue elaborado por el Ministerio del Medio ambiente, con la participación activa de la fundación Natura y algunas ayudas de entidades proteccionistas de carácter internacional. Presenta metas al 2030 de muy difícil realización y bastante utópicas. No es difícil entender que esto ocurra cuando no se han tenido en cuenta otras voces pero, sobre todo, se ha hecho sin comprometer en su discusión a los sectores productivos del país.
¿Hacia dónde va el país?
La respuesta a esta pregunta podría ser “sin rumbo cierto” pero quisiera explicar por qué:
· Se sugieren reducciones de un 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030 con recursos propios. Sin embargo, no existe partida de recursos para impulsar dicha meta en el Presupuesto de la nación y, además, no se han generado las suficientes políticas públicas para lograrlo.
· Se sugiere llegar a un 30% en las reducciones si se logra obtener cooperación financiera internacional. Si el punto anterior es dudoso, con más razón este por cuanto no solo se requeriría tener destinadas las contrapartidas nacionales, sino que se requeriría tener una adecuada y fuerte oficina de gestión al servicio del proyecto, quizá con apoyo de la Cancillería, y no una pequeña oficina de asuntos internacionales que evidentemente no tiene dicha capacidad de gestión.
· Al leer el Plan de Desarrollo y las políticas de desarrollo del gobierno nacional se observa que los mismos desconocen los compromisos que se adquieren en el documento. Por ello estamos abocados a incumplir o bien nuestros compromisos ambientales en el escenario internacional o bien a incumplir o cambiar todo nuestro modelo de desarrollo.
· Por último se puede decir que, del resumen público del documento, se deduce que no se ha planteado cómo llegar a las metas propuestas. Así este compromiso se convertirá en otro manual de buenas intenciones que reposará en los anaqueles de los organismos multilaterales.
Algunas observaciones
Es evidente que estamos enrumbados a permanecer en el tercer mundo en los temas ambientales, por cuanto insistimos en estar en contravía de los desarrollos que se realizan en el continente europeo para generar cambios que permitan la estabilidad del desarrollo, minimizando la afectación del planeta.
Es también evidente que no estamos aportando recursos a desarrollos e investigaciones que nos alejen del riesgo inminente. Y si bien es cierto que Colombia no aporta siquiera el 1% de los gases de efecto invernadero del planeta, también lo es que por efecto de la deforestación estamos muy cerca de ingresar al club de los 30 países más importantes en generación del efecto invernadero.
Es muy posible que de lograrse el acuerdo de paz el país avance en el control de sus bosques y es también probable que esto permita que se reforeste parte de lo que hoy son cultivos ilícitos, logrando así la inversión de la tendencia y entrando más bien a ser parte de los países que aportan soluciones al problema. La semana pasada hacía un comparativo entre la cobertura boscosa del planeta en 1492 y la de hoy: pues bien en ese lapso Colombia ha perdido el 59% de su cobertura boscosa.
No sobra recordar que el fenómeno del calentamiento global tiene consecuencias en temas como el agua, la capacidad de producción de los suelos, la pesca, la supervivencia de especies y la cobertura vegetal, entre otros. Y que lo que se pone en riesgo es la misma supervivencia de la especie en el planeta. El ser humano es el único de los animales que depreda su entorno disminuyendo su propia probabilidad de supervivencia. A Dios gracias tenemos inteligencia o si no ¿Cómo sería?
* alsanchez2006@yahoo.es@alvaro080255