Leguleyos
Consideró el representante por Risaralda, Gabriel Vallejo, del Centro Democrático, que “en un país de leguleyos seguimos creyendo que las leyes cambian comportamientos sociales, seguimos subvalorando la herramienta más poderosa de todas: la educación. Cada vez más perdemos nuestras libertades y se las entregamos al Estado, porque creemos que este es un buen papá”.
Industria
Tuiteó la representante por Bogotá, María José Pizarro, de la Lista de la Decencia, que “vemos con preocupación cómo la industria automotriz nacional está a punto de quebrar. Fabricantes de carrocerías de buses, remolques, semirremolques, entre otros. La protección de la industria nacional parece no importarle a Minhacienda”.
Sensatez
Trinó la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, que “por decisión constitucional las alcaldías no tenemos la facultad de autorizar o prohibir marchas, pero invitamos a la sensatez. No es responsable convocar aglomeraciones en este momento. Literalmente arriesga la vida de los participantes y la salud pública de la ciudad”.
Riesgo
Sin embargo, el senador Ernesto Macías, del Centro Democrático, le respondió a López: “Señora alcaldesa, las aglomeraciones de personas no están permitidas, una marcha o manifestación pone en riesgo la salud pública. Es a usted a quien le corresponde tomar la decisión”.
Cínicos
El exsenador uribista Alfredo Rangel escribió que “critican la asesoría de 53 militares norteamericanos en Colombia, pero callan la ocupación de Venezuela por más de 8.000 cubanos y centenares de tropas rusas, iraníes, chinas y de terroristas colombianos. Cínicos y descarados”.
Simpatía
Sobre el mismo tema, el exvicepresidente Germán Vargas Lleras recordó una reciente columna suya para preguntarse “si aquellos que tan airadamente protestan y se rasgan las vestiduras, Constitución en mano, ven con simpatía el régimen dictatorial de Maduro o quizás a algunos de sus aliados en Colombia. Amanecerá y veremos”.
Paralelismo
A lo anterior, el senador Gustavo Petro, de Colombia Humana, replicó que en su opinión “hay un paralelismo profundo, entre la casta política que maneja hoy los destinos de Colombia y Venezuela. Ambas hunden sus países en el extractivismo petrolero y carbonero, y ambas se defienden con fuerzas armadas extranjeras, haciendo pedazos la integración latinoamericana”.