El puerto de Buenaventura, el principal de Colombia sobre el océano Pacífico y clave para la Alianza del Pacífico, se ha ido fortaleciendo en contraste con la ciudad que le acoge: postrada por la violencia, el desempleo y una débil infraestructura.
"Es un puerto estratégico y, por ahora, la única puerta al Pacífico viable para el comercio exterior de Colombia. Pero de los grandes puertos de la costa pacífica, tiene la ciudad más atrasada y con más deuda social", aseguró a la AFP Domingo Chinea, gerente general de la empresa Sociedad Portuaria Regional de Buenaventura.
La ciudad que se divisa desde las enormes y modernas grúas del puerto, que mueven mercancía venida de Asia, Europa u otras partes de América, es en buena parte una gran barriada de casuchas de madera levantadas sobre estacas -para evitar que las inunde la marea alta- y calles hechas con una mezcla de tierra y conchas de mar.
Sólo 45% de la población de Buenaventura -mayoritariamente negra- tiene cobertura de salud, más de 40% está desempleada y apenas 55% de las casas reciben agua potable, según la Defensoría del Pueblo.
El puerto, operado por cuatro concesionarias privadas y que mueve unas 15 millones de toneladas de carga al año, no es fuente de empleo importante porque la ciudad no ha desarrollado actividades conexas como un área industrial o empresas de servicios navieros.
"Es el único puerto que no tiene desarrollo complementario. Toda la carga pasa por Buenaventura y si es de importación sigue al país y si es de exportación se va. Buenaventura no le da ningún valor a la mercancia (...) y necesita trabajar en eso si quiere generar empleo", aseguró Chinea.
- Desapariciones y asesinatos -
El obispo de Buenaventura, Héctor Epalza, resaltó que el contraste entre puerto y ciudad se debe a que al gobierno "le ha interesado el puerto como tal y no así la ciudad".
"Aquí es miseria lo que se vive. Hay un olvido permanente, crónico (...) y el contraste ahora es mucho más evidente con las denuncias sobre la crisis social y humanitaria, por las desapariciones, desplazamientos y asesinatos", dijo Epalza a la AFP.
Buenaventura, en el oeste de Colombia y con 350.000 habitantes, es una importante ruta del narcotráfico hacia Estados Unidos y Centroamérica.
Dos bandas -Los Urabeños y La Empresa- se disputan los corredores de droga hacia el Pacífico, sometiendo a la población a la violencia, la extorsión y el miedo.
Con un acumulado de 87 muertos, ocho desaparecidos y más de 1.000 desplazados en lo que va de 2014, el gobierno nacional lanzó hace pocas semanas un plan de reforzamiento de la seguridad en la ciudad.
Epalza dijo, sin embargo, que la solución "no está en traer más militares" sino en una "declaración de emergencia social y humanitaria" que permita mejoras de fondo en salud, educación e infraestructura.
"Pero claro que no interesa declararla (la emergencia) porque Buenaventura, según el gobierno, es la capital de la Alianza del Pacífico (...) y para ellos sería como suicidarse", aseguró el obispo.
- El puerto crece y crece -
Buenaventura ha ganado visibilidad tras la creación en 2012 de la Alianza del Pacífico, un mecanismo de integración económica entre Colombia, Chile, México y Perú orientado a impulsar sinergias para comerciar con Asia.
Los empresarios del puerto dicen estar listos para ser más exigidos con el avance de ese grupo, que recientemente acordó eliminar aranceles sobre 92% de los productos que comercian.
"El puerto está creciendo alrededor del 10% como promedio en los últimos años y pienso que va a seguir creciendo a esa tasa (...) en los próximos cinco o 10 años", aseguró Chinea, gerente de la principal concesionaria portuaria de Buenaventura.
En medio del crecimiento, y por ser el que más carga mueve en Colombia, el terminal de Buenaventura aportó al Estado en 2012 y 2013 más de 2.000 millones de dólares anuales en impuestos, según Chinea.
"El puerto de Buenaventura es uno de los principales aportadores de impuestos, no es por eso que la ciudad no es exitosa", dijo Chinea, coincidiendo con Epalza en que necesita "un proyecto de largo aliento" promovido por el Estado.