Los espumantes o vinos espumosos han dejado de ser productos para celebraciones especiales o de fin de año . Así se han convertido en parte de nuestra cotidianidad bien sea para acompañar una amena charla o una agradable cena.
La livianidad de los espumantes es su poder refrescante y por ello convoca a los consumidores a tomarlo en diferentes ocasiones y horarios.
Por ello, a la hora de pensar en las posibles combinaciones para un producto único como el espumante, nunca se debe dejar de lado que se trata de uno de los vinos más versátiles del mundo y que hay muchísimos estilos diferentes. De esta forma, existen distintos maridajes entre espumantes y comidas, y aunque se debe tener en cuenta algunas reglas básicas, se puede estar abierto a probar nuevas combinaciones, a atreverse e ir más allá en la búsqueda del gusto personal.
La tensión que presenta entre la frescura, la fruta, los aromas secundarios de la fermentación, el alcohol moderado y las burbujas finas o explosivas en la boca, lo convierten en el acompañante perfecto para una infinidad de platos.
El aperitivo indiscutido
El momento del aperitivo es la instancia que tiene lugar antes de empezar una comida y, sin dudas, una copa de espumante funciona a la perfección. Es que en los vinos y bebidas en general, la acidez genera en la boca una estimulación de las papilas gustativas que hace que el apetito de abra. Por eso, mientras que un vino muy dulce o fortificado parecerá hostigante en este momento.
Se recomienda los de estilo seco, con poca azúcar residual como un Brut, Nature o Extra Brut. Estos son ideales para dar realce a los pequeños bocados de un coctel o un brindis inicial.
Importancia del primer paso
Las posibilidades que ofrece la entrada o primer paso de un menú es tan amplia como importante para definir el resto de la velada. Por su liviandad y frescura, algunas entradas se pueden asemejar a ciertos aperitivos, como el caso del ceviche, un tiradito o un sashimi de salmón o atún rojo. Pero también hay otras preparaciones que son más intensas e impactan tanto desde el sabor como por la textura.
Evan Goldstein, Master Sommelier y una eminencia en la teoría y práctica de acuerdos entre comidas y bebidas, asegura en su libro Perfect Pairing que las burbujas también pueden contrastar muy bien con platos fritos, con masa phillo y hojaldre. Es que el crujiente del hojaldre, junto con la frescura y chispa de las burbujas, crea una sensación táctil única en la boca, una combinación de texturas explosiva. Con los platos fritos, como la tempura, el espumante agrega una sensación de limpieza en el paladar y frescura remarcada por la acidez y las burbujas.
Los rosados Brut como el Chandon Rosé son ideales para las preparaciones a base de carnes algo saladas, como embutidos y fiambres, ya que realzan el sabor de la materia prima y disminuyen la sensación del cloruro de sodio. Si pensamos en carnes rojas, este tipo de espumantes es muy bueno para el pato, los cortes curados y ahumados, y para carpaccio de lomo o ternera que, con su base ácida, acuerda con el vino y sus aromas a frutos rojos.
Plato principal, el gran protagonista
Es uno de los momentos más esperados de la velada y, para disfrutarlo como se debe, es posible optar por diferentes caminos. Para un almuerzo con sabores frescos y preparaciones ligeras, lo mejor será elegir espumantes más simples. Una buena alternativa es diseñar un menú con espumantes Extra Brut, donde el foco está en la fruta y la tensión en boca dada por la acidez y las burbujas. Este tipo de espumantes acuerdan muy bien con pastas elaboradas con frutos de mar. La frescura del vino combina con los sabores salados, el frutado se realza y las burbujas suavizan la textura de la pasta. También es muy interesante sumar un elemento anisado como el eneldo, ya que muchas veces los espumantes tienen aromas similares.
Para pescados blancos y semi-grasos con salsas cremosas, o los pescados con hierbas aromáticas (tomillo, laurel o perejil), los espumantes blancos combinan con la mezcla de aromas de las hierbas y con la textura carnosa de la materia prima.
Por último, si la idea es cenar toda la noche con burbujas, una muy buena opción es elegir una etiqueta cuyo blend es rosado, que tenga el cuerpo suficiente para soportar platos con carne. El cordero puede maridar muy bien, pero aún mejor las carnes de aves como codorniz, perdiz y faisán.
El momento dulce
Los espumantes son tan oportunos para comenzar una comida como para cerrarla, realzando los sabores de los dulces Sin embargo, hay un hábito que hay que ir abandonando de a poco: el de tomar un espumante seco y ácido con un postre muy dulce y cremoso. Este tipo de acuerdos “por inercia” crea un contraste agresivo entre sabores del que no se beneficia nadie; ni el postre, ni el vino, y mucho menos el consumidor.
Otro ejemplo es el caso de maridaje de un espumante Extra Brut con postres de chocolate como una mousse, o un fondue. Estas combinaciones hacen que el vino se sienta plano y la fruta se apague totalmente bajo el manto del amargor y la untuosidad del chocolate.