Los resultados de las elecciones generales fueron malos para la Primer Ministra. Su partido, el conservador, logró la mayoría de asientos en el Parlamento, pero no llegó si quiera a una mayoría simple. Muchos critican que haya adelantado las elecciones y su campaña haya sido tan vaga. Pero la coalición con los unionistas es casi una realidad y las negociaciones en Bruselas para salir de la UE: Una oportunidad para reivindicarse
____________________
Todas las miradas apuntan a Theresa May como principal derrotada en las elecciones generales del pasado jueves en Reino Unido. El Partido Conservador que representa conservó mayoritariamente las sillas en el Parlamento, pero no logró la cotizada mayoría absoluta, generando un revuelo dentro de la colectividad que intenta sellar una alianza con los unionistas de Irlanda del Norte, para garantizar una mayoría simple.
A primera vista los resultados electorales no son malos para May. Los torys (conservadores) obtuvieron 318 sillas en el Parlamento, sacando una ventaja sobre los laboristas de 56, que se quedaron con 262 diputados. Estos números, sin embargo, engañan, porque su impacto no es proporcional al valor exacto de cada uno de ellos. No es sacar una cuenta, y ya está. Es política legislativa en su más alto nivel.
May sólo necesita el apoyo de ocho diputados, de un mismo partido o de diferentes, para lograr 326 escaños y asegurar un mínimo de gobernabilidad. Esto, en principio, parece fácil: una reunión, fijar unos acuerdos y darse la mano. Pero así logre esta alianza su futuro es incierto, inestable y difícil, por el revés electoral del jueves.
Algunas voces
En su partido algunas voces le achacan la culpa. ¿De qué? De haber caído en el número de escaños en comparación con las anteriores elecciones en las que los conservadores obtuvieron mayoría simple sin necesidad de cogobernar con otras fuerzas. Esta vez, no lo lograron, y, sus máximos rivales, los laboristas, liderados por Jeremy Corbyn, aumentaron 9,6 % en número de parlamentarios, rompiendo un récord que no se veía en ese partido desde 1945, en tiempos de la postguerra.
Este panorama ha generado voces de rechazo al interior del Partido Conservador. Algunos dicen que May perdió una oportunidad al desaprovechar estas elecciones para negociar con todo el respaldo del Parlamento la salida de Reino Unido de la Unión Europea o ‘brexit’.
La Primera Ministra es acusada de impaciente, al menos en política. A solicitud de ella, las elecciones celebradas el jueves pasado se realizaron casi tres años antes de la fecha fijada. Convencida de lograr un respaldo mayoritario, May las convocó con la cabeza enfocada en que iba a ganar y 11 días después negociaría en Bruselas los términos exactos del ‘brexit’, sin dejar dudas de su capacidad para liderar la salida de su país del bloque.
Pero no fue así. En el entretanto, pasaron muchas cosas. Los dos ataques terroristas perpetrados por el Estados Islámico (EI) en Londres y Mánchester golpearon la confianza de algunos de sus votantes. Ante el embate terrorista, los laboristas, con algo de oportunismo, aprovecharon la situación y criticaron la reducción en gastos en seguridad que May había decidido meses atrás, como parte de su política de austeridad.
A diferencia de España, donde fue respaldada la política de austeridad de Mariano Rajoy, en Reino Unido los votantes castigaron las medidas que buscan un recorte del gasto público, sacrificando la inversión social en salud, educación y pensiones. Esto motivó a que muchos rechazaran a May, que fue víctima de su vaguedad política, al no explicar bien cómo iba a asegurar aquellos derechos.
Esto no quiere decir que May haya sacado un mal resultado por las políticas de austeridad que gobiernan a Reino Unido desde hace siete años. Es cierto que ella le tocó reajustar el gasto público cuando llegó al gobierno, pero sus antecesores también dirigieron el país bajo estas reglas logrando unos niveles de gobernabilidad aceptables, como David Cameron, que perdió el ‘brexit’, forzando su renuncia, pero antes se había reelegido con una votación contundente.
En la antesala a las elecciones, el programa de May no convenció a los electores. Una semana antes, presentó su “manifiesto” que contenía los puntos centrales de su gobierno. Al cabo de unos días, retiró algunos de ellos, sin explicar el porqué de la sorpresiva decisión. Esto, al final, jugó en su contra. Ya lo vemos.
Quizá, no entendió el complejo momento político. Aunque decir esto, teniendo en cuenta sus declaraciones, es una mentira. Al igual que desde que llegó a 10 Downing Street (casa del primer ministro), el viernes May dijo: “es el momento más difícil desde la postguerra para Reino Unido”.
Pero su capacidad para digerir este complejo panorama y convertirlo en políticas claras a nivel nacional, está en duda. En Reino Unido las diferencias entre partidarios y detractores del ‘brexit’ aumentaron, sin llegar a acuerdos mínimos, salvo la facultad que el Parlamento dio para activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que fija el procedimiento para abandonar la UE.
La economía, determinante en cualquier elección, va por buena camino, pero ya se empiezan a sentir los efectos del ‘brexit’. El desempleo, una de las banderas de los que votaron por este, ha bajado, pero la inflación y la fuga de capitales son una realidad en Reino Unido, cuyos efectos serán nocivos a largo plazo.
A May le faltó olfato político para entender que no era el momento de citar a elecciones. Además, por calendario, ¡no estaba obligada a celebrarlas! El panorama era inestable y propenso a dar resultados adversos al Partido Conservador, confiado en los sondeos que le daban una ventaja de entre 6 y 20 puntos sobre los laboristas. En Reino Unido, un país que, como ninguno, mostró la desconfianza en las encuestas, ¿cómo pudo confiar en ellas?
“May puede recuperar el campo perdido negociando la salida de su país en los términos que la mayoría de los ingleses quieren. Esa puede ser su salvación o su sentido adiós”
Gobierno minoritario
A pesar del difícil panorama en el Parlamento, May continúa siendo la Primer Ministra de Reino Unido y su partido la principal fuerza política. Esto le da razones suficientes para consolidar la alianza con el Partido Unionista Democrático, de Irlanda del Norte, que abrió la posibilidad de sellar acuerdos para sacar adelante el ‘brexit’ y otros temas de la agenda política.
Con el aval de los unionistas, lograría más de las 326 sillas en el Parlamento para un gobierno minoritario. De momento, no se conocen detalles del acuerdo entre los conservadores y los unionistas. The Economist explica que hay dos tipos de alianzas. Por un lado, pueden concertarse mociones de respaldo a proyectos del gobierno, a cambio del apoyo a otras iniciativas. O, por el otro lado, lo más común es que haya una alianza interpartidista, lo que muy probablemente va ocurrir.
Los gobiernos minoritarios no son raros en los regímenes parlamentarios. En Reino Unido, el laborista Harold Wilson tuvo que aliarse con los liberales demócratas en 1974, pero luego de seis meses dejó al poder, obligando a nuevas elecciones. Lo mismo pasó con John Major, en 1996, que duró menos, ante la poca gobernabilidad que logró con una mayoría simple en el Parlamento.
Los antecedentes no le son favorables a May. Eso es claro. Pero la alianza con los unionistas puede ser fructífera en la medida en que las agendas de los partidos coincidan, sin obstáculos. Ya trabajaron juntos en una coalición informal entre 2015 y 2017, apoyando a Cameron y, luego, a la recién llegada Primera Ministra.
Pero el clima dentro de los conservadores no es bueno. Ante la probable destitución en el Parlamento, se especula que algunos líderes quieren su renuncia y poner a un “tory” en su reemplazo. No va aguantar el asedio de la oposición, creen. Por eso, llaman al cambio inmediato. Tendrá May que demostrar de qué está hecha.
“No le doy más de seis meses en el poder”, le dijo Heidi Allen, diputada conservadora, a The Independent el viernes. Al igual que Allen, otros exministros conservadoras no confían en que May pueda terminar su mandato, por la conformación del Parlamento.
Algunos nombres empiezan a sonar para reemplazarla. Uno de ellos es el del polémico y hoy canciller, Boris Johnson, quien fue uno de los que respaldó ‘el brexit’, pero a la hora de reemplazar a Cameron, evitó ser nominado. ¿Estaría jugando a un segundo capítulo con May, pero, ahora si se nominará?
Sólo 9 días
May tendrá que superar rápidamente el revés electoral del jueves. En sólo 9 días, en Bruselas, con la mirada de todo el mundo puesta en ella, tendrá que iniciar las negociaciones de la salida de Reino Unido con Europa bajo los términos que le prometió a sus electores y al Parlamento.
Conforme al mandato de los británicos, la Primera Ministra presentó los lineamientos del documento que le presentará a Bruselas, para iniciar la salida del bloque, como abandonar el mercado único y recortar la inmigración a dos tercios, lo que parece difícil por el constante flujo de migrantes a Reino Unido.
Pero May tiene algo su favor: la suerte. Así la califica The Telegraph. En política cada vez que se le ha jugado ha logrado una victoria. Tras el ‘brexit’, ¿quién la daba como Primera Ministra? Pocos, por no decir que nadie. Mesurada, a la hora de dialogar, no de tomar decisiones electorales, la Primer Ministra puede recuperar el campo perdido negociando la salida de su país en los términos que la mayoría de los ingleses quieren. Esa puede ser su salvación o su sentido adiós..
Síganos en nuestras redes sociales:
@Elnuevosiglo en Twitter
@diarionuevosiglo en Facebook
@UribeRuan