La rebaja de la nota de deuda de Brasil por la agencia Standard and Poor's deja a la potencia latinoamericana frente a un cuadro complejo en un año electoral, presionada a ordenar sus cuentas y retomar el esquivo crecimiento económico.
El gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, que aspirará a la reelección en los comicios de octubre, tiene por delante el desafío de recuperar la confianza de los inversionistas y mantenerlos del lado de Brasil, estimaron analistas consultados por la AFP.
La agencia internacional de calificación financiera Standard and Poor's (S&P) anunció el lunes la rebaja de la nota de deuda soberana del país en un escalón, de "BBB" a "BBB-" por el "deterioro fiscal" en los últimos años y una perspectiva de bajo crecimiento económico para los próximos dos años, entre otros factores.
"Brasil se veía hace unos años como un país pujante, que crecía con fuerza y tenía grandes perspectivas futuras, pero eso se ha perdido por la mala gestión de las cuentas públicas y el bajo crecimiento", dijo el economista y académico de la Universidad de Sao Paulo, Manuel Enriquez García.
"El mercado esperaba esta rebaja", añadió.
Para el economista jefe de la calificadora brasileña Austin Rating, Alex Agostini, "no hay confianza en que Brasil controlará los gastos públicos y conseguirá reducir la inflación en un año electoral".
Agostini enfatiza que Brasil - un gigante de 200 millones de habitantes y una activa clase media - ha basado parte de su crecimiento en el consumo, pero el alza de la inflación es una amenaza. Para contenerla, el Banco Central ha elevado las tasas de interés, lo que a su vez compromete el crédito y la marcha de la economía.
La inflación llegó a 0,69% en febrero y sumó 5,68% en doce meses, cerca del techo de la meta oficial de 6,5%. Por su parte el crecimiento tampoco refleja la voluntad del gobierno de mostrar a Brasil como un país en ebullición: en 2013 el alza del PIB fue un tibio 2,3%, completando tres años de alza moderada tras la fuerte expansión de 7,5% en 2010.
Para 2014, cuando el país acogerá el Mundial de Fútbol, el gobierno prevé un crecimiento de 2,5%, mucho más optimista que las expectativas del mercado.
De su lado la balanza comercial anotó en 2013 un saldo positivo de 2.561 millones de dólares, el resultado más bajo de los últimos 13 años.
Y Brasil tiene además graves problemas de infraestructura, una pesada burocracia y un complejo sistema de impuestos que frenan su crecimiento. Ahí también debe acelerar las reformas.
"Tras años de 'crecimiento fácil' de 2004 a 2010 gracias a la demanda china, la absorción de mano de obra y la expansión del crédito, Brasil no ha buscado reformas estructurales para sostener el crecimiento", critica Robert Wood, analista para Brasil de Economist Intelligence Unit.
- Hechos y no palabras -
A pesar de la rebaja la nota de la deuda soberana de Brasil continúa siendo de carácter "inversor".
Sin embargo, se configuraría un escenario muy difícil si otras agencias siguen el camino de S&P, lo que alejaría inversiones y dejaría la imagen del país por el suelo.
"Se espantaría a los inversionistas extranjeros, habría un aumento del riesgo que elevaría el pago de intereses para Brasil y eso también contaminaría a las empresas brasileñas, que tendrían más problemas para captar recursos en el extranjero", explicó García.
Por eso, "el gobierno tiene que probar que tomará medidas y no quedarse sólo en el discurso", plantea Agostini.
Ya en febrero Brasilia anunció un recorte de gastos del presupuesto de 44.000 millones de reales (18.500 millones de dólares) con el objetivo de alcanzar una meta de superávit fiscal primario (ahorro del gasto público para pagar intereses de la deuda) de 1,9% del PIB para este año.
El gobierno presentó además un enorme plan de inversiones públicas y privadas para 2014 por más de 280.000 millones de dólares en infraestructuras y se comprometió a no aumentar las exoneraciones fiscales con las que ha beneficiado a varios sectores en los últimos años.
Sin ajustes ni medidas, "la perspectiva se deteriorará aún más", comentó Wood.