Brasil busca finalizar a tiempo lo esencial para acoger la mayor fiesta del fútbol mundial en 2014: miles de obreros trabajan de sol a sol en los estadios, pero por el camino han quedado diversos proyectos de transporte urbano y las reformas en varios aeropuertos no han comenzado.
A menos de dos años del Mundial de fútbol, que tendrá lugar en 12 ciudades brasileñas, los mayores desafíos se concentran en el área de transporte, sobre todo en aeropuertos, y los ambiciosos planes de dejar al país un legado de grandes obras de infraestructura han sido reducidos.
“Nuestra planificación garantiza la realización de los eventos, atendiendo todas las exigencias, todos los encargos firmados con la FIFA”, dijo a la AFP Luis Fernandes, representante del gobierno en el Comité Organizador Local (COL) del Mundial-2014.
Pero José Roberto Bernasconi, presidente del Sindicato Nacional de Arquitectos e Ingenieros (Sinaenco), que fiscaliza de manera independiente las obras de infraestructura del torneo, estima que “a un año y medio para la Copa del Mundo, tendremos menores resultados a lo esperado inicialmente”.
“Los estadios estarán todos prontos, tendremos algunas obras de infraestructura, pero no todas las que podríamos tener, el legado podría haber sido mayor”, dijo Bernasconi.
Los estadios avanzan “a ritmo satisfactorio” gracias a megainversiones públicas pero “las obras aeroportuarias continúan a ritmo lento”, señaló este mes el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU), que fiscaliza los gastos del gobierno, y destacó que los aeropuertos de Sao Paulo privatizados en 2011, aún no han comenzado las reformas previstas.
La privatización de los aeropuertos internacionales de Río y Belo Horizonte está atrasada, y según la prensa local recién se hará efectiva hacia abril de 2013.
“No vamos a poder resolver completamente la situación en los aeropuertos para el Mundial”, estimó Bernasconi.
La gran fiesta... y la gran resaca
Con una factura estimada en 13.650 millones de dólares, el Mundial en Brasil “será la gran fiesta y también la gran resaca, no dejará un legado para los ciudadanos; es una oportunidad desaprovechada. Y la resaca va a durar una generación”, lamentó Chris Gaffney, un experto en urbanismo que estudia el impacto de la Copa y los Juegos Olímpicos de 2016 en Río.
Pero Ricardo Trade, director ejecutivo del COL, afirmó el lunes que la Copa del Mundo servirá de “catalizador de obras públicas”.
“Algunas ciudades se están convirtiendo en un cantero de obras” y si no fuera por la Copa “tal vez esas obras sólo se harían mucho más adelante”.
Alojar al medio millón de turistas que seguirán a sus selecciones por las ciudades sede es un desafío, ya que muchas no cuentan con la suficiente capacidad hotelera.
Según el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, una de las 12 sedes tiene “17.000 cuartos y el estadio tiene 45.000 plazas”. “Diría que hay algo que no está funcionando perfectamente”, dijo Valcke, quien llamó a Brasil a “trabajar duro para estar seguros de que los hinchas serán bien recibidos”.
Brasil posee la tercera mayor tasa de asesinatos de Sudamérica, con un promedio de 22,7 homicidios por cada 100.000 habitantes, pero las autoridades afirman que la seguridad del evento estará garantizada por 50.000 policías y 25.000 agentes de seguridad privados, ‘drones’ que sobrevolarán las ciudades, la elaboración de una lista negra de hinchas y refuerzos en los 16.000 kilómetros de frontera que Brasil posee con 10 países.
Con respecto a las telecomunicaciones, el propio ministro de Deportes ha admitido que la calidad del servicio es “insatisfactoria”, pero aseguró que todo será resuelto para el Mundial.
No obstante, hay espacio para dudas: empresas que recientemente fueron penalizadas por no cumplir con el servicio 3G figuran entre las vencedoras de las concesiones del servicio 4G que deberá funcionar en las 12 ciudades sede.
En un país que sigue teniendo grandes apagones (el último en octubre dejó sin luz a varios millones de personas en 10 estados del noreste) el suministro de energía eléctrica durante la Copa es otro dilema, y una comisión fue creada por el gobierno para hacer frente al problema.
Una ilusión
Pero para muchos brasileños, la mayor inquietud es la evolución de la ‘canarinha’ bajo el mando de Luiz Felipe Scolari, de 64 años, que ya convirtió a Brasil en pentacampeón del mundo y asumirá nuevamente el puesto de entrenador oficialmente este jueves, según la prensa.
Durante los dos años y medio que fue dirigida por Mano Menezes (destituido el viernes) la selección no conquistó ningún título internacional y cayó al puesto 14 del ranking de la FIFA, el peor de su historia. Actualmente está en decimotercer lugar. /AFP