Las fuerzas del régimen bombardearon la ciudad rebelde de Alepo, en el norte de Siria, donde según una ONG mataron a por lo menos 18 personas refugiadas en un edificio, y otras cinco murieron en un atentado en un suburbio de Damasco favorable al régimen.
En Jaramana, un suburbio del sudeste de Damasco, principalmente cristiano y druso y favorable al régimen del presidente Bashar al Asad, "una bomba colocada en un coche por un grupo terrorista estalló en el barrio de Al Wahda", indicó la agencia oficial siria Sana.
El 28 de agosto pasado, 27 personas habían muerto en Jaramana en un atentado similar cuyo blanco eran los funerales de partidarios del régimen.
"Hay un aumento de los atentados con coche bomba en Siria", declaró a la AFP Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
En los barrios favorables a Al Asad se están formando comités populares de autodefensa, agregó el director del OSDH.
"Eso quiere decir que el régimen ha perdido el control porque ya no puede defender a sus propios partidarios", dijo Rahman.
En la periferia de Mazé, barrio residencial en el oeste de Damasco, las fuerzas del régimen prosiguieron con su campaña de destrucción de casas y comercios y obligaron a los habitantes a pintar los muros para tapar las consignas contra Al Asad, indicó la misma fuente.
Por la mañana, la aviación atacó Alepo y la ciudad vecina de Al Bab, retaguardia de los rebeldes que desde hace seis semanas libran una batalla contra el ejército en la gran ciudad norteña.
En Al Bab murieron 18 personas, diez hombres, ocho mujeres y dos niños, indicó el OSDH.
"Dormíamos en la casa cuando estalló la primera bomba. Corrí hacia la puerta y ahí me enterró una segunda explosión", dijo a la AFP un habitante de la localidad.
"Mi madre, mi padre, mi abuela y mi hermana murieron", agregó llorando.
En Alepo, una periodista de la AFP vio diez cadáveres -un hombre, una mujer y ocho niños- cuando eran llevados a un hospital civil.
Según los vecinos se trataba de una familia que murió en los bombardeos.
El lunes, a comienzos de la tarde, ya habían muerto 52 personas en todo el país, según un balance provisorio del OSDH.
El domingo habían muerto 132 personas, según la misma fuente.
El nuevo mediador internacional para Siria, Lakhdar Brahimi, dijo a la BBC que su misión era "casi imposible", tras 17 meses de contestación popular que se acabó militarizando.
El domingo, un portavoz del régimen, Jihad Makdisi, previno que el mediador internacional debía "escuchar" a los responsables sirios.
Makdisi, que atribuyó a la comunidad internacional "la responsabilidad" de la continuación de la violencia, acusó a "los poderosos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU de querer desalentar el diálogo" con la oposición.