Bombardeos en Alepo deben terminar: ONU | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Febrero de 2016

El jefe de las misiones humanitarias de la ONU, Stephen O'Brien, pidió este martes a Rusia cesar los bombardeos sobre Alepo, la segunda ciudad de Siria, y reclamó que Turquía abra su frontera a los refugiados que huyen de allí.

 

"La prioridad y la mejor respuesta humanitaria es que los bombardeos cesen y que la frontera se abra para dejar pasar a las personas que quieran cruzar y permitir que las provisiones entren" a la región de Alepo, declaró O'Brien a la prensa.

 

Decenas de miles de civiles se encuentran hacinados en campos de refugiados establecidos a lo largo de la frontera con Turquía, huyendo de una contraofensiva para recuperar Alepo por parte de las tropas leales al presidente Bashar Al Asad, apoyadas desde el aire por bombardeos rusos.

 

Pese a los pedidos de la comunidad internacional, Turquía mantiene cerrada la frontera con Siria en el paso de Oncupinar, único punto al que se puede acceder desde el norte de la provincia siria de Alepo.

 

El gobierno turco ha permitido el paso de algunos heridos, enfermos y caravanas de ayuda.

 

El número de civiles bloqueados en la frontera llegó a ser de 35.000, aunque algunos de ellos finalmente desistieron de sus intentos por pasar a Turquía y se han dirigido a Idlib, al sureste de Alepo, señaló O'Brien.

 

Igualmente el funcionario de la ONU condenó cualquier tipo de ataque aéreo contra instalaciones hospitalarias o personal médico, en referencia a una denuncia de Médicos Sin Frontera.

 

Esa organización indicó que tres personas murieron y al menos seis resultaron heridas el viernes por el bombardeo a un hospital en la ciudad de Tafas en la provincia de Dara, en el sur de Siria.

 

Este tipo de ataques "son contrarios al derecho internacional humanitario, hay que realizar una investigación completa y los responsables deben dar cuenta" de sus actos, puntualizó O'Brien.

 

Médicos Sin Fronteras no precisó el origen de las aeronaves que realizaron el bombardeo.

 

Unos 177 hospitales han sido destruidos y más de 700 trabajadores sanitarios -entre médicos o personal hospitalario- han muerto en Siria desde el inicio de la guerra en 2011, según una estimación de organizaciones no gubernamentales.