Unos 2.000 civiles, entre ellos cientos de niños, fallecieron desde principios de año en los ataques aéreos del ejército sirio contra la provincia de Alepo (norte), cuya capital el régimen de Bashar al Asad quiere arrebatar a los rebeldes cueste lo que cueste.
Una ONG siria presentó este viernes este terrible balance, que muestra el alcance del drama humano en la guerra en Siria, a cuatro días de la controvertida elección presidencial, que Asad está seguro de ganar.
"Desde principios de enero y hasta el 29 de mayo, 1.963 personas han muerto por los barriles de explosivos y las bombas lanzadas por el ejército del aire [...] entre ellas 567 niños y 283 mujeres", indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que cuenta con una red de fuentes civiles, médicas y militares.
Alepo, ex capital económica de este país devastado por más de tres años de guerra, está dividida desde julio de 2012 y los barrios hostiles al presidente sirio son el objetivo desde mediados de diciembre de una ofensiva del ejército con bombardeos diarios.
Estos bombardeos, realizados a menudo por helicópteros que lanzan barriles de explosivos, provocaron el éxodo de miles de personas y dejaron la ciudad en ruinas.
Los barriles, vaciados del aceite, el gas o el agua que contenían, se convierten en unas bombas rellenas de potentes explosivos y metralla para reforzar el efecto de fragmentación y sin una trayectoria fijada.
Naciones Unidas denunció el "efecto devastador" del uso de barriles, mientras Estados Unidos lo calificó de "barbarie".
Los militantes anti Asad acusaron, sin embargo, a la comunidad internacional de quedarse de brazos cruzados ante esta "masacre".
- Régimen "criminal" -
"El presidente Asad está hablando de elecciones, pero los habitantes de Alepo la única campaña que conocen es una militar", dijo la organización internacional de defensa de derechos humanos Human Right Watch a finales de abril.
La elección presidencial del 3 de junio, que la oposición califica de "farsa", se llevará a cabo en las regiones bajo control de las fuerzas del régimen, que busca así reforzar la posición de Asad en esta guerra que quiere ganar a cualquier precio.
El jefe del Ejército Sirio Libre (ESL, rebelde), el general Abdelilah al Bashir, instó el jueves a los sirios a boicotear los comicios, al tiempo que calificó el régimen de "criminal".
En los últimos meses, las fuerzas de Asad avanzaron sobre el terreno, favorecidas por la lucha interna en la oposición entre rebeldes y yihadistas, al hacerse con la ciudad vieja de Homs (centro) después de un largo asedio de dos años.
Aunque la oposición consiguió controlar una parte significativa del territorio en el norte y este del país, el régimen le gana la partida en poderío militar gracias a su aviación y a los combatientes del movimiento chiita libanés Hezbolá, entre otros.
En la estela de la Primavera Árabe, una revuelta pacífica surgió en Siria en marzo del 2011, que la represión brutal hizo que se transformara en una insurreción armada antes de convertirse en una guerra generalizada, con la participación incluso de yihadistas extranjeros.
Frente a una comunidad internacional dividida sobre cómo poner fin al baño de sangre, las partes beligerantes están dispuestas a luchar hasta el final en esta guerra, que ha dejado 162.000 personas muertas, nueve millones de desplazados y el país destruido en tres años.