Una de las incógnitas de la actual campaña presidencial a corto plazo es Enrique Peñalosa Camargo. Proveniente de los sectores liberales independientes, conformando luego el grupo Por el País que Soñamos y más tarde fundó el Partido Verde en compañía de Antanas Mockus, Lucho Garzón y Sergio Fajardo.
De esta manera participó, hace cuatro años, en la consulta popular precisamente entre Mockus. Garzón, y Fajardo, de la que finalmente salió triunfante Mockus con vicepresidencia de Sergio Fajardo y que obtuvo 3 millones y medio de votos.
En los últimos tiempos, mientras otros han dejado el Partido Verde, bien para aspirar a gobernaciones o realizar otros movimientos políticos, Peñalosa se ha mantenido firme dentro de la colectividad, que a su vez ha sufrido varios cambios.
En efecto, con la gobernación de Fajardo y la renuncia de su grupo a las directivas del Partido Verde, y el ingreso de otros al gobierno, encabezados por Luis Eduardo Garzón, y el marginamiento de Mockus después de la última campaña a la Alcaldía de Bogotá, donde a su vez el aspirante Enrique Peñalosa fue respaldado por Álvaro Uribe, el movimiento ha sufrido constantes modificaciones.
El último de ellos fue la unión con el grupo de Progresistas, encabezado por Antonio Navarro y Gustavo Petro, manteniéndose en todo caso Peñalosa dentro del partido. Pero en la mitad de ello, se produjo la sanción por parte de la Procuraduría al Alcalde de Bogotá, pero ella no se ha podido llevar a cabo y, por el contrario, la capital está citada para la revocatoria o no del Alcalde el próximo 2 de marzo.
Peñalosa se debate en la actualidad entre dos fuegos: de un lado, ser candidato del Partido Verde, respaldado por Petro y Navarro, quienes se han mostrado reticentes, y de otro, mantener distancia pero no desestimar la amistad con el expresidente Álvaro Uribe.
De su parte, el Partido Verde, al igual que el Centro Democrático y el partido Conservador, mantiene profundas divisiones. Al parecer, mientras Peñalosa no respalde a Petro y a Navarro, no recibirá el apoyo de este sector que es, en realidad, el que maneja la colectividad, en una especie de reedición del M-19. Pero tampoco ellos cuentan con un candidato diferente a Peñalosa que pueda dar una lucha viable para pasar a la segunda vuelta. De esta forma, son dos contradicciones que se necesitan mutuamente.
En efecto, si Navarro y Petro deciden obstaculizar la candidatura de Peñalosa y éste no puede presentarse, es posible que esta cauda se reparta entre la candidatura de coalición del presidente Santos y la de Clara López Obregón del Polo Democrático, quien ha venido contando con un porcentaje de entre 7 y 8 por ciento.
Si por el contrario Peñalosa, quien ha logrado su porcentaje, como se dijo sin iniciar campaña, recibe el respaldo decidido de todos los sectores del Partido Verde, podría reafirmar su vocación hacia la segunda vuelta. Para ello, no obstante, los sectores de Navarro y Petro vienen reclamándole un acto público, claro y contundente de que no va a hacer posteriores alianzas con Uribe, como ocurrió en la fallida candidatura a la Alcaldía de Bogotá.
Por lo pronto Peñalosa ha dicho que tiene ideas diferentes a las de Petro, pero que participa de la igualdad preconizada por la izquierda y que si el Partido Verde se lo pide, él acepta la revocatoria como mecanismo de validación o no del mandato de Petro. Aun así, en estos días, el Partido Verde tendrá que definir la postulación de Peñalosa.
Siendo así, la fórmula vicepresidencial también jugará un papel fundamental. Puede Peñalosa tomar un vicepresidente como el senador John Sudarsky, cercano a Mockus y quien también busca ser precandidato Verde, o determinar con Navarro y Petro cuál debe ser el tiquete, de manera que todos los sectores de este partido se sientan representados.
Por su parte, aunque el Polo Democrático descartó coaliciones desde un principio, es posible que Clara López y Aida Abella, de la Unión Patriótica, terminen en una sola fórmula. Sin embargo, pensar eso en una izquierda tradicionalmente dividida, no es fácil. En todo caso, el Polo Democrático mantiene una vigencia que no se le auguraba después de los fracasos con la administración de Samuel Moreno y la pérdida de la alcaldía frente a Gustavo Petro.
Así, tanto para Peñalosa como para López, entre el Partido Verde y el Polo Democrático, será fundamental lo que pase con Gustavo Petro frente a la revocatoria del 2 de marzo. De acuerdo con todas las encuestas, Petro parece haber conquistado una popularidad que no había logrado ni en las elecciones ni en el transcurso de su mandato. Lo que aún no se sabe es si su estrategia será la de que el total de la votación no alcance el umbral del 1.200.000 votos requeridos para su destitución o si, por el contrario, entrará en una campaña abierta para que los bogotanos voten por su permanencia en el cargo.