Intensa, a contrarreloj, no con muchos candidatos, rica en propuestas puntuales sobre la crisis de la ciudad más que en planteamientos generales y teniendo siempre como telón de fondo los comicios presidenciales… Ese, podría decirse, será el panorama de la campaña que está a punto de arrancar en la capital del país para escoger al alcalde que completará el periodo del destituido Gustavo Petro.
Todo hace indicar que esta semana que comienza o, a más tardar, la otra, ya debería emitirse el decreto que no sólo señalará a uno de los tres ternados por Progresistas y la Alianza Verde para asumir como encargado la Alcaldía, sino también se oficializará el pedido a la Registraduría para que organice los comicios antes de dos meses en la capital del país.
Más allá de las especulaciones y rumores sobre presuntas maniobras del Gobierno para alargar la estadía del alcalde provisional Rafael Pardo, el propio presidente Santos ratificó el viernes pasado que habrá elecciones atípicas en la ciudad y que sólo se está a la espera del concepto del Consejo Nacional Electoral (CNE) que, al comienzo de esta semana, será el que diga si Progresistas o la Alianza Verde debe proyectar la terna. Tras ello, el Gobierno procedería a pedirla formalmente y luego haría la respectiva designación.
Siendo este un procedimiento reglado en varias leyes, desde la 1475 de 2011 hasta la 617 de 2000, no hay motivo objetivo alguno para demorarlo, y menos aún cuando ya tanto Progresistas como la Alianza radicaron en la Casa de Nariño una terna con los nombres del exsecretario de Gobierno Guillermo Alfonso Jaramillo, el senador electo Antonio Navarro Wolf y la actual secretaria de Habitat, María Mercedes Maldonado.
En otras palabras, todo está listo para proceder según los mandamientos legales: concepto de CNE (entre lunes o martes), remisión de la carta pidiendo la terna (de inmediato), envío de la terna por parte de Progresistas o la Alianza (también de inmediato), designación por parte del presidente Santos del alcalde encargado (no debería tardar sino pocos días) y el respectivo decreto de convocatoria de elecciones en menos de dos meses. Todo ello debe concretarse en menos de diez días, salvo que ocurra algo extraordinario, pero parece que este riesgo no es muy alto.
Las fechas
Así las cosas, hay una premisa clara de la que debe partirse: la campaña para elegir al alcalde en propiedad que gobernará entre junio y diciembre 31 de 2015 apenas será de ocho semanas y, en atención a ello, la puja proselitista debe empezar ya.
No hay tiempo para enredados mecanismos de consulta interna en los partidos, tampoco para convenciones complejas que lleve semanas organizar, convocar y realizar. Las decisiones de los partidos deben ser rápidas. Es más, tampoco hay tiempo para que nuevos movimientos representativos de ciudadanos se lancen a buscar firmas para respaldar candidatos. La campaña es ya y lo que se espera es que en cuestión de no más de una o dos semanas la mayoría de los candidatos ya esté en el partidor. Y ese afán es más notorio dado que es urgente capturar la atención del electorado bogotano que, sin duda, está por estos días más interesado en la puja presidencial, sobre todo porque esta tendrá su primer round el 25 de mayo, fecha de la primera vuelta.
Está claro que por más que se acelere el proceso en Presidencia de la República para revisar la terna ya cantada (a menos claro que la devuelva por encontrar alguna inhabilidad o incompatibilidad en alguno de los postulados) será difícil que las elecciones para Bogotá se puedan programar para antes del 25 de mayo.
Ello lleva, entonces, a analizar si los comicios quedarán para antes del 15 de junio, cuando se debe llevar a cabo la segunda vuelta de las presidenciales, la cual seguramente se realizará toda vez que, al tenor de las encuestas, al presidente-candidato Santos aún le faltan 20 puntos porcentuales para imponerse en la primera.
Las fechas libres entre la primera y la segunda vuelta sólo serían dos: el domingo 1º de junio y el 8 de junio. Si se hacen las cuentas con base en que el Gobierno se tarde hasta la segunda semana de abril para designar al alcalde encargado y pedir la realización de las elecciones en la capital del país, es claro que no se alcanzaría a convocar para alguna de las dos fechas anunciadas. Si bien es cierto que la ley es taxativa en cuanto a que las elecciones atípicas deben realizarse antes de 60 días después de expedido el respectivo decreto, éstas se pueden correr unos cuantos por razones de fuerza mayor, lo que en este caso estaría soportado fácilmente puesto que es muy complicado realizar en una ciudad tan grande como Bogotá tres citas a las urnas en menos de 21 días (25 de mayo-15 de junio).
Es más, ya se presentó un debate parecido recientemente, con ocasión de la fecha para votar el proceso de revocatoria del entonces todavía alcalde Petro. Como la fecha quedaba muy pegada al 9 de marzo, cuando se realizaban los comicios presidenciales, entonces la Registraduría decidió aplazarlos, pues no había suficiente tiempo para montar la logística respectiva y, además, el Ministerio de Hacienda debía hacerle el correspondiente giro presupuestal.
En ese orden de ideas, es muy probable que las elecciones atípicas para Alcalde de Bogotá se terminen realizando después del 15 de junio, muy probablemente el 22 o el 29 del mismo mes. En cualquiera de los casos, el elegido estaría posesionándose apenas unos días después de la cita en las urnas.
Los escenarios
Ahora bien, desde el momento en que se confirmó hace cerca de dos semanas la salida de Petro, quedó claro que a los partidos los cogió fuera de base la irrupción tan rápida de la coyuntura electoral en la capital del país.
Es más, en medio de la recta final de la campaña parlamentaria y el arranque, aunque tibio, de la contienda presidencial, lo máximo que se esperaba en la ciudad era que fuera necesario votar la revocatoria el 6 de abril, ya que se especulaba que el Consejo de Estado no alcanzaría a pronunciarse de fondo sobre el alud de tutelas que congelaron el fallo de destitución e inhabilidad proferido por la Procuraduría.
Sin embargo, el Consejo de Estado se pronunció, el procurador Ordóñez comunicó al otro día el fallo a la Casa de Nariño, el presidente Santos no demoró en acatar la orden de destitución y nombrar a un alcalde encargado. Salvo las dudas en torno a quién debe presentar la terna, todo ha ido rápido y es claro que, superado este impasse antes de dos semanas, vendrá la convocatoria a elecciones. Sin embargo, siendo cantado ya todo ese proceso, es obvio que la campaña empezó, es irreversible y tardarse en lanzarse al agua podría ser muy riesgoso.
¿Cómo está el escenario político? Si se comienza por la causa de esta elección, la salida de Petro del poder, la primera pregunta va dirigida a que si esa fuerza política buscará volver al Palacio Liévano por el camino de las urnas.
Aunque en medio del impacto por la confirmación de la destitución el propio Petro dijo a sus colaboradores que no presentaría terna como tampoco candidato a la elección atípica, lo cierto es que dos días después, pensando ya más hacia delante y con cabeza fría, cambió de parecer.
Hoy es seguro que el petrismo, esta vez bajo el ropaje de la Alianza Verde, presentará candidato y entre los nombres que más han sonado está el del concejal Carlos Vicente de Roux. Aunque hay quienes dicen que estaría inhabilitado, otros conceptos de juristas aseguran lo contrario. Pero se dice que el exalcalde tiene más nombres in pectore y hasta se ha hablado de lanzar a su esposa… Además de ello, una alta fuente de la Alianza dijo que el sector peñalosista también tendría su carta para jugar en Bogotá, pero que el lanzarla depende, en gran parte, de si los Progresistas deciden o no respaldar su campaña presidencial.
Es más, entre los peñalosistas se dice que mientras su sector sacó -en la consulta interna de la Alianza- más de 400 mil votos en Bogotá, al petrismo le fue muy mal en las elecciones parlamentarias, sacando apenas un Representante a la Cámara. Sin embargo, los partidarios del exalcalde de inmediato replican que si Petro se pone a empujar un candidato, y su sector sigue al frente de la administración de Bogotá por intermedio de un alcalde encargado, la situación podría variar significativamente. Hasta suman lo que les podría significar en las urnas la ‘martirización’ del exalcalde.
También en la izquierda, se sabe que el Polo ya baraja varios nombres para no quedarse por fuera de la campaña, pero esta vez, a diferencia de la pasada campaña de 2011, en donde la aspiración de Aurelio Suárez fue más simbólica que una apuesta real, buscarían un perfil con antecedente político y electoral. Se habla de varios ex parlamentarios y ex concejales.
La Unión Patriótica no la tiene fácil, toda vez que Aída Avella se mostró en las últimas semanas muy cercana a Petro, en medio de la ‘rebelión’ judicial y política de este contra el fallo, pero también es la fórmula vicepresidencial de Clara López, la jefa del Polo, el partido que ha dominado dos de las tres últimas elecciones en Bogotá pero que cayó en desgracia por el escándalo del carrusel de la contratación, que sacó del cargo y envió a la cárcel a su último alcalde, Samuel Moreno.
¿Coalición: unida o separada?
El segundo gran interrogante en torno al escenario con que arranca la campaña por la Alcaldía de Bogotá se refiere a si la coalición de Unidad Nacional, que reúne a los partidos de La U, Conservador, Liberal y Cambio Radical, tratará de buscar un candidato único o, por el contrario, habrá varios aspirantes a nombre de sus propias colectividades.
Según conoció EL NUEVO SIGLO tanto en la Casa de Nariño y las toldas de la campaña reeleccionista son partidarios de que la coalición presente un candidato único que no sólo garantice competitividad sino que evite que el uribismo, que fue el que más curules sacó para la Cámara en la capital del país, se monte en el segundo cargo de elección popular más importante del país.
Sin embargo, una cuestión es desearlo, y otra concretarlo. Se sabe que aunque hay voluntad en las jefaturas partidistas de optar por un candidato único de la coalición, cada colectividad quiere que éste salga de sus propias toldas… Es ahí en donde el consenso empieza a romperse.
Incluso, una alta fuente de la Unidad Nacional indicó el viernes a un periodista de EL NUEVO SIGLO que “… ya hemos pensado en una posibilidad para superar rápidamente esta situación: que cada partido ponga sobre la mesa un candidato y que mediante una encuesta amplia, que aborde toda la ciudad hasta en sus rincones más escondidos, se defina cuál de ellos tiene mayor favorabilidad y éste sea la carta a jugar… Además, aquí no sólo hay que contar con lo que piensan en la Casa de Nariño o en el comando reeleccionista, sino también con el sentir de los concejales y los representantes a la Cámara bogotanos, incluso con los senadores que tienen votos en la ciudad”.
Hay muchos nombres sobre el tapete. Conservadores, La U, liberales y Cambio han puesto a circular sonajeros. Ex ministros, ex alcaldes, ex congresistas, dirigentes gremiales no sólo a nivel capitalino sino nacional e incluso internacional, concejales, aspirantes al Senado y la Cámara ‘quemados’ en los comicios del 9 de marzo, ex candidatos a la Alcaldía… En fin, una amplia gama de postulados pero mientras no se defina si hay o no candidato propio de la coalición, todo queda en veremos…
El uribismo
Aunque en las toldas del exmandatario todas las miradas apuntan a una candidatura del exvicepresidente Francisco Santos, fuentes bien informadas del Centro Democrático indicaron que no hay nada definido y serían tres las razones de ello.
En primer lugar, para nadie son un secreto los distanciamientos entre Pacho Santos y el candidato Óscar Iván Zuluaga, en los que Uribe ha tomado partido claramente a favor del exministro.
En segundo lugar, al uribismo aún no le suena mucho la idea de meterse de lleno a pelear por la Alcaldía bogotana, no sólo porque si la elección queda para después de la segunda vuelta ya no tendría un impacto en la puja presidencial, sino porque se corre el riesgo de distraer al electorado en el pulso capitalino cuando lo que se requiere prioritariamente es concentrarlo en el 25 de mayo.
Y, como tercer punto, hay quienes en el uribismo sostienen que la crisis bogotana es muy grave en distintos niveles y que, por lo tanto, por más eficiente que sea el alcalde para esos 18 meses restantes, será poco lo que pueda hacer ante la dimensión estructural de las problemáticas. En ese orden de ideas, se considera en algunos sectores que es mejor dejar que hasta diciembre de 2015 se ‘quemen’ los rivales y mejor apostar por ganar en octubre del próximo año para un periodo completo cuatrienal, en donde el margen de acción para demostrar que sí se puede gobernar, sería más amplio.
A ello se suma que en el uribismo consideran que antes de optar por Pacho Santos, se deben evaluar otros nombres que podrían ser tanto o más efectivos que el exvice.
¿Y Mockus?
Y como si todo lo anterior fuera poco, ya se rumora en los corrillos políticos bogotanos que al exalcalde Antanas Mockus le han dicho que evalúe la posibilidad de lanzarse, aunque hay quienes sostienen que no podría debido a que su esposa es la actual Veedora Distrital y la inhabilidad sería imperativa.
Como se dijo, la premisa clave es que la campaña ya arrancó y que, a más tardar, en la segunda mitad de abril ya debe haber candidatos recorriendo la ciudad, pero ya no con discursos etéreos ni generales, sino planteando soluciones concretas a los problemas puntuales en materia de movilidad, infraestructura, vivienda, servicios, seguridad, inversión social, subsidios…
Es de esperar, por tanto, que haya muchas propuestas arriesgadas e impactantes, y que siendo tan corto el tiempo para hacer conocer programas, estemos abocados a una campaña marcada en la imagen y persona del aspirante. Todo ello a contrarreloj y teniendo como ‘padrinos’ a varios de los candidatos presidenciales que seguramente no dudarán en ir, como hizo Uribe con Peñalosa en 2011, literalmente cargarle el megáfono a su candidato.
Hay campaña… ¡Al agua patos!