Bogotá, el fiel de la balanza presidencial | El Nuevo Siglo
Domingo, 1 de Junio de 2014

De lo que ocurra en la capital del país puede depender en buena parte la titularidad de la Casa de Nariño a partir del 7 de agosto ¿Qué pasó esta semana? ¿Cómo juegan las alianzas? ¿Para dónde irán los votos de la izquierda, Ramírez y Peñalosa? ¿Cuál el impacto de la adhesión de Mockus? ¿Y el voto en blanco? ¿Disminuirá la abstención? Análisis de EL NUEVO SIGLO

 

Pocas veces, como esta, Bogotá se ha presentado como el fiel de la balanza electoral. Si bien en ocasiones anteriores había sido, desde luego, determinante, para las elecciones del próximo 15 de junio entre el presidente Juan Manuel Santos y el candidato Oscar Iván Zuluaga, lo que ocurra en la ciudad será definitivo.

Es más, no son pocos los analistas que consideran que la ciudad podría sumar un millón de votos más en la segunda vuelta, lo que la haría más decisoria que lo que pueda pasar en algunas zonas del país claves en materia electoral como la Costa Atlántica, que es la otra región prioritaria para las campañas. Esto bajo el entendido de que en varios departamentos, al tenor de las encuestas, ya las distancias entre los aspirantes son muy notorias y sólo variarán las preferencias por cuestiones como el voto de opinión o hechos de campaña impactantes en las dos semanas que restan para ir a las urnas.

En efecto, en la primera vuelta Zuluaga obtuvo en Bogotá casi 550.000 votos, subiendo más de 200.000 con respecto a lo que había sacado la lista a la Cámara del Centro de Democrático en marzo, en tanto que la de Senado, encabezada por el expresidente Uribe, tuvo en la capital del país 373.000 sufragios.

Le siguió Clara López, del Polo Democrático, con 501.000 votos, superando por casi 380.000 los de la lista a la Cámara y también los 145.000 que sumó su lista al Senado en la ciudad.

En tercer lugar en la contienda presidencial del pasado 25 de mayo se ubicó el presidente-candidato Juan Manuel Santos, que sumó 444.000 votos. La campaña reelecionista, de cara a la primera vuelta, era respaldada por tres partidos base: La U, Cambio Radical y Liberal. Estas tres colectividades en marzo pasado, en lo que hace a listas para Cámara, sumaron un poco más de 450.000 votos, en tanto que las listas al Senado de esas mismas tres colectividades obtuvieron en la capital del país un poco más de 500.000 votos.

El cuarto puesto en la primera vuelta presidencial en la capital del país fue para el aspirante de la Alianza Verde, Enrique Peñalosa, con 392.000 votos, superior en más 220.000 a los de la Cámara en marzo pasado y más aún de los 145.000 que sumó en la ciudad su lista al Senado, que como todas son de circunscripción nacional.

En quinto lugar el pasado domingo se ubicó la aspirante conservadora Marta Lucía Ramírez, que sumó 366.000 sufragios, superando en 300.000 la lista a la Cámara y los 86.000 sumados en la ciudad para la plancha al Senado.

 

Radiografía

 

Lo anterior significa, claramente, que la denuncia hecha por el expresidente Álvaro Uribe, según la cual las deudas de la campaña del 2010 del presidente Santos habrían sido narco-financiada por  los Comba, tuvo efectos perversos, mucho más al aceptar el viernes pasado el mismo exmandatario que finalmente no tenía prueba alguna contra el hoy jefe de Estado y que sólo poseía informaciones amorfas sobre el tema de la campaña, que no valieron ni para una acción jurídica formal ante la Procuraduría o la Fiscalía.

Esta situación resulta a todas luces insólita tanto en cuanto la temeraria denuncia permitió el ascenso de Zuluaga, mientras que el caso cierto de las infiltraciones de su campaña a través de hackers contratados, esos señalamientos no alcanzaron a tener repercusión en Bogotá.

De hecho, la consecuencia más clara de las áridas fricciones que se presentaron entre los dos candidatos favoritos, Santos y Zuluaga, hicieron que a última hora, antes de la cita en las urnas para la primera vuelta, crecieran las campañas que nada tenían que ver con el asunto, encabezadas por las dos mujeres, López y Ramírez, la primera logrando exactamente 372.000 votos más que la votación de Polo para Senado en Bogotá y Ramírez 280.150 más con respecto a la misma elección parlamentaria.

Esto quiere decir, ciertamente, que dada la coyuntura, en la antesala del 25 de mayo, ambas campañas recibieron votos de los que no querían comprometerse con los dos aspirantes que llevaban la delantera. Para ello las aspirantes buscaron ganar adeptos con la explosión de cuñas de televisión que les sirvieron considerablemente a los efectos. De hecho, ninguna de las dos se afincó en ese momento en criterios partidistas, sino en señalar la independencia frente a los rifirrafes de las dos campañas principales.

Entretanto, Enrique Peñalosa, que alcanzó en una época a puntear para clasificar a segunda vuelta, no tuvo la eficacia de las dos aspirantes para cautivar los votos dispersos, en gran parte porque esas campañas concentraron su publicidad también en atraer el voto femenino.

 

¿La izquierda para dónde?

 

Visto ese escenario es claro que Bogotá será el fiel de la balanza de la contienda presidencial en la segunda y definitiva vuelta presidencial. Y frente a ello surgen cinco preguntas básicas cuya respuesta debería contribuir a despejar el panorama sobre cuál de las dos candidaturas resultaría más beneficiada a la hora de las urnas.

¿Los votos de la izquierda, entendida ésta como el Polo, la Unión Patriótica, Progresistas (de Petro) y otras facciones más pequeñas como Marcha Patriótica, para dónde se inclinarán mayoritariamente?

Aunque la UP (en cabeza la exfórmula vicepresidencial del Polo, Aída Avella) y de Marcha Patriótica (liderada por Piedad Córdoba) anunciaron directamente esta semana que votarán por Santos. Al mismo tiempo es evidente que el petrismo respaldará la reelección, pues ya se había jugado en esa dirección antes de la primera vuelta. En lo que hace al partido de las toldas amarillas decidió el jueves, oficialmente, no jugarse por alguna de las dos orillas. Sin embargo, la propia Clara López y otros dirigentes polistas reiteraron que apoyarían en las urnas la continuidad del proceso de paz, lo que prácticamente dejó entrever que respaldarán a Santos.

Más allá de los pronunciamientos de las dirigencias, lo cierto es que ese caudal político de izquierda, descontando claro el porcentaje que  votará en blanco o se abstendrá, se inclinaría, en una elección en donde el voto efectivo es por Santos o Zuluaga, de forma más natural o, al menos, con menor prevención hacia la causa reeleccionista. Incluso no son pocos los que respaldarán al primero para cerrarle el paso al segundo.

Lo anterior no sólo porque la mayoría de la izquierda está claramente a favor de la continuación del proceso de paz, sino porque consideran que el uribismo, más allá de los giros discursivos de la última semana, sobre todo aquel de que ahora no congelarán ni acabarán de un tajo la negociación con las Farc, terminará imponiendo si llega al poder tal cantidad de condicionamientos a la guerrilla que la mesa simple y llanamente se romperá.

Lo anterior explica, en gran parte, por qué el Polo no llamó a su militancia a la abstención, como tampoco al voto en blanco, sino que dejó en libertad a su militancia, pues para su dirigencia es claro que al final, sin que ello signifique abandonar la oposición, el voto por Santos, así sea sólo para atravesársele al uribismo, pesará más.

¿Cuántos izquierdistas respaldarán la reelección y cuántos se irán por el blanco o se abstendrán? Eso es imprevisible. Como también lo es cuántos votos podría sumarle a Santos el petrismo, más aún después de que tres secretarios del gabinete, entre ellos la mano derecha del Alcalde, renunciaron esta semana con el propósito expreso y público de trabajar por la causa reeleccionista.

Quienes dudan de la importancia de este apoyo aducen que al petrismo no le fue bien en los comicios a Congreso de marzo pasado y que la favorabilidad del mandatario capitalino está de capa caída. Incluso agregan que el Progresismo (hoy en la Alianza Verde) no le sumó mayor apoyo al candidato Peñalosa y que ya desde antes de la primera vuelta había adherido a Santos. Pero desde las toldas de los partidarios del Alcalde replican que lo de marzo fue un asunto aislado, puesto que la cita en las urnas se dio en medio de la crisis por la salida de Petro de la Alcaldía, pero ahora el escenario es distinto.

“Reinstalado Petro, siendo evidente la alianza con Santos, activada la dirigencia para mover las bases a favor de Santos y, sobre todo, siendo claro que el Alcalde o el Progresismo -si el mandatario sale- se quedaría en el cargo por un tiempo más, el petrismo tiene cómo y con qué mover gente… Más aún, cuando en la campaña de Zuluaga el antipetrismo es afincado, pues allá está el promotor de la revocatoria y también Pacho Santos, quien no oculta las ganas de lanzarse a la Alcaldía”, precisó una fuente muy cercana al burgomaestre capitalino.

 

Lo de Peñalosa

 

¿Qué pasará con los votos de Peñalosa?Ese es el segundo gran interrogante para poder vislumbrar qué pasará en Bogotá el 15 de junio.

Con más de 370.000 votos a su favor, el ahora excandidato fue el principal impulsor de que la Alianza Verde no tomara partido para la segunda vuelta, pese a que petristas y mockistas pujaban por apoyar de frente la reelección.

Hay quienes dicen que el peñalosismo quiere llevar la voz cantante en caso de que el próximo gobierno, gane quien gane, los convoque de alguna manera. También se afirma que un millón de votos es un plante clave para los comicios regionales del próximo año y, por lo mismo, no hay que matricularlos de entrada en la contienda presidencial. Y, tercero, se dice que la Alianza Verde considera que ahora es cuando más debe protegerse la marca de “independiente” en medio de la polarización política.

¿Y los votos? El propio Peñalosa dijo que sus votantes no podían ser endosados pero es claro, por ejemplo, que a lo largo de la campaña el entonces candidato se mostró, a la par de crítico con Santos, siempre partidario de mantener el proceso de paz, incluso ratificando los negociadores gubernamentales.

En ese orden de ideas se podría prever, por ejemplo, que una parte de sus electores se inclinarían más por la reelección, sin que ello signifique que no habrá allí quienes decidan votar por Zuluaga, ya sea por empatía con sus propuestas o las del uribismo o -negarlo sería ingenuo- por oponerse y castigar la alianza Santos-Petro.

 

Los de Ramírez

 

¿Qué pasaría con los votos de Ramírez?En las toldas de Zuluaga se cree que tras firmar la alianza entre la candidata conservadora y el aspirante del Centro Democrático, y nombrada ella como jefe de debate de esa campaña, gran parte de los votos de la ahora excandidata conservadora pasarán de forma natural y tranquila a las toldas uribistas, dada la empatía entre ambos dirigentes, que fueron exministros de Uribe y en determinado momento hacían parte de la misma baraja de precandidatos en esas toldas.

Sin embargo hay quienes consideran que esa previsión se estrella contra varios elementos sustanciales. En primer lugar, que así como el conservatismo se dividió a nivel nacional entre santistas y zuluaguistas, algo parecido pasará en la capital del país. Igual, se afirma que el voto de opinión pesó mucho en la votación de Ramírez en la ciudad, y es ingenuo creer que éste se puede matricular fácilmente por cuestiones de alianzas y adhesiones. También se trae a colación, que si los votos de Ramírez tuvieran un telón de fondo uribista, no habrían hecho ‘peaje’ en primera vuelta en la candidata azul, sino que se habrían ido para allá directamente.

 

Votos de opinión y en blanco

 

Como se dijo, tanto en el apoyo en las urnas a López como a Ramírez (y un poco menos en el de Peñalosa) pesó el voto en opinión, ya sea por cuestión de género, en protesta contra el tono sucio de la campaña o como manifestación de independencia…

¿Qué pasará con este voto de opinión? Es muy difícil arriesgar un escenario al respecto. Las encuestas muestran, por ejemplo, que los bogotanos apoyan el proceso de paz, pero también es claro que el uribismo fue el más votado en la ciudad para Senado y Cámara en marzo pasado.

Incluso la primera encuesta post-primera vuelta presidencial que se publicó esta semana muestra a Santos levemente por encima de Zuluaga a nivel nacional, pero a la inversa ya en lo que tiene que ver con Bogotá.

Es más, hay quienes consideran que el voto en blanco en primera vuelta puede ser interpretado como de opinión, en la medida en que había cinco alternativas para escoger pero el ciudadano no se inclinó por ninguna. Y es que en la capital del país el domingo pasado hubo 207.783 votos en blanco, que equivalen al 8,46%, un porcentaje nada despreciable.

Como ya se dijo, si hay algo imposible de matricular o endosar es el voto en blanco. Sin embargo, para esta segunda vuelta hay tres elementos que tener en cuenta. Primero, que esta clase de sufragio no tendrá peso real en las urnas, pues, según mandato constitucional, en esta fase definitiva sólo cuentan los votos efectivos por los candidatos. De allí la protesta de algunos sectores por la decisión de la Registraduría de incluir en el tarjetón la casilla del voto en blanco, pese a que aún si lograra la mitad más uno de los votos, no obligaría a repetir la elección y cambiar los candidatos.

En segundo lugar, es claro que el voto de blanco (y también el de opinión y el indeciso) se va a mover cuando vengan los debates entre Santos y Zuluaga, en donde es claro que tendrá la oportunidad el ciudadano de diferenciar más claramente entre las propuestas de uno y otro.

Y, por último, si bien esta primera semana de campaña para la segunda vuelta se perdió, debido a que la prioridad fueron las alianzas y las adhesiones, aún restan 15 días en donde es seguro que ambas candidaturas se sacarán chispas y no se descarta que surjan nuevas acusaciones y escándalos, o el desarrollo de los ya puestos sobre la mesa.

Y es allí en donde el escenario electoral podría impactarse sustancialmente, sobre todo para unos bogotanos que suelen estar medianamente informados o que van más a las urnas que en otras regiones, como se comprueba en la menor abstención del domingo pasado.

 

¿Menos abstención?

 

¿Disminuirá la abstención electoral de cara a la segunda vuelta? Esta es una pregunta clave, pues es claro que si hay más gente interesada por ir a las urnas el 15 de junio, ya no se estaría hablando sólo de para dónde van los votos de la izquierda, Ramírez y Peñalosa, sino los de los nuevos asistentes a los comicios.

Las cifras con contundentes: en la capital del país votaron el 25 de mayo un total de 2.514.235 ciudadanos, lo que implica el 48,31% de los habilitados para sufragar. Si bien se trata de un porcentaje de participación superior al promedio nacional, en donde la abstención llegó al 60%, es claro que en una campaña polarizada como la actual el número de sufragantes aumentaría en segunda vuelta, por más que ya corran las vacaciones de medio año, un día antes de las urnas juegue la Selección Colombia en Brasil o que para muchos el 15 de junio se celebre el Día del Padre.

Ya en los barridos periodísticos en la ciudad se encuentran muchos casos de personas que han admitido que no votaron el domingo pasado porque creyeron que ya la elección estaba inclinada a un candidato, pero, ahora, al ver el sorpresivo escenario, dicen que se volcarán a ejercer su derecho bajo la tesis de que su apoyo será definitivo para uno u otro bando.

Y tampoco puede dejarse de lado que entre votos nulos (54.989) y no marcados (4.058) hay también un capital electoral que en una campaña tan reñida como la actual, pueden ser claramente decisorios.

 

¿Entonces?

 

Visto ese escenario es claro que a efectos de Bogotá se ha movido más rápidamente la campaña reeleccionista que la de Zuluaga.

La primera delineó una estrategia no sólo para tratar de recortar terreno en la capital del país, sino para superar aquí la diferencia de casi 450.000 votos que le tomaron los uribistas en todo el país.

El envío del equipo petrista a entusiasmar sus huestes, las renuncias de Gina Parody y Rafael Pardo, sumado a la repartición de la ciudad entre los principales líderes y parlamentarios con potencial político en la capital, pone en evidencia lo clave que es Bogotá dentro de la recta final de la puja por la Casa de Nariño. No en vano se dice que para ser Presidente de la República hay que ganar en la capital del país.

La adhesión de Mockus, dos veces alcalde de Bogotá y quien no sólo logró en 2010 un fuerte apoyo electoral en la ciudad sino que aún es muy reconocido y seguido, es, de lejos, un golpe de mano muy fuerte en la recta final. Y ello queda comprobado en el especial énfasis que el Presidente-candidato ha dado a este apoyo. Además, las adhesiones de parlamentarios como Ángela Robledo y el senador y excandidato presidencial Jhon Sudarsky, claramente mockistas, confirman ese respaldo.

El uribismo, aunque más lento, tampoco se ha quedado atrás, pues no sólo sumó una facción de conservadores, varios de ellos con votos en Bogotá, y con Ramírez a la cabeza, sino que también logró que dos funcionarios de la administración Petro renunciaran para vincularse a su campaña.

A ello se suma que el expresidente Uribe también estuvo esta semana en Bogotá recorriendo barrios, en tanto que la bancada parlamentaria se desplegará por la ciudad en busca de más apoyos a la causa zuluaguista.  

También se están jugando ya los concejales, ediles y otros dirigentes para lado y lado. También se sabe que Santos y Zuluaga dedicarán varios días de aquí al 15 de junio a recorrer la ciudad, junto a sus respectivos jefes de debate, líderes y apoyos.

Igual, siendo la ciudad el epicentro nacional, es claro que todo lo que se haga o diga aquí en materia política y electoral, tendrá repercusión en el resto del país. Asimismo, los grandes medios de comunicación tienen sede en la ciudad y como dijera Peñalosa semanas atrás, una entrevista radial en cadena nacional puede equivaler al trabajo de recorrer 200 municipios.

No hay, pues, que negarlo: Bogotá será, a todas luces, el fiel de la balanza electoral y el 15 de junio se sabrá quién jugó mejor sus cartas.

 

Mapa de la Cámara por Bogotá

 

La lista del Centro Democrático fue la más votada en los comicios parlamentarios en marzo porque obtuvo el 17,34 por ciento del total de la votación que le sirvió para asegurar cinco curules.

En la Cámara que termina su periodo en junio próximo, el Partido de La U tiene siete curules, pero en el nuevo Congreso apenas logró retener dos escaños.

A su turno, el Polo Democrático Alternativo que tiene tres curules actualmente en la Cámara, perdió una. Entretanto, la Alianza Verde tendrá un escaño más, al llegar a dos curules. El Partido Liberal sigue con tres curules, mientras que los partidos Cambio Radical, Conservador y (MIRA) conservaron una curul respectivamente.

 

 

BOGOTÁ EN LAS URNAS. 25 DE MAYO

 

Potencial sufragantes

5.204.003

 

Total sufragantes

2.514.235

 

Participación electoral     48,31% 

 

Votos por candidatos

2.247.405

91,53%

Votos en blanco

207.783

8,46%

Votos válidos

2.455.188

97,65%

Votos nulos

54.989

2,18%

Votos no marcados

4.058

0,16%

 

Fuente Registraduría Nacional