Para saber si una ciudad es sostenible ésta debe ser compacta, compleja, eficiente y cohesionada, manifestó Salvador Rueda, director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona (España), durante un encuentro de expertos en crecimiento urbano.
Al explicar los indicadores para la gestión de ciudad, Rueda sostuvo que “la compacidad se refiere a la proximidad entre usos y funciones. Ésta debe posibilitar que coexistan población y actividades”.
A su vez, “la complejidad lo que pretende es que haya muchas personas, actividad económica y equipamientos, que permitan dar servicio a quienes allí habitan y que favorezcan la competitividad de la ciudad. La eficiencia tiene que ver con el consumo de recursos, como la energía o el agua, y cómo conseguir que los procesos de futuro estén fundamentados en tecnologías renovables. En la cohesión social lo que buscamos es mezclas de gente con rentas, edades y culturas distintas viviendo en un mismo lugar, en las proporciones adecuadas, para que lo que prepondere sea la estabilidad social”.
Expertos nacionales e internacionales se reunieron en Bogotá a instancias de la Administración distrital y plantearon diferentes estrategias para que la capital del país pueda generar un crecimiento sostenible, con base en su revitalización, con una planificación social e inclusiva, con estrategias de construcción ambiental y con la producción de sistemas de información confiables para la toma de decisiones.
Durante su intervención, el secretario de Planeación, Gerardo Ardila, insistió en la necesidad que tiene la ciudad de producir sistemas de información confiables para la toma de decisiones, tal como lo exige nuestra visión de ciudad y lo que implica las transformaciones contenidas en la modificación del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), al igual que el cumplimiento de las metas del Plan de Desarrollo.
“Tenemos que hacer compatibles y comparables los datos que generamos a diferentes escalas y desde diferentes perspectivas para la ciudad; tenemos como reto fundamental producir información sobre aspectos de la ciudad que no conocemos al detalle”, explicó el funcionario.
Según Daniel Rodríguez, planificador urbano y profesor de la Universidad de Carolina del Norte, la tendencia hasta hace unos 10 años era adaptar partes de la urbe, por ejemplo el sistema de transporte, a la forma existente de la ciudad. “Hoy en día la idea es no ver el transporte como una manera de movernos sino verlo como una herramienta de formación de ciudad”, anotó.
La idea entonces es cambiar el modelo de crecimiento de la ciudad para traerla hacia los corredores donde queremos invertir en infraestructura, y de esa manera podamos también financiar una serie de obras importantes, por ejemplo espacios públicos, que son muy deficientes en muchas ciudades del mundo”, comentó Rodríguez.
Respecto a la modificación del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Bogotá, el experto destacó elementos que contempla éste como el cobro por densidades adicionales, el cual busca compartir un poco esos recursos para reinvertirlos en infraestructuras. Así mismo resaltó los cobros por plusvalías, sobre los que dijo, se han refinado. También se refirió a la emisión de pseudo-títulos valores contra potenciales adicionales de construcción a lo largo de corredores importantes. “Estas son herramientas de gestión innovadoras que algunas ciudades las han utilizado satisfactoriamente”, puntualizó Rodríguez.
Por su parte Armando Carbonell, director del Departamento de Planeación y Forma del Lincoln Institute planteó tres estrategias para hacer viable un crecimiento inteligente, “son éstas la densificación, adaptación al cambio climático, y reducción de la incertidumbre”.
Alfredo Garay, arquitecto y profesor de la Universidad de Buenos Aires y México, precisó que “un gran desafío es cómo generar ciudades más densas”. En su concepto no es fácil, “ya que las ciudades están parceladas”.
“Es necesario generar procesos de densificación pero igualmente de cualificación de ciertas partes de la ciudad, es decir abrir plazas, espacios públicos, ensanchar calles, incorporar nuevas formas de movilidad, propiciar más espacios de vida activa comunitaria de desarrollo cultural, que propicien ciudades más justas, equitativas y eficaces.
Respecto al POT de Bogotá manifestó que, con éste se abre una etapa muy importante para discutir proyectos urbanos. “La Administración ha planteado una serie de intervenciones, que suponen una transformación de la ciudad, con una lógica diferente, que mejoran las condiciones de vida de la ciudad”, subrayó Garay.
“Las ciudades de hoy tienen un dilema muy grande, que tiene que ver con la segregación de los grupos socialmente vulnerables. Esa segregación está dando lugar al fenómeno del gueto”, comentó.
Frente a dicho fenómeno Sabatini mencionó estrategias para hacerle frente, tales como incentivos a los promotores inmobiliarios, “por ejemplo conceder más altura de la que permiten las normas a cambio de que incorporen vivienda social”. Así mismo trabajar a nivel de infraestructura de transporte, e “incidir sobre las densidades para ir permitiendo que la ciudad se vaya haciendo más densa, más peatonal y más mezclada socialmente”.