Aunque impedida por norma constitucional para aspirar a la presidencia, la líder opositora y nobel de la paz Aung San Suu Kyi ejercerá el poder en Birmania pero deberá hacer un trabajo de filigrana política ya que la élite militar mantiene su presencia e influencia a través de curules en el Parlamento, ministerios clave y el manejo de la inteligencia nacional.
Si bien, Suu Kyi y su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND) obtuvieron la mayoría absoluta en ambas cámaras del Parlamento lo que le permitirá no sólo formar gobierno sino adoptar las leyes que se necesiten para realizar el anhelado cambio político en Birmania se verá forzada la Nobel de Paz a recalar en el diálogo con los militares y en su discurso de reconciliación nacional para que efectivamente se consolide la transición hacia la democracia.
La hija del héroe de la independencia en este país asiático encarna la esperanza de libertad y cambio para millones de ciudadanos, quienes así lo expresaron con su voto dándole contundente victoria en toda la nación, desde las regiones más remotas del norte hasta Rangún.
Así, tras décadas de lucha contra el autoritarismo, que inclusive la llevó a años de arresto por ser considerada disidente política, la hoy diputada alcanzará por fin el poder con el compromiso de pasar la página de un régimen militar que dejó el país en ruinas, oprimió a la población durante décadas y le impuso un arresto domiciliario durante 15 años.
Con una posición férrea y un discurso claro, Suu Kyi desafió las leyes impuestas por la junta militar al anticipar, previo a la cita de las urnas que “en caso de victoria dirigiré el gobierno y estaré por encima del presidente". Ahora, con un contundente triunfo formará el nuevo Ejecutivo, un paso más y decisivo hacia una tímida transición democrática, la que se inició con las primeras legislativas libres en 2011 donde obtuvo su escaño de diputada.
Y pese a que su partido tiene la mayoría en ambas cámaras parlamentarias deberá ser diplomática con los militares que tienen, por la ley que impusieron, no sólo el 25% de los escaños, sino el manejo de los ministerios del Interior y Defensa, cuyo nombramiento depende del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
En una muestra más de cortesía que de real “distensión”, el poderoso jefe del ejército, Min Aung Hlaing, prometió esta semana "cooperación con el nuevo gobierno durante el período poselectoral" y felicitó al partido de Suu Kyi, en un mensaje similar a los que ha lanzado el actual presidente, Thein Sein.
A sus 70 años, la opositora y Nobel de Paz hará realidad no sólo su sueño, sino el de su padre, Aung San, héroe de la independencia que fue asesinado, en 1947, cuando ella tenía dos años. Está comprometida con una Birmania democrática y libre.
Criada y formada prácticamente en el exilio, primero en India y después en Reino Unido donde se casó con un profesor universitario de Oxford con el que tiene dos hijos (es por esta razón por la que no puede aspirar a la presidencia, tener descendientes extranjeros), decidió volver a Birmania en 1988 para estar junto a su madre.
El momento y el lugar equivocados argumentarían después muchos de sus seguidores porque su regreso tuvo lugar en pleno levantamiento contra la junta militar, cuya represión se convirtió en un baño de sangre. Fue cuando decidió jugarse de lleno por el destino de su país y nace Suu Kyi como símbolo de libertad, democracia y un futuro mejor.
Aunque la junta la autoriza a formar la LND, rápidamente se le impone el arresto domiciliario. A distancia, asiste a la victoria de su partido en las elecciones de 1990, cuyos resultados la junta rechaza reconocer.
Así pasan los años encerrada en su casa situada al borde de un lago en pleno Rangún, donde recibe la visita de pocas personas autorizadas, así como de sus dos hijos que viven en Inglaterra con su padre. Este último murió de cáncer sin que su esposa pudiera ir a darle el último adiós, por temor a no poder regresar a Birmania.
Birmania ha estado más de medio siglo en manos de los militares, primero bajo la dirección de una junta y, desde 2011, con un gobierno en parte civil pero dirigido por su aliados. A principios de 2016, el parlamento debe elegir al próximo presidente y entre los nombres que está el de Shwe Mann, un exgeneral que también ejerce de portavoz parlamentario, un candidato de compromiso cercano partido en el poder saliente, pero que perdió su escaño en las elecciones.
Muchos de los votantes de la NLD siguen desconfiando del ejército y de sus colaboradores. En 1990 el partido ganó unas elecciones por mayoría pero la junta ignoró el resultado y reforzó su poder.
Veinticinco años más tarde, Suu Kyi ha pedido una "reconciliación nacional" para que el país pueda llevar a cabo una transición pacífica hacia la democracia.
El portavoz de la LND, Nyan Win, aseguró que su partido pidió la apertura de un diálogo, tras conocer los resultados. "Sólo después de esos encuentros podrán avanzar las cosas", afirmó.
El presidente estadounidense Barack Obama ha sido uno de los mayores apoyos del proceso prodemocrático en el país y de la figura de Aung San Suu Kyi, a la que visitó en varias ocasiones. También llamó al presidente Thein Sein para felicitarle por organizar unas elecciones generales libres e históricas y le pidió que luche contra la intolerancia religiosa, promueve la democracia y resuelva la situación de los musulmanes rohingya, la minoría étnica perseguida, excluida y sin patria.
Cinco años después de haber sido liberada tras 15 años de arresto domiciliario, exactamente el 13 de noviembre de 2010, Suu Kyi no sólo reivindica lo que desde entonces fue su firme determinación, la victoria de su partido para gobernar Birmania, sino que asume el enorme reto de hacer realidad la esperanza de los millones de personas que la respaldaron: un nuevo país, con derechos y libertades./EL NUEVO SIGLO con AFP