Ya se cumplieron dos años de la renuncia de Benedicto XVI a su pontificado. Un hecho que causó sorpresa mundial. El cardenal y teólogo alemán Joseph Ratzinger expresó que se retiraría para dedicarse a la oración, también marcó límites a la relación que tendría con su sucesor. Entre los argumentos para alejarse, el de la edad y falta de “fuerzas” para encarar los desafíos del mundo moderno.
El Papa emérito ha cumplido al pie de la letra su promesa, quien con su silencio jamás interviene en las decisiones del Papa Francisco. La meditación, la lectura y tocar piano, además de recibir visitas en el monasterio donde reside son las actividades cotidianas de Benedicto XVI. Gusta que ahora sus colaboradores y allegados lo llamen “padre Benedicto” y no por el solemne Su Santidad. Ha guardado profundo respeto y fidelidad a su propósito de no ser intrusivo en lo que determine el actual Pontífice argentino, quien lo considera un “abuelo sabio que vive en casa”.