Benedicto: la Iglesia por encima del trono papal | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Febrero de 2013

A sus 89 años comunica al mundo que “le faltan fuerzas” para seguir con su ministerio. Especulaciones sobre el sucesor. En Pascua, “habemus Papa”

En la mayor  prueba de la entrega a su Iglesia, demostrando que nunca buscó el “poder por el poder” y que lo prioritario es la lúcida y acertada conducción del rebaño, Benedicto XVI decidió renunciar a su ministerio papal.

“Como un trueno en el cielo sereno”, tal y como lo calificó el cardenal Angelo Sodano, por años el número dos de la Santa Sede, cayó el intempestivo anuncio que hizo en la mañana de ayer ante el Consistorio Vaticano Benedicto XVI, en un gesto histórico y que  abre un periodo inédito de transición en la Iglesia hasta Pascua, a finales de marzo, cuando se elegirá a un nuevo pontífice.

"Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma (...) de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice", expresó en latín Benedicto XVI ante la sorpresa generalizada de los purpurados que asistían al acto.

La noticia se filtró en cuestión de minutos porque una periodista de la agencia de prensa italiana Ansa, que sabía latín, escuchó en vivo y en directo al Papa al momento de anunciar su renuncia a los sorprendidos cardenales.

Hace seis siglos que un Papa no renunciaba a su pontificado. En el siglo XIII Celestino V abandonó de forma voluntaria el cargo al no sentirse preparado para la función. En 1415, Gregorio XII decidió renunciar en un contexto completamente diferente al actual, ya que era la época del gran cisma de Occidente cuando la Iglesia tenía tres Papas que competían entre sí.

La decisión la tomó Ratzinger sin consultar a nadie  al regresar de su viaje a México y Cuba, en marzo pasado. A la única persona que se la comentó fue a su hermano Georg Ratzinger, quien lo mantuvo como un secreto inquebrantable.

Aunque ser el Vicario de la Iglesia Católica es un cargo eminentemente religioso, tiene una trascendente connotación política mundial. La conducción de este inmenso rebaño implica posiciones claras, definidas, respetuosas y de consenso en todos los aspectos de la vida –desde la concepción misma hasta la posibilidad de  acabarla- . Es por ello que el gesto de Benedicto XVI de dar un paso al costado tiene una fuerte carga política y una acertada visión de su misión. Así, el pontífice alemán antepone la responsabilidad de ser el sucesor de San Pedro, el representante de Cristo en la tierra, a su persona.

A finales de este mes, el bávaro Joseph Ratzinger,  “rebautizado“ como Benedicto XVI el 19 de abril de 2005 cuando el colegio cardenalicio anunció “habemus Papa” pondrá fin a ocho años de pontificado durante los cuales estalló una grave crisis por los escándalos de pedofilia por parte de religiosos, filtración de documentos secretos (Vatileaks) y la creciente laicización.

Este pesado “legado” de la Iglesia Católica lo asumió Benedicto XVI con entereza, firmeza y decisión.  Así, plantó cara a los escándalos de abusos sexuales y fue el primer Papa en manifestar su “vergüenza” por los mismos al reunirse con las víctimas de los mismos en diferentes países como Irlanda y otros tantos de América del Norte y América Latina.

Soportó con estoicismo las acusaciones en su contra de no haber hecho lo suficiente durante los 24 años que pasó al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. No obstante, reconoció los "pecados" de la Iglesia y emprendió una operación de limpieza que se concretó con la dimisión de decenas de obispos.

En varias ocasiones expresó un perdón público a las víctimas y a reconocer, como lo hizo durante su viaje a Portugal -en mayo del 2010-  que la mayor persecución que sufría la Iglesia no venía de sus enemigos "externos" sino de sus "propios pecados", y prometió que los culpables responderán "ante Dios y la justicia ordinaria".

Optó así por la "tolerancia cero" contra los curas pedófilos con el fin de frenar la desafección y sospecha de la opinión pública.

En 2012, se vio confrontado a las filtraciones de documentos confidenciales, que condujo al arresto de su propio mayordomo, Paolo Gabriele, en un caso sintomático de las luchas intestinas en la Curia.

 

De línea dura

 

Así, este teólogo se confrontó al mundo y a los escándalos pero nunca abandonó sus principios: una férrea defensa de la ortodoxia católica y la tradición. De esta forma rehusó  cualquier modificación a las posturas de la Iglesia en materia de aborto, eutanasia, divorcio,  homosexualidad y manipulaciones genéticas.

Sin embargo fue el primer Papa en admitir el uso del preservativo, en casos específicos, para evitar la propagación del Sida.

En múltiples ocasiones hizo pública su convicción de que el cristianismo sólo será creíble si es exigente. De esta forma manifestó que prefería una Iglesia minoritaria y convencida a una comunidad de fe vaga.

A lo largo de su papado prefirió rodearse de prelados cercanos y de doctrina firme. Intentó durante años mantenerse alejado de las intrigas de la Curia, pero al final se ve alcanzado por éstas, cuando su mayordomo Gabriele hace filtraciones de documentos privados y secretos.

En cuando a las reformas internas, Benedicto XVI se mostró muy reservado y cerró la puerta a toda evolución sobre el celibato de los sacerdotes.

En línea con su antecesor, Juan Pablo II, impulsa el diálogo ecuménico y en ese sentido no sólo multiplica los gestos hacia los tradicionalistas, abre las puertas a los anglicanos conservadores -opuestos a la ordenación de mujeres y homosexuales-, sino que acentúa los acercamientos con los ortodoxos, sin ocultar sus divergencias fundamentales con los protestantes.

El sucesor de Pedro también se acerca a otras religiones. Con el islam, que irritó con unos comentarios sobre religión y violencia en un discurso en Ratisbona en 2006, el diálogo sería a veces difícil. No obstante, multiplica los llamamientos a la coexistencia entre católicos y musulmanes.

Con el judaísmo prosigue la línea de proximidad de Juan Pablo II, aunque la causa de la beatificación del papa Pío XII, contestada por su actitud durante la Segunda Guerra Mundial, crea cierta irritación.

Ferviente apóstol de la paz en Oriente Medio, Benedicto XVI defiende la creación de un Estado palestino junto al de Israel, y se moviliza por los cristianos de Oriente.

Esos esfuerzos ecuménicos fueron reconocidos por los patriarcas de diferentes religiones, entre ellos el gran Rabino askenazi de Israel, Yona Metzger quien resaltó que "bajo su autoridad, las relaciones entre el Gran Rabinato y la Iglesia, entre el judaísmo y el cristianismo, se hicieron más estrechas lo que condujo a una disminución de los actos antisemitas en el mundo".

Esos múltiples frentes de su misión, aunados a sus viajes apostólicos y al desgaste de su avanzada edad fueron minando sus “fuerzas”, tal como lo reconoció ayer y por eso su gesto histórico de renunciar. Sin embargo hay que admitir y exaltar que durante estos años de Pontificado, Benedicto XVI trató de reconciliar al mundo de la fe y de la razón en una Iglesia que enfrentaba múltiples escándalos.

 

Vocación y servicio

 

Nacido el 16 de abril de 1927 en Marktl am Inn, en una modesta familia católica de Baviera, el joven Ratzinger entró en 1939 al seminario y fue inscrito en las Juventudes Hitleristas, un enrolamiento obligatorio por decreto.

En varias ocasiones, como cardenal y como Sumo Pontífice, denunció "la inhumanidad" del régimen nazi y destacó el carácter involuntario de su afiliación juvenil.

Ratzinger fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951, nombrado arzobispo de Múnich en marzo de 1977 y proclamado cardenal el 27 de junio de 1977 por el papa Pablo VI.

Participó como consejero en las labores del Concilio Vaticano II (1962-1965), que modernizaron y renovaron a la Iglesia, una experiencia que lo marcó en todos los sentidos.

En el marco de las luchas dentro de la fe católica, Ratzinger se opuso con vigor más tarde a la "teología de la liberación", profesada por uno de sus alumnos, el brasileño Leonardo Boff, y a los disidentes, como el teólogo suizo Hans Kung, a los que condenó y alejó de la Iglesia.

Como Papa, tomó gradualmente una serie de medidas claves que confirmaron su sello conservador.

Autorizó la misa en latín (en septiembre del 2007),

Varias polémicas estallaron al inicio de su papado. La primera en septiembre del 2006 cuando vinculó durante una disertación en la universidad de Ratisbona a la fe musulmana con la violencia, lo que generó una ola de protestas violentas en los países islámicos.

En enero de 2009 levantó la excomunión de cuatro obispos integristas del movimiento ultraconservador de Marcel Lefebvre, entre ellos al británico Richard Williamson, quien niega la existencia del Holocausto nazi.

En dos ocasiones visitó América Latina. La primera en mayo del 2007, para asistir a la asamblea general de la Conferencia Episcopal de América Latina y el Caribe (Celam), celebrada en Aparecida, Brasil.

Negó en esa ocasión que la religión católica hubiese sido impuesta por la fuerza a los pueblos americanos, lo cual le valió duras críticas de religiosos y laicos que le recordaron las atrocidades cometidas por los conquistadores de América en nombre de la fe.

En marzo del 2012 visitó México y Cuba, donde defendió la libertad y los derechos de la Iglesia y recordó la primera e histórica visita de Juan Pablo II a la isla comunista en 1998.

Entre 2007 y 2012 publicó tres libros sobre la vida de Jesús, a partir de los datos fundamentales ofrecidos en los Evangelios y en otros escritos del Nuevo Testamento. En ellos reflexiona sobre la figura de Jesucristo en calidad de teólogo, no como sumo pontífice de la Iglesia católica, un imponente ejercicio intelectual, que además fue un éxito internacional de ventas.

Benedicto XVI escribió tres encíclicas: "Deus caritas est" (2005) sobre el tema de la caridad y del amor divino, "Spe salvi" (Salvados por la esperanza) (2007), en la que hace una autocrítica del cristianismo moderno y analiza sobre todo el pesimismo y el materialismo que sacude a los europeos y "Caritas in veritate" (En la caridad y en la verdad) (2009).

En un libro entrevistas publicado en el 2010 había reconocido que renunciaría en caso de incapacidad física o mental, tenía  previsto retirarse primero a la finca veraniega de Castel Gandolfo, en las afueras de Roma, para luego trasladarse a un monasterio dentro de los muros de la Ciudad del Vaticano.

 

Puja por sucesión

 

Una vez el Papa comunicó su sorpresiva renuncia comenzaron las especulaciones y análisis sobre su posible sucesor que será designado una vez se cumpla el trámite del cónclave en el que participa el colegio cardenalicio.

Colombia tiene actualmente tres purpurados (los monseñores Pedro Rubiano, Darío Castrillón y Rubén Darío Salazar) pero sólo éste último, hoy Arzobispo de Bogotá (70 años), puede participar en la votación, pues tiene menos de 80 años. Sin embargo, los tres podrían ser elegidos como sucesores del Pontífice.

El  portavoz del pontífice, el padre Federico Lombardi, anunció que el cónclave se celebrará alrededor de la Semana Santa (del 24 de marzo al 1 de abril) y para la Pascual habrá humo blanco, la centenaria señal que comunica al mundo que “habemus Papa”.

El sonajero de los posibles sucesores comenzó a moverse no sólo en el Vaticano, sino en el mundo, al punto que comienzan a “echarse las cartas” en las casas de apuestas, girando sobre si el nuevo Obispo de Roma será un africano o un italiano (hace varios años que no hay uno).

Así estarían el cardenal de Ghana Peter Turkson, el nigeriano Francis Arinze, el cardenal italiano Angelo Scola, el actual secretario de Estado y número 2 del Vaticano, Tarcisio Bertone o el canadiense Marc Ouellet, además de varios representantes de la iglesia latinoamericana.

El peso de América Latina, de donde proviene uno de cada dos católicos en el mundo (unos 500 millones sobre 1.200 millones de creyentes) será pues determinante en la elección y debe reforzar las posibilidades de que el nuevo Papa sea oriundo de la tierra de donde son

En la baraja papable hay por lo menos tres latinoamericanos, entre ellos, el hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, actual presidente de Caritas Internationalis; y los brasileños, Claudio Hummes y João Braz de Aviz.

Según la agencia de prensa italiana de juegos y apuestas Agipro News, los "bookmakers" británicos apuestan por un duelo entre Italia y África, a los que la agencia Paddy Power da respectivamente 2,75 y 3,00.

Un duelo confirmado por la lista de nombres que circulan: el cardenal nigeriano Francis Arinze lidera con 2,90, seguido del ghanés Peter Turkson con 3,25 y el canadiense Marc Ouellet (6,00).

El primer italiano es el arzobispo Angelo Scola (8,00), seguido del cardenal Bertone.

Los "bookmakers" están incluso apostando por el nombre del próximo pontífice: Pedro (5,00), Pío (6,00), Juan Pablo (7,00) o un nuevo Benedicto (9,00).

Sea quien sea el elegido deberá enfrentar, al igual que su antecesor, múltiples retos. Su “hoja de ruta” seguirá marcada por las demandas a la Iglesia en casos de pedofilia, la creciente amenaza de laicización y la férrea defensa de la doctrina de la fe./EL NUEVO SIGLO - AFP

 

El cónclave

El colegio cardenalicio, que deberá elegir al sucesor del primer pontífice alemán de la era moderna, está formado por 118 cardenales con derecho al voto, es decir con menos de 80 años de edad.

La mayoría de esos purpurados (67) fueron designados por Benedicto XVI, 51 recibieron el birrete cardenalicio de manos de Juan Pablo II y casi todos pertenecen a corrientes conservadoras dentro de la Iglesia.

De 118 electores, 62 son europeos, de los cuales 28 son italianos.

En total 19 provienen de América del Sur, 14 de América del Norte, 11 de África y 11 de Asia, y uno solo de Oceanía.

 

“Decisión lúcida y respetable”

Los  dirigentes políticos y religiosos internacionales saludaron al papa Benedicto XVI, expresando sorpresa y sobre todo "respeto" por su decisión de dimitir a causa de su avanzada edad, 85 años.

Barack Obama(presidente de EU): “Michelle y yo deseamos expresar nuestro aprecio y plegarias a su santidad Benedicto XVI.  La Iglesia juega un papel decisivo en Estados Unidos y el mundo, y le deseo lo mejor a los que pronto se reunirán para elegir al sucesor de su santidad”

Angela Merkel(canciller de Alemania): "Si el propio Papa, después de reflexionar, ha llegado a la conclusión de que sus fuerzas ya no bastan para ejercer la función, merece mi mayor respeto.

David Cameron(premier inglés): “Benedicto XVI le faltará como líder espiritual a millones de personas. A él mis mejores deseos”.

Francois Hollande (mandatario francés): "La República saluda al Papa que toma esa decisión, pero no tiene por qué hacer más comentarios sobre lo que compete ante todo a la Iglesia".

Giorgio Napolitano(presidente de Italia) “El obispo de Roma dio prueba de "una extraordinaria valentía y de un sentido de la responsabilidad extraordinario".

Julia Gillard(premier de Australia): "Cuando fue electo, Joseph Ratzinger dijo que quería 'ser un simple obrero en la viña del Señor', y con esta dimisión, ha demostrado todo el alcance de esta humildad".

Justin Welby(líder espiritual de anglicanos). “Siento gran pesar pero una total comprensión por su decisión. Destaco la dignidad, clarividencia y valentía del obispo de Roma”

Juan Manuel Santos(presidente de Colombia): “Nos sorprendió la decisión del Papa. Gracias a él, el próximo 12 de mayo, allá en el Vaticano, Colombia tendrá su primera santa: Laura Montoya”.

Sebastián Piñera(presidente de Chile) “La renuncia Benedicto XVI es un acto de coraje y también de consecuencia".

Por su parte los  obispos españoles dijeron sentirse "como huérfanos", y la conferencia episcopal de Estados Unidos saludó su defensa de "las verdades eternas" y sus advertencias "contra la dictadura del relativismo".

La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) destacó la "humildad y grandeza del papa Benedicto XVI y que caracterizaron sus 8 años de pontificado".

La Conferencia Episcopal Venezolana dijo que la renuncia es un "buen ejemplo" para el mundo porque demuestra que el pontífice no busca "el poder por el poder", mientras la Iglesia uruguaya afirmó que el Papa pasará a la historia como una "mente brillante" que iluminó al mundo con su "sabiduría".

La conferencia episcopal mexicana consideró que fue una "decisión honesta", e invitó "a todos los católicos de México" a recibirla "con la oración"./AFP