El resurgimiento de tensiones en la zona euro pone de nuevo bajo presión al Banco Central Europeo (BCE), que el próximo jueves celebra su reunión mensual de política monetaria, aunque tiene escaso margen de maniobra.
La crisis política en Italia "influirá fuertemente en la confianza en la zona euro durante mucho tiempo", estima el economista del banco alemán Berenberg, Christian Schulz.
Además, frente al resurgimiento de tensiones en los mercados financieros y a las sombrías perspectivas de crecimiento, "aumenta la presión sobre el BCE para que actué más para sostener a la economía", añade.
Pero la institución no tiene muchas posibilidades. En principio, los analistas descartan que el BCE baje su principal tasa de interés, que se mantenga desde julio en 0,75%, un nivel históricamente bajo, porque no sería eficaz en el contexto actual.
"El nivel de la tasa directriz no es el principal problema, sino el hecho de que las tasas de crédito en la periferia [los países en dificultad] no reflejan la política de tasas bajas" que practica el BCE, subraya Michael Schubert, economista de Commerzbank.
Este problema de "transmisión" de la política monetaria a toda la zona euro, señalado en varias ocasiones por el presidente del BCE, Mario Draghi, se manifiesta con la disminución de créditos en la región. Las cifras publicadas el jueves muestran que los créditos al sector privado bajaron un 0,9% en febrero.
Estos datos reflejan a la vez las estrictas condiciones impuestas por los bancos para dar crédito y la escasez de la demanda, en particular de las pequeñas y medianas empresas, dos tendencias que podrían retrasar la esperada recuperación económica en el segundo semestre del año.
Sin embargo, el BCE no está dispuesto a comprar obligaciones emitidas por las empresas, una posibilidad preconizada por algunos economistas, estima Michael Schubert.
En cuanto a la compra de deuda pública, primero sería necesario que los países pidan ayuda de sus socios y se sometan a estrictos programas de reformas.
"Ninguna de estas medidas parece convincente", considera Christian Schulz, que apuesta más bien por un mensaje tranquilizador por parte de Draghi durante la conferencia de prensa del jueves tras la decisión sobre las tasas.
Euro sí, dracma no
Seis de cada diez griegos están a favor del euro y en contra de un regreso la dracma (ex moneda nacional), a pesar de las políticas de rigor impuestas en el país helénico desde hace cuatro año, según dos encuestas publicadas ayer.
La primera encuesta realizada por la compañía Marc a un grupo de 1000 personas muestra que el 63,5% de los encuestados "desea que el país permanezca" en la zona euro.
En cambio, un 29,8% respondió estar a favor del "regreso a la dracma", y un 6,7% se abstuvo.
La encuesta fue realizada entre el 26 y 28 de marzo, después de que el parlamento chipriota aprobara la polémica reestructuración de los bancos de la isla, impuesta por la zona euro y el FMI.
La segunda encuesta, realizada por MRB Hellas en las mismas fechas y en una muestra aleatoria similar, revela que un 58,3% de los encuestados están "a favor de que Grecia se mantenga en la zona euro, pero siguiendo una política económica diferente" a la de austeridad, estimando que eso "es posible".
Según este sondeo, un 20,4% de los encuestados considera que "el país debe permanecer en la zona euro y aplicar el plan de la UE y del FMI, porque no hay otra solución", mientras que un 16,5% cree que "Grecia debe abandonar el euro"./AFP