La adopción de un billete de $100 mil, no es conveniente para el país, señala la Asociación Bancaria, Asobancaria, el gremio del sector. Señala el organismo que con poca resistencia ha sido recibida la noticia de la creación del billete de $100 mil, una medida que se ha venido cocinando desde hace algún tiempo y cuya materialización parece estar ad portas.
De acuerdo con el Banco de la República el billete de $100 mil tendrá el rostro del expresidente Carlos Lleras Restrepo, abuelo del actual vicepresidente, Germán Vargas Lleras.
El gerente del emisor, José Darío Uribe, explicó que ya hay una ley aprobada en la que se determinó que la cara del nuevo billete será la del expresidente liberal, quien dirigió Colombia entre 1966 y 1970.
“Hay una ley que fue aprobada hace un buen número de años que dice que la próxima denominación del billete debe salir con la cara del doctor Carlos Lleras Restrepo”, indicó Uribe.
Necesidades
De acuerdo con el Banco de la República, la economía colombiana requiere una denominación más alta que la del actual billete de $50 mil.
“Existen metodologías que usamos en los bancos centrales y cuando las aplicamos nos señalan que a finales de 2015 y principios de 2016 tenemos que poseer una nueva denominación, que dadas las condiciones de hoy, es un billete de $100 mil”, agregó el gerente del emisor.
Se estima que el nuevo billete podría entrar en circulación a finales de 2015 o principios de 2016.
A su vez, la Asociación indica que los resultados para Colombia, respecto a una muestra representativa de países permiten concluir que habría espacio para emitir un nuevo billete con mayor denominación.
“En efecto, desde que se incorporó el billete de $50 mil en el año 2000, nuestro ingreso per cápita ha pasado de 2.500 dólares a niveles de 7.800 dólares, lo que representa un crecimiento de 212% y de allí que esta iniciativa luzca en principio razonable. También es cierto que, si bien el diseño e impresión de un nuevo billete acarrea costos, la emisión del mismo -en este caso- contribuiría a una reducción en el gasto de imprenta del Banco de la República (el cual supera los 70 mil millones de pesos al año), toda vez que se requeriría menos circulante para mantener una misma base monetaria.
Los costos
Señala Asobancaria que “Colombia tiene en este aspecto algunas particularidades que, de entrada, hacen que esta medida luzca desafortunada. Y es que no son pocas ni menores las razones que hacen que debamos ver con reserva esta medida que, entre otras cosas, conllevaría a reducir de forma sistemática el costo asociado al uso del efectivo”.
Cabe recordar que, como lo ha venido señalando tanto la Asociación Bancaria como distintos diagnósticos académicos, en Colombia los niveles de uso del efectivo lucen elevados y son significativamente superiores a los que debería tener de acuerdo con su nivel de desarrollo.
A este respecto, la Asociación Bancaria ha venido señalando en varias oportunidades que este rezago en los niveles de uso del efectivo tiene perjudiciales efectos sobre el desempeño de la economía colombiana y de allí que reiteremos la inconveniencia de esta iniciativa en la medida que obstaculiza los avances en materia de reducción del efectivo y pone trabas adicionales a los procesos de inclusión financiera.
Entre las principales razones que aduce el gremio financiero para la medida, está el de “facilitar el transporte de los dineros ilegales y fomenta por esta vía la ilegalidad. El efectivo garantiza el anonimato de quienes lo utilizan, gracias a la elevada dificultad para rastrear las transacciones realizadas por este medio”.
“Lo anterior entorpece el proceso de vigilancia por parte de las autoridades por lo que promueve la realización de actividades ilegales en un país donde el tamaño de la economía que opera por fuera de la ley oscila entre un 1,6% y 3.0% del PIB”.
De otro lado, la iniciativa contribuye a dinamizar la evasión en la medida en que termina fomentando el uso del efectivo de transacciones de muy alto valor. Esta medida no está orientada para el uso del efectivo en actividades cotidianas como el pago del transporte público o compras de bajo costo, sino para fomentar, en personas de ingresos altos, el uso de efectivo en transacciones de alto valor (finca raíz, vehículos, etc.), lo que resulta proclive a la evasión de las obligaciones tributarias. Ello sin desconocer que el uso del efectivo impone ciertas dificultades en la vigilancia de las normas tributarias por parte de la DIAN.
Los tributos
Indica Asobancaria que el mayor uso del efectivo terminará promoviendo la informalidad en la economía, que en Colombia se encuentra entre el 30% y el 38% del PIB. Cabe recordar que las transacciones en efectivo impiden en muchas ocasiones que las autoridades puedan verificar los ingresos efectivos de algunas firmas, por lo que los impuestos directos -como el impuesto a la renta- y los indirectos -como el IVA y el ICA- tienden a evadirse.
En efecto, si las transacciones que se realizan con medios de pago electrónicos pueden ser verificadas por las autoridades, las empresas que no pagan impuestos actualmente se verían obligadas a hacerlo. Esto podría terminar incentivando la permanencia en la informalidad en la medida en que, por esa vía, las cargas tributarias lucen menores.
Además manifiestan los expertos de la entidad que “si bien es cierto que aquellos que defienden la denominación de un billete de $100 mil argumentan que esto contribuye a reducir los costos de transacción (en parte por su menor peso y facilidades de transporte), también es cierto que hoy en día existe un desarrollo de los medios de pago electrónicos (y que cuentan con auditoría fiscal) que permite hacer movimientos de dinero en ausencia de dichos costos”.
Ahorro
De hecho, la naturaleza de la transición de los pagos en efectivo a los electrónicos radica precisamente en el ahorro de los costos de transacción asociados. Diversas estimaciones indican que un pago electrónico cuesta entre la mitad y una tercera parte de uno realizado en efectivo, lo que le permite a las economías ahorrarse, en promedio, cerca de 1% del PIB.
Asimismo, dicho reemplazo impide acopiar registros de las transacciones y recolectar información sobre los hábitos de pago de los consumidores, característica que tiene más peso en segmentos de la población en situación de pobreza.
De manera desafortunada, en Colombia la preocupación por disminuir los niveles de uso del efectivo ha pasado a un segundo plano. La estructura tributaria del país promueve que las transacciones se realicen en papel moneda frente a medios de pago electrónicos, aun cuando estos últimos son más seguros y eficientes.
Antitécnico
El caso más difícil es el impuesto al 4 por mil o Gravamen a los Movimientos Financieros, GMF, el cual ha sido ampliamente reconocido como antitécnico por desintermediar la economía, frenar la profundización financiera, aumentar el costo de capital y reducir el crecimiento y el bienestar. Incluso, recientes estudios han mostrado que el efecto neto sobre el recaudo de la eliminación de este gravamen es casi nulo.
La ANIF describe que, si bien el sacrificio inicial en el recaudo por cuenta de la eventual eliminación del GMF estaría alrededor del 0,8% del PIB, tendría la doble virtud de aumentar la bancarización y por esta ruta mejorar entre un 5% y un 10% los montos recogidos por el impuesto de renta y el IVA. Más aún, bajo un tímido crecimiento del 5% en la efectividad del recaudo de dichos tributos, se lograría aumentar los ingresos de la nación en 0,6%, compensando casi en su totalidad la reducción de ingresos inicial.
Medios de pago
Cabe señalar también que la Banca mantiene y mantendrá los esfuerzos por promover los medios de pago electrónicos haciendo importantes inversiones en sus plataformas tecnológicas. “Desde la Asociación Bancaria hemos venido señalando, que la oferta de productos financieros de la Banca ha mostrado un progreso notable, aspecto en el que hay que destacar la creación de las cuentas de ahorro de trámite simplificado (CATS), los depósitos electrónicos (DE) y las cuentas de ahorro electrónicas (CAE), que son productos financieros sin cuota de manejo y sin ningún tipo de depósito inicial”, señalan.
Sostienen los banqueros que “el grado de diversificación de los servicios financieros ha llegado incluso al punto de ofrecer monederos electrónicos que permiten llevar a cabo un número ilimitado de operaciones de forma gratuita”.
Explican los bancos que “aunque son aparentemente loables las motivaciones del Banco de la República para la emisión del billete de $100 mil, en opinión de la Asociación Bancaria esta iniciativa resulta altamente inconveniente en la medida en que no sólo terminará promoviendo el uso del efectivo con todos sus efectos adversos sino que terminará constituyéndose como un palo en la rueda adicional en materia de inclusión financiera y bancarización”.
Asegura la Asobancaria que “creemos que existen otras alternativas para homenajear a Gabriel García Márquez más allá del simple hecho de plasmar su rostro en un billete. La regulación y las políticas económicas de carácter monetario deben encauzarse dentro de un marco de objetivos común. Buscar mecanismos regulatorios y económicos que permitan dinamizar la inclusión financiera, al tiempo que se incorporan otros que la desincentivan termina siendo una apuesta victoriosa por la descoordinación y el desengranaje de las políticas públicas. El Gobierno y la autoridad monetaria deben continuar focalizando esfuerzos para evitar que Colombia (lejos de parecerse a un país lleno de mariposas amarillas) continúe destacándose por mantener niveles elevados en el uso del efectivo y en la informalidad que rayan con el realismo mágico”.
Circulación
El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, dijo sobre el billete de $100.000 que “de todas maneras, en el mejor de los casos, un billete de esa denominación no circularía antes del segundo semestre del 2015”.
El tema sobre la emisión de un billete de $100 mil no es nuevo en el seno del Emisor. Ex codirectores de la entidad recuerdan que hace alrededor de siete años se habló del asunto y se corrieron los modelos para ver la posibilidad de tomar la decisión, pero se comprobó que no era necesario hacerlo.
Señalan que cuando el Emisor toma la decisión de sacar una nueva denominación de billetes es porque la economía lo necesita y no por un capricho.
Otros ex directivos del banco central señalan que el organismo tiene modelos matemáticos para determinar cuál es el momento de sacar una nueva denominación de billetes, y con base en los resultados se toma la decisión. En opinión del excodirector del Banco de la República, Juan Mario Laserna, el país no necesita en la actualidad un billete de $100 mil porque tiene una inflación baja y controlada alrededor del 3 por ciento y porque los actuales billetes de $50 mil son suficientes para las necesidades de la economía.
El billete más reciente que se lanzó en Colombia es el de $50 mil, que salió a circulación en el año 2000. Según estadísticas del Banco de la República con corte a septiembre pasado, en Colombia circulan 2.220 millones de unidades de las distintas denominaciones. En monto, eso representa 45,8 billones de pesos.