La Barca, telerevista que transmite William Calderón por el canal 147, presentó anoche una promesa de Luis Pérez Gutiérrez, Lupe, aspirante a la alcaldía de la capital antioqueña. Ofreció bañarse, dos días después de posesionado, en las pestilentes aguas del río Medellín. Respaldan a Lupe el 90% de su partido, el Liberalismo, y el 95% de los conservadores. Entonces, para obtener votos no necesita esa clase de promesas fatales. Con ellas se expone a tener menos electores. Miles de paisas, todos devotos católicos, rehusarían ser cómplices de un suicidio. Es sabido que decenas de borrachos, caídos por descuido al tétrico río, han muerto víctimas de horribles infecciones.
Gómez Hurtado. Faltando un mes, trece días para cumplirse el décimo sexto aniversario del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, continúan patéticas la resistencia y la falta de interés del Estado para localizar y sancionar a los autores materiales e intelectuales. Su hermano, el exsenador Enrique Gómez Hurtado, narra esas infames conductas en las 251 páginas del libro titulado “¿Por qué lo mataron?” .Desde el dos de noviembre de l985, se hizo clarísima la voluntad oficial de ocultar nombres y hechos. En concreto, lo evidente ha sido la decisión de mantener a los investigadores sin los instrumentos adecuados para un trabajo exitoso. Como se lee en la obra citada, gobernantes y fiscales se han limitado observar en el magnicidio un esfuerzo de admiradores del entonces desacreditado presidente Ernesto Samper para no verlo lanzado de la Casa de Nariño.
Caso Arias. La oferta de beneficios penales a mujeres y hombres de plena confianza de Andrés Felipe Arias en el ministerio de Agricultura les hizo voltearse de obra y de palabra contra su antiguo jefe. En las últimas semanas han sido los más efectivos acusadores. Sin embargo, a cada uno de ellos le ha abismado Camila Reyes, ex asesora principal de Arias. La dama cayó al extremo de enunciar como “actos inmorales y punibles” del ex ministro las órdenes que habitualmente todo responsable de una entidad expide a sus colaboradores inmediatos. Si la justicia le cree, Arias enfrentaría de 15 a 20 años de encarcelamiento. Su futuro podría no estar en la Casa de Nariño, sino en prisión rodeado por delincuentes comunes.