Con la reforma del “12-70” (es decir, de 70 años como edad de retiro forzoso y los 12 de período fijo) los actuales magistrados de las altas Cortes sencillamente se ganaron El baloto: no serán cuatro años más de período sino un nuevo período de doce años que se empezará a contar a partir de la promulgación del acto legislativo de reforma a la Justicia. O sea que podrán completar hasta 20 años en el cargo.
Historia. Así ocurrió con los magistrados de las altas Cortes que fungían como tales al ser aprobada la reforma constitucional de 1991, que estableció el período de ocho años que antes no existía, pues nuestros magistrados eran vitalicios. En virtud de la ley estatutaria de la Administración de Justicia se estableció que dicho período se empezaría a contar para los magistrados en ejercicio a partir de la vigencia de la Constitución del 91. Por esta interpretación, todos los que entonces ejercían la magistratura en el momento de entrar en vigencia la nueva Carta empezarían de cero su nuevo período. Para este caso hubo magistrados que alcanzaron a estar hasta casi 30 años.
Se tiene en cuenta que la norma dice que el período debe ser de 12 años, o sea que este es un nuevo aire para los actuales magistrados, pues la norma no es retroactiva y la Constitución siempre es intemporal.
Se beneficiaron en el pasado de esta circunstancia, entre otros, los magistrados Julio César Uribe Acosta, Carlos Betancur Jaramillo, Daniel Suárez y Mora Osejo.
Plomo y paz. Para contribuir a la confusión general, el presidente Santos después de encontrarle un marco jurídico a la paz, promete plomo. Recogiendo lo dicho por Gabriel Meluk sobre el fútbol, este deporte es como las pizzas que son redondas, vienen en cajas cuadradas y se comen en triángulos. Así son las propuestas de Santos: dicen unas cosas, que se interpretan de distinta manera para terminar haciendo todo lo contrario.
Vaivenes. Antes de la administración Pastrana, en 1997, Santos propuso el despeje del Caguán; luego, gracias a una carta que le remitió el ex presidente López, en la que criticó el proceso de paz, por conservador, Santos se prestó para hundir el proyecto. Posteriormente, como ministro de Pastrana, lo apoyó. En la era Uribe se convirtió en implacable enemigo del proyecto de Pastrana y ahora, con toda la acumulación de experiencias, ofrece un marco jurídico para la paz. Santos habla de los enemigos de la paz, con la misma vehemencia con la que ofrece bala a la insurgencia, como lo hizo en el Huila con motivo de los 400 años de Neiva, cuando sin sonrojarse dijo: “A la paz llegaremos por la razón o por la fuerza”. (Diario del Huila, 25 de mayo de 2012).
Auditorios. Santos acostumbra decir lo que los auditorios quieren oír. En Tolemaida defendió al Ejército, mientras en el Congreso ofrecía mermelada para enterrar el fuero militar. Los que saben afirman que la verdad es la primera gran damnificada de la guerra. Ahora ofrece impunidad a los congresistas y garantiza prebendas a los magistrados, mientras los procesos duermen el sueño de los injustos.