Presencia indirecta a través de las pandillas para manejar las redes de microtráfico y de extorsión tiene las Bandas Criminales (Bacrim) que hacen presencia en el territorio nacional.
El tema volvió a plantearse luego de los actos vandálicos del jueves pasado en la capital que desembocaron en graves hechos de violencia en los que además de la destrucción de infraestructura, saqueos, hubo dos personas muertas y cientos de heridos.
Tras las denuncias del alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro, quien afirmó que las Bacrim hacen presencia en la capital y las responsables de los desmanes, expertos en seguridad urbana explicaron la realidad de esta problemática.
Para Ariel Ávila, investigador de La Fundación Paz y Reconciliación aunque no se ha detectado la presencia concreta con las características de estas organizaciones, sí se ha identificado una relación con las bandas delincuenciales de la ciudad.
“No hemos encontrado una presencia activa o permanente de bandas criminales como en el caso de Medellín o en el caso de Cali. Lo que sí hemos encontrado es una relación entre las bandas criminales con las bandas delincuenciales y de las bandas delincuenciales con pandillas”, expresó Ávila.
El investigador afirmó que en el caso de los disturbios del jueves pasado en Suba, donde un CAI fue incendiado, una Bacrim contrató a una pandilla para generar violencia en las marchas.
“Lo que pasó en Suba fue que una banda criminal contrató a una pandilla y esta a su vez contrató a unas pandillas pequeñas, eso lo hemos llamado el fenómeno de subcontratación criminal, que es la tercerización de la criminalidad”, dijo.
En este sentido, el especialista sostuvo que “ahora las Bacrim contratan a las pandillas en las ciudades para que vendan la droga, cobren extorsión, hagan seguridad privada y con eso ellos garantizan los ingresos y evitan la exposición”.
Ávila aseguró que en la capital del país existen 24 grandes pandillas que pueden volverse más peligrosas.
“La afirmación del Alcalde de que hay fronteras invisibles también es un poco fuerte, aunque sí existen zonas donde los jóvenes no pueden pasar de una zona a otra, no es tan grave. Tampoco hay división territorial, ni sitios vedados para la Fuerza Pública”, recalcó.
El investigador dijo que la Policía subestima el peligro de estas pandillas, fenómeno que podría ser mucho más peligroso de lo que se cree.
“Lo que sí comparto con el Alcalde es la preocupación de que la Policía piense que son bandas delincuenciales pequeñas de jovencitos desadaptados, que piensen que sea un tema de familia, cuando es mucho más delicado. Mi posición no es tan radical como la del Alcalde, pero no tan simplista como la Policía”, puntualizó.
‘mejicanización’ colombiana
Camilo González, exministro y director del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) coincidió con Ávila al decir que las grandes organizaciones criminales del país están entrando por medio de la contratación de bandas urbanas.
“Sí se registra presencia de algunas acciones relacionadas con estas Bacrim, no en detalle de lo que dice el Alcalde, pero sí de estructuras del microtráfico que están asociadas a la cadena de estas organizaciones o bandas que tienen su propia lógica delincuencial que trabajan bajo la modalidad de outsourcing”, anotó.
Aunque descartó que Bogotá esté rodeada de estos grandes grupos, aseguró que se han identificado organizaciones provenientes de varias regiones del país que están buscando asentarse en las periferias de la capital.
“Hay algunas situaciones problemáticas como en San Cristóbal, en Bosa y en Suba donde hay mafias que están intentando asentarse en el territorio, controlarlo y cobrar extorsiones, eso es algo que está detectado”, expresó González.
“Son grupos provenientes de los Llanos orientales y otros que se asocian con ‘Los Rastrojos’, estas son las dos estructuras que han hecho algún tipo de incursión en Bogotá, pero hay otros grupos que tienen una lógica más de delincuencia urbana que articulan para trabajos específicos con los grupos más grandes”, recalcó.
Frente a los disturbios de la semana pasada explicó que se evidenció el accionar de unas estructuras muy fuertes no vinculadas con los campesinos, que causaron un daño considerable a la ciudad.
“Lo que se sale de todo patrón fue lo que ocurrió en Bosa y en Suba donde grupos juveniles cohesionados hostigaron a la Fuerza Pública. Por la información que se ha conocido, existen unas estructuras que no obedecen a la lógica de la protesta campesina”, precisó.
El Director de Indepaz dijo que la dimensión de estas nuevas protestas podría estar dando paso a la ‘mejicanización’ colombiana en la medida en que se puede estar generando la creación de nuevas bandas en las ciudades vinculadas con el narcotráfico.
“En el problema de violencia urbana se mezclan muchas cosas como en las grandes capitales latinoamericanas donde se mezcla el narcotráfico y el microtráfico y se puede volver un problema mayor en el que se esté presentando un fenómeno que no se pueda asimilar a las Bacrim, pero sí de una nueva generación de bandas urbanas. Se podría llegar a una ‘mejicanización’. Procesos más articulados con la criminalidad del narcotráfico”, enfatizó.
No hay Bacrim
Alfredo Rangel, analista y director de la Corporación Seguridad y Democracia señaló que en el caso que advirtió el Mandatario capitalino no se cumplen las condiciones que tiene una Banda Criminal como lo han identificado los organismos de seguridad.
“Ese término genérico es muy susceptible de abuso y de criminalización. Si eso es lo que está pensando el Alcalde, banda criminal puede ser cualquier cosa. Entonces seguramente esos pequeños grupos delincuenciales tienen mucho que ver con el vandalismo que se presentó en Bogotá, pero si pensamos en las bandas criminales como unos aparatos jerarquizados, con capacidad militar, con control de territorios, creo que sería un poco exagerado y no correspondiente con la realidad”, indicó Rangel.
El especialista expresó que en la capital “lo que se da no es ni asomo con lo que ocurre en Medellín. Allí lo que hay son unas organizaciones muy fuertes ligadas a estructuras nacionales y que han tenido una capacidad de territorio y de la población que las bandas de Bogotá nunca han tenido”.
“Bogotá es una ciudad muy grande, que es sitio de lavado de dinero, de refugio, eventualmente sitio de vendetas de organizaciones criminales, pero no tiene un asentamiento como tal en la capital”, puntualizó.
A su vez, el exdirector de la Policía, el general retirado Luis Ernesto Gilibert, descartó la posibilidad de que en el país haya presencia de estos grupos.
“Lo que sí puede suceder es que esporádicamente vengan a cumplir actividades en Bogotá con el ánimo de subvertir el orden de una marcha pacífica, pero eso no quiere decir que la banda actúe en bloque y la capital sea objeto permanente de dichas actuaciones”, aseveró.
“Las Bacrim, dedicadas al narcotráfico y atentar contra la vida de las personas, dedicadas al narcotráfico y al secuestro, no están asentadas en la capital. Es posible que los componentes de bandas estén en la ciudad porque sus personas cercanas están acá porque esas bandas necesitan elementos para subsistir que no pueden tener en la ciudad. Su mismo perfil les dificulta hacer presencia en las ciudades”, enfatizó Gilibert.
El exdirector de la Policía consideró que las pandillas, la delincuencia organizada y la delincuencia común pueden estar siendo utilizadas para violentar las protestas en Bogotá. “En cuanto a las protestas se presentaron agitadores profesionales. Esas personas obedecen a organizaciones que las están utilizando”.
Informe Indepaz
Para 2012 el informe de Indepaz sobre presencia de grupos armados al margen de la ley en Colombia arrojó actividades en 409 municipios. Sin embargo, lo llamativo se concentra en el tema del número de estructuras que actúan en estos municipios. En 2011, Indepaz, junto con otras organizaciones que hacen seguimiento al conflicto, coincidían con el Gobierno en la preeminencia de cinco grandes grupos (Rastrojos, Urabeños o Gaitanistas, Paisas, Águilas Negras y Erpac), pero también llamaba la atención sobre el comportamiento de estructuras con andamiaje más regional.
El balance de 2012 para Indepaz presenta un panorama similar para las grandes estructuras, con la salvedad de lo sucedido con el Erpac. La dinámica realmente llamativa ocurre en las regiones, donde se asiste a cuatro situaciones:
a) aparición de nuevos grupos luego de los procesos de sometimiento a la justicia, como ocurrió con la entrega de los hombres del Erpac, que dio paso a los Libertadores de Vichada y al Bloque Meta.
b) reaparición de grupos regionales para ser apoyo en la guerra de las grandes estructuras, como lo sucedido con Los Machos, en Valle, y Renacer, en Chocó.
c) la aparición de nuevas estructuras, consecuencia de las disputas internas de los grandes grupos paramilitares, como las Autodefensas Nueva Generación, en Norte de Santander, y Héroes del Nordeste, en Antioquia.
d) continuidad de las actividades de grupos como la Oficina de Envigado, Cordillera, Cacique Pipintá y Autodefensas Unidas del Casanare.