Autopsia, una obra de risas e ironías del Anhelo del Salmón | El Nuevo Siglo
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Jueves, 10 de Noviembre de 2016

Como una experiencia voyerista, una irrupción invisible a la frágil intimidad de una familia, así se podría catalogar Autopsia, la nueva obra de la Compañía El Anhelo del Salmón, inspirada en el texto Autopsia a un Copo de Nieve del mexicano Luis Santillan; bajo la dirección de Edward Gómez, con la actuación de Ana Otálora, Estibaliz Líppez y Santiago Mayorga; pieza que estará en temporada de estreno hasta el 19 de este mes en La Futilería. Enmarcada  en un  viejo baño de una antigua  y  devastada  casona, el  público vivirá  a  través  del  espejo  la historia de  esta  familia  que entre  juegos, mentiras  e ironías ven cómo sus vidas se salen de control.

Quizás el lugar más íntimo y al mismo tiempo más impersonal, sobre todo si es compartido por varios miembros de una familia, es el cuarto de baño;  es el  sitio de la higiene pero también de los secretos,  de las  canciones a  todo pulmón,  donde  surgen los  miedos,  donde  nos vemos al espejo,  y es en un baño  donde se ubica la  historia de Nicoleta, Natalikova y su “padre”. Una puesta en escena voyerista, donde el espectador espía y donde se construirán  los episodios de este manojo de razones para llegar “quizás” a la fatalidad.

¿Cómo construir un futuro para los más pequeños?,  ¿cómo  garantizar su felicidad?, ¿cómo evitar  la  rabia  y la  frustración  cuando  no  estamos preparados para  asumir esta  responsabilidad, cuando las  circunstancias de la  vida  nos convierten en padres  o  hermanos  sin quererlo?. Autopsia  es el drama de una pequeña ante la indiferencia, el abandono y la incomprensión convertido en poesía, quien por su corta edad no se pregunta por algo más allá de su necesidad de afecto y aceptación.

 “Esta pieza es una invitación a revisar por qué mueren las fibras vitales al interior de los hogares, es una obra que habla sobre las mutilaciones afectivas, sobre el avasallamiento de la adultez en la vida de los jóvenes”, afirma Edward Gómez, creador de la pieza; es en cierta forma una metáfora del espejo, porque es una confrontación a nosotros mismos, al vernos reflejados en nuestros actos íntimos. Es mirarnos desde el otro lado, es inspeccionar nuestras soledades y descubrirnos acompañados con ese otro, que tan solo parece ser un reflejo.