En más que una moda política pasajera se ha convertido la reelección presidencial en América Latina. Cada vez son más los países en donde está abierta la posibilidad de que el mandatario de turno puede repetir de manera inmediata en el cargo.
Esa es una realidad que debe tenerse en cuenta a la hora de analizar lo que está pasando en Colombia ahora que el presidente Juan Manuel Santos anunció que quiere “la reelección de sus políticas” de gobierno, aunque sólo en noviembre oficializará si buscará un segundo mandato, aunque hoy en el país pocos dudan de esa posibilidad.
Conocidas ya en Colombia las posturas a favor y en contra de la posibilidad de que un Jefe de Estado busque, estando en el poder, continuar como inquilino de la Casa de Nariño, es útil conocer cómo se ve esta debate en el resto del continente.
La racha
Lo cierto es que cuando Rafael Correa reasumió el viernes la presidencia en Ecuador entró a engrosar la creciente lista de mandatarios latinoamericanos que apuestan por la reelección consecutiva, una polémica vía en auge en la región que, según sus detractores, propicia la debilidad institucional y el personalismo político.
Correa logró reelegirse en febrero, su tercer triunfo electoral de hecho, aunque legalmente considerado su segundo período consecutivo, luego de que fuera aprobada la Constitución de 2008, que él mismo impulsó.
Los casos de Hugo Chávez en Venezuela, cuyo tercer mandato comenzó antes de que falleciera en marzo pasado, y Evo Morales en Bolivia, al que acaba de allanársele el camino para concurrir también a un tercer período presidencial, serían las versiones más extremas de esta tendencia.
Pero también optaron por repetir gobierno, y ganaron, Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil, Daniel Ortega en Nicaragua, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina...
Los peros
"En América Latina la reelección ha sido negativa porque ha estado atada a un proyecto político personalista", dijo a la AFP el sociólogo venezolano Ignacio Ávalos, que no ve "ninguna virtud" en esta modalidad.
"Está ligada a una intención clara de perpetuación en el poder, y si el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente", apunta el analista y columnista del diario Últimas Noticias de Caracas.
Daniel Zovatto, director para América Latina y el Caribe del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA International, con sede en Estocolmo), cree que la "efervescencia" reeleccionista es una "mala noticia" que confirma que los sistemas políticos de la mayoría de los países latinoamericanos "tienen problemas similares centrados en una perenne debilidad institucional y un exceso de personalismo".
En su artículo "Consolidación del reeleccionismo presidencial", que se publicará en los próximos días, Zovatto sostiene que aunque algunos países de la región ya permitían la reelección única y no consecutiva antes de los noventa, a mediados de esa década "empezó a triunfar la tendencia que se prolonga hasta la actualidad".
La reelección consecutiva, establecida en Perú bajo la égida de Alberto Fujimori en 1993 (y abolida tras su caída) y un año después en Argentina bajo Carlos Menem, seguido por Fernando Henrique Cardoso en Brasil, fue adoptada paulatinamente por otros gobiernos latinoamericanos.
Desde 2009 a la fecha, período en el que hubo elecciones en 17 de los 18 países latinoamericanos, todos los presidentes que buscaron su reelección la obtuvieron, un dato significativo destacado por Zovatto.
En Bolivia, el Tribunal Constitucional y luego el Congreso dieron luz verde hace pocos días a la anunciada intención de Morales (2006-2015, en dos períodos) de postularse nuevamente a la reelección, que de ganar lo mantendría en el poder hasta 2020.
Como se mencionó ya, Santos prácticamente dio a entender la semana pasada que aspiraría a un segundo mandato consecutivo, siguiendo los pasos de su predecesor e impulsor en 2005 de la reforma que lo permite, Álvaro Uribe, a quien no obstante la Corte Constitucional le impidió lanzarse a un tercer período, como él quería.
Debate
La socióloga y consultora de opinión pública argentina Graciela Römer considera que si bien es cierto que un lapso de cuatro años "en muchos casos es muy poco tiempo" para llevar adelante un programa político, más de dos períodos "fatiga al propio electorado mermando las imágenes de los gobernantes".
"La tendencia a sostenerse en el poder con reelecciones se ha dado en países con gobiernos con perfiles más bien populistas", señaló a la AFP. "En aquellos países donde hay una fuerte tradición institucional, como México o Chile, no se han producido habilitaciones constitucionales para aprobar la reelección más allá de un mandato".
Tras consagrarse la reelección inmediata en la Constitución de 2000, promovida desde su gobierno, Chávez fracasó en 2007 en su primer intentó de eliminar cualquier traba a postularse cuantas veces se desee. En el referéndum de consulta sobre la reforma constitucional que contenía la reelección indefinida ganó el No. Pero en 2009 volvió sobre la pregunta y entonces consiguió el apoyo del 54,36% del país.
La reelección, y en especial la indefinida, es "nefasta, porque está atada a un proyecto personalista, y cuando el líder desaparece, el proyecto se derrumba, como está ocurriendo en Venezuela", opina Ávalos.
¿Pero es la reelección un asunto en sí mismo negativo?
"No", dice Michael Shifter, presidente del centro de análisis Dialogo Interamericano, con sede en Washington. "El auge de la reelección en la región puede interpretarse como una señal de progreso democrático y la necesidad de continuidad en las políticas clave", indicó Shifter que recordó que está vigente en Estados Unidos por una única vez consecutiva.
"El problema", continúa Shifter en un correo enviado a la AFP, "es cuando todos los límites a la reelección se eliminan, como ocurre actualmente en Venezuela, y más importante aún, la forma como se producen las modificaciones constitucionales, que en algunos casos han supuesto desprecio por el Estado de Derecho y minado instituciones independientes como el poder judicial".
En esos casos, dice, pareciera que de lo que se trata es de mantenerse en el poder el mayor tiempo posible y fortalecer la autoridad del Ejecutivo.
Los tiempos de incertidumbre y la crisis de confianza en los partidos políticos vigentes en América Latina también han sido factores clave para el reeleccionismo, según los expertos, que advierten sobre los riesgos de la acumulación de poder muchas veces asociada, el "hiperpresidencialismo".
/AFP – EL NUEVO SIGLO
Distintas modalidades
Los sistemas electorales en América Latina muestran cuatro modalidades respecto a la reelección:
1. Reelección consecutiva indefinida:
La reelección inmediata se aprobó en Venezuela con la Constitución de 2000, impulsada por Hugo Chávez. Anteriormente se permitía la reelección pero luego de los 10 años siguientes a la culminación del mandato presidencial.
En 2007 una enmienda propuesta por Chávez para establecer la reelección indefinida, consecutiva y para todos los cargos de elección popular fue rechazada en referéndum, pero aceptada en 2009 por el 54,36% de los votantes. El mandato presidencial es de seis años.
2. Reelección consecutiva por una vez:
En Argentina se consagró con la reforma constitucional de 1994, bajo la presidencia de Carlos Menem, el primero en ser reelecto en 1995; los mandatos son de cuatro años con la posibilidad de una sola reelección.
En Brasil entró en vigor en 1998 luego de una enmienda constitucional para elegir por segundo mandato al socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso (1995-2002). El presidente brasileño puede concurrir a máximo dos mandatos consecutivos.
En Bolivia, la Constitución aprobada en referéndum en 2009 introdujo esta figura, pues hasta entonces se permitía una sola reelección pero tras pasar un periodo presidencial, de 5 años.
Colombia adoptó en 2005 la reelección inmediata impulsada por Uribe (2002-2010). Intentó una segunda reelección inmediata pero la Corte Constitucional cerró esa posibilidad al declararla inconstitucional, en 2010. El periodo presidencial es de cuatro años.
En Ecuador la Constitución de 2008, impulsada por Rafael Correa, establece la reelección inmediata y por una sola vez por un período de cuatro años. Antes de la carta política de 2008, la reelección estaba autorizada en períodos no consecutivos y de manera indefinida.
Nicaragua autorizó la reelección en el 2011, en virtud de un polémico fallo judicial dictado en 2010 que benefició solo al presidente Daniel Ortega. El mandato es de cinco años y se permite solo una reelección.
3. Reelección no consecutiva:
En República Dominicana, la Constitución de 2010, impulsada por Leonel Fernández, permite la reelección sólo después de un mandato de receso. Hasta 1994, año de una crisis postelectoral por denuncias de fraude contra el seis veces presidente Joaquín Balaguer, la reelección era continua e ilimitada. Ese año hubo un acuerdo político para prohibir la reelección en todas sus formas. En 2002, Hipólito Mejía (2000-2004) impulsó una reforma constitucional que permitía la reelección por un período inmediato y nunca más; en 2004 se repostuló pero perdió.
En Chile en 2005 una reforma acortó el período presidencial de seis años a cuatro y mantuvo la prohibición de la reelección inmediata, aún vigente. Pero la legislación permite la reelección transcurrido un período presidencial.
En Uruguay, transcurrido al menos un mandato presidencial, de cinco años, un expresidente puede ser nuevamente candidato.
En Costa Rica, donde la reelección presidencial estaba prohibida, en 2003 la Corte Suprema de Justicia anuló esa disposición a instancias del ex presidente Oscar Arias, quien ya había gobernado entre 1990 y 1996. Sin embargo, la reelección no puede ser sucesiva sino después de pasado un mandato, de seis años.
En el caso de Panamá, un presidente puede volver a presentarse 10 años después de abandonar el cargo, de 5 años.
4. Sin reelección:
México no permite la reelección en ningún caso y el periodo presidencial es de seis años. La prohibición de la reelección presidencial fue establecida en la Constitución de 1917 que se promulgó durante la Revolución Mexicana.
Paraguay, El Salvador, Guatemala y Honduras también la prohíben. /AFP