Al menos 30 personas murieron este jueves en Irak en diferentes atentados, en el marco de la oleada de violencia que ya dejó más de 600 muertos en mayo, informaron las autoridades.
Cuando los últimos meses han experimentado un recrudecimiento claro de la violencia en medio de la grave crisis política, la ONU llamó a los dirigentes iraquíes a reunirse lo más pronto posible para resolver sus divergencias y no dejar que los insurgentes se aprovechen de esa ola.
El jueves, cinco coches bomba explotaron y otros dos atentados sacudieron Bagdad, matando 21 personas e hiriendo a por lo menos 71, según responsables de los servicios médicos y de seguridad.
Dos miembros de la policía de fronteras murieron también por bala en una emboscada a lo largo de la principal carretera entre Irak y Jordania.
En Mosul (norte), tres policías murieron en un atentado suicida con coche bomba.
El miércoles, la violencia dejó 28 muertos en Irak.
Estos últimos ataques elevan a más de 600 el número de decesos en mayo por la violencia. En los últimos dos meses más de 1.000 personas murieron, según un recuento de la AFP en base a la información proporcionada por fuentes médicas y de seguridad.
Frente a la ola de violencia, el gobierno decidió el martes "actuar contra todas las milicias que cometen actos fuera de la ley", y llamó a una reunión "de las fuerzas políticas que deben asumir su responsabilidad".
"Estoy muy inquieto", declaró el jueves a la AFP el emisario especial de la ONU en Irak, Martin Kobler, por teléfono.
"Esto puede agravarse", advirtió, subrayando la necesidad de un acuerdo político para salir del bloqueo actual.
El ministro iraquí de Relaciones exteriores, Hoshyar Zebari, también consideró necesario un acuerdo. Es "de responsabilidad del gobierno redoblar los esfuerzos e impedir que degenere en guerra confesional" entre sunita y chiitas.
Irak experimenta desde inicios del año una espiral de violencia que coincide con una movilización de la minoría sunita para denunciar su marginalización por el gobierno del chiita Nouri al-Maliki, acusado por sus detractores de acaparar el poder.
Los sunitas consideran que esta estigmatización se expresa en particular en la utilización sistemática del arsenal legislativo antiterrorista en su contra.
Según analistas el descontento alimenta la violencia, mientras que se multiplicaron atentados contra mezquitas chiitas y sunitas, mercados llenos o peregrinos chiitas.
El gobierno ha cedido frente a las protestas sunitas liberando presos y aumentando el salario de las milicias sunitas anti-Al Qaida, pero no ha afrontado las raíces sociales de la frustración.
AFP.