Un gran número de civiles murieron o resultaron heridos en ataques contra tres aldeas en el este de Sudán del Sur, anunció el lunes la Misión de las Naciones en Sudán del Sur (UNMISS, por sus siglas en inglés).
"Los ataques resultaron en un gran número de muertos y heridos", anunció la UNMISS en un comunicado.
El prefecto del departamento de Twic East, Dau Akoi Jurkuc, escenario de la masacre, dijo por su parte que al menos 78 personas perdieron la vida y 80 resultaron heridas.
Este responsable local dijo además que unas cuarenta personas fueron secuestradas, entre ellas unos 20 niños, y varias aldeas fueron reducidas a cenizas.
El gobierno de Sudán del Sur, que el lunes por la mañana informó de 49 muertos, atribuyó el ataque a los rebeldes dirigidos por Davis Yau Yau, activos en el Jonglei, pero la identidad de los atacantes no ha podido ser confirmada por una fuente independiente.
Un equipo de la ONU fue enviado al lugar de los hechos, junto a la policía, para intentar "establecer la identidad de los atacantes y determinar el número exacto de víctimas", añadió la Misión de la ONU en su comunicado.
La misión indicó además haber llevado a cabo acciones de "reconocimiento aéreo para determinar la escala de los ataques".
"En la zona de Ajong, murieron 30 personas, entre ellas mujeres y niños. Se registraron 33 heridos, 10 desaparecidos y 20 niños secuestrados", declaró a la AFP el prefecto de Twic East. "En la zona de Pakeer, hemos registrado 48 muertos, 55 heridos, cuatro niños secuestrados y cuatro desaparecidos".
La rebelión de Yau Yau, ex estudiante en teología y luego funcionario local de la etnia Murle, una comunidad marginada del Jonglei, combate contra el ejército de Sudán del Sur desde abril de 2010.
El Jonglei es escenario de antiguas rivalidades étnicas, principalmente por el acceso a los pastos, y exacerbadas por el resentimiento acumulado durante la larga guerra civil de Sudán (1983-2005), que culminó en julio de 2011 en la partición de Sudán y en la independencia de Sudán del Sur.
Grupos de defensa de los derechos humanos acusan tanto al ejército sursudanés como a los guerrilleros de atrocidades contra civiles, incluyendo violaciones a gran escala.