El próximo martes se cumplen dos semanas del atentado con una bomba contra el ex ministro Fernando Londoño Hoyos en la capital del país, que dejó dos escoltas muertos y casi sesenta heridos.
Las pesquisas de las autoridades han sido intensas y aunque es mucha la información que se ha recopilado aún no existe un elemento lo suficientemente determinante como para saber de dónde vino realmente el ataque y quienes fueron sus autores materiales. Aunque algunas evidencias conducirían a que las Farc están detrás del atentado, todavía no se descarta que hayan sido otras fuerzas ilegales, como las bandas criminales o la llamada “extrema derecha”.
Las autoridades trabajan con organismos de investigación internacional para tratar de rastrear datos que conduzcan a saber de dónde se originó la utilización en este caso de una “bomba lapa”.
Entretanto, la Fiscalía avanza con paso firme en el rastreo de comunicaciones telefónicas y de internet. Por ahora se sabe que no menos de diez personas habrían participado en la planificación y perpetración del atentado en el semáforo de la calle 74 con avenida Caracas la mañana del 15 de mayo.
Según una alta fuente relacionada con la investigación, consultada por EL NUEVO SIGLO, “el trabajo de inteligencia se produce al más alto nivel con el conocimiento relativo a las capacidades y vulnerabilidades de los responsables del ataque con bomba lapa”.
“Todas las comunicaciones son señales, y estas mismas de alguna forma pueden ser interceptadas, analizadas y utilizadas para proporcionar información de vital importancia para los investigadores”, añadió.
Incluso circula la hipótesis de que el terrorista que puso la bomba en la camioneta del ex ministro, que al explotar le causó la muerte a dos de sus escoltas, habría dejado caer en su carrera de huida un teléfono celular, pero eso aún no está establecido.
Sin embargo, el investigador consultado indicó que “no se escatima ninguna hipótesis, se trabaja las 24 horas analizando la fecha y hora de llamadas realizadas, recibidas y perdidas; fecha y hora de los mensajes de texto recibidos, enviados y borrados; los registros de llamadas borradas; contactos telefónicos; los de las páginas wap y web visitadas; incluso los ringtones, imágenes y fotografías, especialmente de las rutas y recorridos del ex ministro…”.
Además, ya hay un “mapa” completo de la forma en que se perpetró el ataque, gracias a la sumatoria y edición de las imágenes de las distintas cámaras de vigilancia en el sector, tanto las de la Policía Metropolitana de Bogotá como las de las empresas privadas.
También se afirma que han llegado a la Fiscalía datos, testimonios e imágenes sobre la forma en que los terroristas habrían hecho los seguimientos a la caravana de Londoño y los días en que estuvieron en el sector de la Calle 74 para “estudiar el terreno” y preparar la acción terrorista.
Una de las hipótesis indica que el terrorista que simulaba ser veterinario o empleado de una de las empresas del sector, es quien finalmente instala la bomba en la camioneta blindada. Pero, al parecer, es otro cómplice que estaba en la esquina del sitio del ataque el que tras ver a su compañero salir corriendo, espera entre tres y cinco segundos para activar el artefacto.
De otro lado, las autoridades siguen evaluando todas las informaciones que les han llegado luego de anunciarse la recompensa de 500 millones de pesos para quien dé pistas sobre los autores de atentado, así como sobre los retratos hablados que fueron publicados.
Aunque el propio presidente Santos dijo a mitad de semana que todavía no hay claridad en torno a de dónde provino el ataque a Londoño, éste no dudó en señalar a las Farc.
En la Fiscalía, entre tanto, el jefe del ente acusador Eduardo Montealegre insistió también a mitad de semana que no hay datos evidentes que permitan hacer un señalamiento directo a algún grupo ilegal en particular.
Y el viernes A su vez, el fiscal Montealegre dijo que existen dos investigaciones paralelas entorno a este hecho.
“En cuanto al atentado en contra del exministro Fernando Londoño no se ha encontrado ninguna evidencia que nos diga que venía por parte de las Farc”.
“No hay evidencias de alguna conexión entre el carrobomba inmovilizado en la mañana y el atentado a Fernando Londoño”, agregó Montealegre.
Sin embargo, para el comandante del Ejército, general Sergio Mantilla, y el director de la Policía, general Oscar Naranjo Trujillo, algunos de los indicadores del ataque permiten inferir que las Farc serían las responsables.
Sin embargo, tanto Mantilla como Naranjo explicaron que en el curso de la investigación no se ignora ninguna hipótesis y se trabaja sobre hechos concretos y certeros que no permitan error para hacer los correspondientes señalamientos.
Según el experto en antiterrorismo, analista internacional y coronel en retiro del Ejército, Jhon Marulanda, esta columna sí podría estar detrás del ataque al ex ministro.
“Me caso en principio con esta teoría (pero) con opción de divorcio… Esa estructura de las Farc es capaz de llevar a cabo este tipo de operaciones de comando u operaciones temerarias, como en el pasado: el secuestro de un avión en el Huila; la toma del edificio Miraflores, en Neiva; el ataque al Club El Nogal, en el norte de Bogotá y acciones contra tanques blindados del Ejército, entre otras actividades”, precisó Marulanda.
¿Conexión?
La hipótesis en torno a que las Farc estarían detrás del atentado a Londoño se refiere principalmente a que podría existir algún tipo de conexión entre ese ataque y el carro-bomba que fue desactivado horas antes en el barrio Eduardo Santos.
Sobre este caso ya las autoridades han avanzado sustancialmente, dado que hay tres capturados. Se trata de Rubén Hoyos –detenido el viernes pasado- y de Jesús Monroy y Marco Tulio Ochoa Montiel. Al primero se le señala de ser un jefe de milicias urbanas de las Farc que coordinaba los ataques terroristas en Bogotá, así como las redes de extorsión a empresarios y comerciantes.
Sin embargo, salvo que el vehículo detenido en el Eduardo Santos tenía placas de Neiva, tal como la placa de la moto que recogió al terrorista que puso la bomba en el vehículo de Londoño, no hay otro elemento que permita establecer una conexión directa y determinante entre ambas acciones terroristas.
Incluso, a mitad de semana la Fiscalía tuvo que dar pie atrás frente a las versiones en torno a que se habría capturado a un primer sindicado directo del ataque a Londoño.
Eso sí, si las pistas conducen a conexiones en Huila o Caquetá, las sospechas de nuevo recaen sobre la autoría de la columna “Teófilo Forero” de las Farc, comandada por alias ‘El Paisa’.
¿Entonces?
Como se ve, todavía no hay claridad en torno a de dónde provino el ataque. Incluso el propio general Naranjo no duda en afirmar que luego de 12 días de investigaciones no hay una hipótesis concluyente sobre los autores intelectuales y materiales.
“Lo que resulta realmente prudente es señalar lo siguiente: una cosa son los antecedentes con la información de Inteligencia (sobre las amenazas de las Farc) acumulada de años donde el doctor Fernando Londoño y las autoridades coincidimos plenamente. Esta información de Inteligencia, esos antecedentes reflejan la intencionalidad y los propósitos de las Farc en los últimos años de querer atentar contra la vida del ex ministro”, explicó el alto oficial.
Agregó que “eso es indiscutible e incontrovertible y así lo ha señalado también el señor presidente Santos. Y, por otra parte, lo que resulta realmente prudente, y debo destacar que el Presidente se apoya en la información que le entregamos las autoridades investigativas, la Fiscalía y la Policía, hoy no tenemos una evidencia que nos permita de manera categórica hacer vinculaciones a personas terroristas de las Farc”.
Puntualizó que “esto no quiere decir ni mucho menos que hayamos descartado esa hipótesis... La hipótesis más probable es que sean las Farc pero, repito, sobre la base de los antecedentes de la Inteligencia acumulada. Lo que estamos haciendo es esfuerzos enormes para conseguir evidencias e indicios que nos permitan determinar quiénes son los autores materiales y los autores determinantes de este hecho”.
Está claro, entonces, que más allá de la controversia entre el santismo y el uribismo, y las valoraciones de hipótesis sobre la autoría de las Farc, los paramilitares o la llamada “extrema derecha”, todavía no hay un elemento que permita dirigir el dedo acusador a determinado grupo violento.
La “bomba lapa”
El experto en antiterrorismo, analista internacional y coronel en retiro del Ejército, Jhon Marulanda, afirmó que la “bomba lapa” utilizada tenía una tecnología de punta.
Según Marulanda fueron los italianos los creadores de la “bomba lapa”, que fue perfeccionada por los norteamericanos, pero luego el IRA y la ETA las utilizaron de forma más abierta. Como se sabe, se trata de un artefacto que se adhiere a cualquier tipo de superficie metálica por cuanto está habilitada con un potente imán o un sistema adhesivo.
“La bomba lapa puede ser adaptada en un recipiente con dos tapas que contienen el explosivo, un detonador y el imán de gran potencia o el adhesivo… Es generalmente ubicada por los terroristas en la puerta del vehículo, debajo o cerca al tanque de la gasolina para aumentar el impacto”.
Tiene varias formas para detonar, una de ellas cuando el vehículo emprende la marcha se activa un contacto y estalla debido a un sensor de movimiento. Este sistema tiene un balín que se mueve con el automóvil, hace contacto con el explosor y detona. También se activa con un interruptor a control remoto, vía celular o un sistema electrónico de alta tecnología.
Según Marulanda, recientemente varios científicos y un periodista murieron en las calles de Teherán (Irán) como consecuencia de las “bombas lapa”.
En el caso de Colombia el hombre que adhiere la “bomba lapa” en el vehículo de Londoño se desplazaba a pie, pero en Irán los terroristas se desplazaban en motocicletas de alto cilindraje y el parrillero era el encargado de “pegar” el explosivo en el carro del científico objetivo y cuando el vehículo arrancó, el dispositivo explotó.
Según Marulanda ante esta nueva modalidad de atentados, el Gobierno debe adoptar nuevas estrategias de seguridad para dignatarios y altos funcionarios del Estado, tanto en materia de tácticas de protección como de entrenamiento de escoltas.