El presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, firmaron un acuerdo preliminar para construir la primera central nuclear en Egipto, durante una visita oficial de Putin a El Cairo.
Se trató de la primera visita de Estado de Putin a Egipto en una década, y con ella, Moscú pretende reforzar la influencia de Rusia en el país árabe.
El mandatario ruso, apoyo de Al Sisi desde que éste se convirtió en presidente, fue recibido con gran fasto por el exjefe del Ejército egipcio, que llegó al poder poco después de destituir al islamista Mohamed Mursi.
Ambos países "firmaron un protocolo de entendimiento para la construcción de una central nuclear para la producción de electricidad en la región de Dabaa", en el norte de Egipto, declaró Al Sisi en una conferencia de prensa.
A principios de los años 1980, bajo el régimen del presidente Hosni Mubarak, Egipto había contemplado la construcción de una central eléctrica nuclear en Dabaa, pero el proyecto no se llevó a cabo tras la catástrofe de Chernobil en 1986.
"Hemos acordado continuar con la cooperación militar entre ambos países, sobre todo a la luz de las circunstancias actuales", aseguró Al Sisi, cuyo país se está viendo golpeado por numerosos ataques yihadistas, dirigidos principalmente contra las fuerzas de seguridad.
"Si llegamos a alcanzar una decisión final, podremos crear un nuevo sector en la economía egipcia, basado en la construcción de la central, la formación de técnicos y el desarrollo de investigaciones científicas", aseguró Putin, que abandonó la capital egipcia por la tarde.
Durante la visita, Egipto y Rusia también acordaron reforzar su cooperación en los sectores de la energía, la inversión y el turismo, según ambos dirigentes.
-'La represión al más alto nivel'-
Desde la llegada al poder de Al Sisi tras unas elecciones de las que desapareció toda oposición política, Rusia se ha convertido en el principal país fuera del mundo árabe en apoyar al nuevo poder.
Cuando todavía era ministro de Defensa, en febrero de 2014, Al Sisi visitó Moscú. En ese entonces, ya hablaron de la entrega de armamento ruso a Egipto.
Significativamente, Putin ha regalado un fusil de asalto Kalashnikov a su homólogo egipcio, según mostraba una fotografía difundida por la presidencia egipcia.
En septiembre, los medios rusos afirmaron que esta entrega podría incluir sistemas de defensa antiaérea, helicópteros y aviones de combate por valor de 3,5 millones de dólares financiados por Arabia Saudí, aunque desde entonces no ha habido más información al respecto.
Aunque la brutalidad policial fue una de las principales causas de la caída de Hosni Mubarak, las ONG han denunciado que el régimen actual es incluso más represivo que el del exdictador.
Amnistía Internacional dijo este martes que en Egipto la represión se encuentra en su nivel "más alto desde hace 30 años".
Desde que Mursi fue expulsado, las fuerzas del orden han matado a más de 1.400 partidarios o miembros de los Hermanos Musulmanes y más de 15.000 han sido encarcelados, muchos condenados a pena de muerte.
Washington, oscila entre la fuerte ayuda militar a un país tradicionalmente aliado, y las críticas a las penas de cárcel contra la oposición laica e islamista.
Pero, como recuerda Anna Borshchevskaya, especialista en Rudia de un think tank estadounidense, "mientras Washington critique a Egipto en el plano de los derechos humanos,deja la puerta abierta a Putin para que refuerce su influencia en detrimento de los intereses norteamericanos"/AFP.