En caso de que hoy ninguno de los candidatos obtenga el 50 por ciento más uno de los votos, habrá segunda vuelta en 20 días.
De ser así es posible que en esta semana se jueguen varias alternativas. La primera, indudablemente, será la de las coaliciones. A juzgar por los debates podría sucederse una alianza de los candidatos uribistas frente a los que no entrarían allí por respaldar el proceso de paz y ver en el presidente Santos una opción diferente.
En tal sentido, si fuese el candidato Óscar Iván Zuluaga el vocero único del uribismo, tendría un refuerzo en las huestes conservadoras uribistas encabezadas por Martha Lucía Ramírez. De otra parte, el conservatismo que se ha mantenido en la coalición por la paz respaldaría, con mayor libertad, al presidente Juan Manuel Santos y se ampliaría formalmente la Unidad Nacional. Inclusive, sectores de los Verdes y seguramente del Polo Democrático entrarían también a tener vocerías allí, dependiendo del trámite que verifiquen Enrique Peñalosa y Clara López, en caso de no pasar ellos. Es posible, en una primera instancia, que dejen en libertad a sus votantes, pero igualmente hagan profesión de fe en el mantenimiento del proceso de paz y la culminación del mismo, apoyando la negociación lateralmente. Puede ocurrir, por el contrario, que prefieran hacer parte formal de la coalición y en ese caso las declaraciones serían más contundentes.
En medio de ello está el voto en blanco. Si éste en las elecciones de hoy logra, por ejemplo, un tercer lugar tras los dos candidatos clasificados, podría también ser opción para jugar más decididamente en la segunda vuelta.
De otro lado, los candidatos más opcionados de pasar a la segunda vuelta, el presidente Juan Manuel Santos y el exministro Óscar Iván Zuluaga, tendrán la oportunidad en estos 20 días de contrastar más efectivamente sus programas de gobierno. En realidad el debate entre los dos, por el momento, se ha concentrado en el carácter y la personalidad de cada uno de ellos.
Caso hacker y Nixon
En principio el tema del hacker y el video con respecto a Zuluaga no le ha hecho tanto daño como su reacción frente a estos actos. De hecho lo que más ha estremecido al país es el cambio permanente de versiones, hasta el punto de que muchos vienen hablando sobre las mentiras y ocultamientos. Inclusive, para recordar un episodio similar, el presidente Richard Nixon en los Estados Unidos no tuvo tanto que renunciar porque grabara a sus interlocutores en la oficina presidencial, sino por haber dicho mentiras sobre el asunto, en lo que se llamó el caso Watergate.
En efecto, muy cerca de las elecciones presidenciales, un grupo de asaltantes que después se comprobó dirigido por los asesores cercanos a Nixon se infiltró en el edificio Watergate, de Washington donde quedaban los cuarteles políticos del partido Demócrata, allí intentaron poner escuchas telefónicas, pero fueron descubiertos. Esto que no tuvo mayor repercusión en la campaña luego se volvió una gigantesca bola de nieve al saberse que el presidente Nixon tenía grabaciones de las que podía inferirse que había dado órdenes a sus asesores sobre el tema. Primero Nixon denegó las grabaciones. Luego las aceptó, pero dijo que no las iba a entregar por ser “secreto de Estado”. Bajo presión judicial tuvo que entregarlas, pero dijo que lo haría en transcripción escrita. Al encontrarse en ellas tanto lenguaje prosaico decidió tachar la gran mayoría de epítetos. Finalmente, bajo nuevo requerimiento judicial, hubo de entregar las propias cintas y en ellas se encontraron unos minutos faltantes, que habían sido borrados. En esos ires y venires, Estados Unidos tomó conciencia de que había dicho mentiras, y Nixon, que en muchos aspectos fue un buen presidente, hubo de renunciar, con lo que evitó la impugnación en el Congreso y posteriormente fue indultado por su sucesor, el presidente Gerald Ford, mientras que sus asesores más importantes en la Casa Blanca pagaban pena de cárcel.
Entonces la campaña de Nixon adujo, una y otra vez, que se trataba de guerra sucia y meros montajes. Al final fue uno de los episodios más turbulentos en la historia de los Estados Unidos.
Implicaciones
La campaña de Zuluaga ha dicho sobre sus vínculos con los hacker, que le nutrían de la inteligencia militar y hacían la guerra sucia en las redes sociales, inclusive hackeando los correos presidenciales, aún más grave que lo hecho por los asesores de Nixon, que las reuniones en que él aparece en esas maquinaciones son fruto de un montaje. No obstante, revisados los videos completos, la Fiscalía General de la Nación ha dicho que son ciertos y que en efecto existían grupos dedicados al hackeo, bajo la órbita del director de la campaña, el exembajador Luis Alfonso Hoyos, quien hubo de renunciar.
Del otro lado la campaña de Zuluaga, en voz del expresidente Álvaro Uribe, mentor del mismo, denunció que la campaña del presidente Santos, de 2010, había pagado US$2 millones de deuda provenientes de una desmovilización mafiosa tramitada por uno de sus asesores estratégicos, el venezolano J.J. Rendón. Una y otra vez se pidió a Uribe, por las autoridades competentes, que allegara las pruebas, pero esto nunca se hizo efectivo y el manto de sospecha se fue difuminando. Sin embargo, el presidente Santos ha prometido llevar el asunto hasta las últimas consecuencias, por considerar la denuncia sin pruebas como un acto de temeridad y al final de la semana había demandado al expresidente Uribe precisamente por denuncia temeraria.
Ello, indudablemente, ha hecho mella en el prestigio colombiano, amenazando incluso con golpear su economía, por las razones ya sabidas provenientes del antiguo proceso 8 mil que escandalizó al mundo hace 20 años. Así mismo, en esa época, las primeras grabaciones que se conocieron de los escandalosos pactos entre los delegados de la campaña samperista y jefes del Cartel de Cali fueron tildadas de montaje y archivadas en la Fiscalía.
Siendo esto así, el presidente Santos ha prometido, como se dijo, aclarar el asunto hasta las últimas consecuencias, por no haber ni la más mínima prueba al respecto de las denuncias del expresidente Uribe.
Lo que viene
En ese escenario, de darse una segunda vuelta, las semanas a venir estarán incididas por el tema en la medida en que todos los ángulos están judicializados. De hecho, el director de la campaña de Zuluaga está en medio de interrogatorios y existen testigos dispuestos a colaborar para buscar el Principio de Oportunidad, involucrando a los agentes principales.
En medio de ello indudablemente estará también la suerte del proceso de paz con las Farc y la apertura con el Eln. Colombia, ciertamente, ha intentado cuatro procesos por Belisario Betancur, César Gaviria y Andrés Pastrana, y ahora el del presidente Santos. En esta ocasión se ha avanzado más que en ninguno de los anteriores y existen esperanzas fundadas de que esta vez Colombia salga del conflicto armado interno y cambie su escenario hacia el futuro. En ese ejercicio, si los que pasan a segunda vuelta son Santos y Zuluaga, el país podrá sopesar, de mejor manera, las alternativas a seguir.