Mensaje navideño para la política | El Nuevo Siglo
Jueves, 23 de Diciembre de 2021

El resultado de las elecciones en Chile evidencia el impacto directo de la pandemia sobre las democracias. Las sociedades buscan alternativas próximas al diálogo y sensibles a la promoción de una reactivación económica comprometida con políticas de bienestar y reconocimiento de derechos.

Las expresiones de inconformismo que se han visto en el mundo se reflejan en sufragios que apuestan a cambios estructurales, en medio de la polarización.

Ese clamor de transformación social se enfrenta a la agudización de las posturas y sentimientos de los extremos, que van desde brindar por la muerte de familiares de dirigentes, hasta promover zanjas para evitar la migración. Mientras tanto, más de 1.100 muertes ocurren al año en las Américas en medio de los tránsitos migratorios.

En los países de la región, más difícil que ganar elecciones es gobernar, pues las fisuras abiertas se ahondan con los procesos electorales. Las redes sociales agudizan la disociación y en legislativos como el español, las ofensas personales sustituyen los debates y los argumentos. En paralelo, son grandes las tensiones entre congresos con mayorías diferentes a las de las coaliciones de gobierno.

Para Colombia el 2022 será un año definitivo. Aunque The Economist presenta al país como el mejor calificado en cuanto a reactivación, se juega su suerte en unas elecciones marcadas por la proliferación de candidatos, la aparición de un esquema de coaliciones que vuelve la elección de Congreso un escenario de primera vuelta, las tensiones por temas de seguridad ciudadana y las expectativas de reconocimiento para sectores sociales.

Cualquiera sea el resultado electoral próximo, lo de que desde ya debe exigirse a los líderes políticos, es compromiso con la generación de un gobierno capaz de promover un proyecto colectivo de país.

Y ello inicia con la adopción de códigos de ética para el desarrollo de las campañas, capacidad de reconocer a los otros y de encauzar los apoyos sin fundamentalismos peligrosos. Todos caben en el país y aun cuando la competencia política procura ganar elecciones, el liderazgo genuino busca consolidar proyectos colectivos.

Por eso, desde el espíritu convocante e integrador de la Navidad que ahora se celebra, interesa resaltar la razón de ser de la política, esto es, el bien común como lo recuerda Sandel y no solo el triunfo de una mayoría.

Necesario y oportuno que los candidatos de las diversas tendencias se comprometan a impulsar una consulta popular el segundo semestre del año próximo, en la que se abran escenarios para que la sociedad se exprese sobre los temas que interesan para la reactivación socioeconómica.

Como lo propuso Fernando Carrillo y la minga indígena, fortalecer la democracia pasa por escuchar a la ciudadanía, no solo sobre quien debe gobernar, sino sobre los proyectos que el país ha de abordar para avanzar.

Se trata de definir concertadamente el rumbo de la agenda social que materialice los principios de la Constitución Política en materias como la reforma al sistema de salud, el fortalecimiento de la protección social, la creación de una renta básica para combatir la pobreza, la economía del cuidado y la superación de la inequidad contra la mujer, el desarrollo integral del campo, la regulación del derecho a la protesta, el reconocimiento de los derechos digitales y la efectividad de los compromisos con el medio ambiente, desde el enfoque de un nuevo relacionamiento con las especies y el planeta.

Que la unión y la solidaridad que se experimentan por estos días, sirvan para iluminar el camino de la política, no solo por razones éticas, sino por la conveniencia de mantener una más armoniosa convivencia democrática.