Luces de parqueo | El Nuevo Siglo
Lunes, 16 de Diciembre de 2019

“Egoísta comportamiento diario”

Ando muy intrigada con esta falta de empatía que tenemos en Colombia. Sí, esa incapacidad de ponerse en los zapatos del otro y entenderlo. Andamos tan polarizados que cualquier intento de acercamiento de un extremo a otro, genera rechazo, burlas y críticas. 

Hay sin lugar a dudas una gran responsabilidad entre las personas que tienen voz. Los “influencers” que llaman. Es preocupante el lenguaje que en lugar de unir, provoca más división. De un momento y del otro, comunicar con criterio, sensatez y empatía se canjeó por el número de “likes” en las redes sociales. 

Y resulta que esa comunicación agresiva le cae como anillo al dedo a las actitudes anárquicas de los colombianos. Puede haber leyes, códigos de comportamiento, reglas sociales y muchas personas deciden en pleno uso de sus facultades, pasárselas por la faja. Un ejemplo de lo anterior fue el comportamiento con el toque de queda del mes anterior. Hubo personas que decidieron que el toque de queda no era con ellas y se quedaron en las calles pegándole a las cacerolas.

Esa actitud que defiende el desorden no es útil en la construcción de una sociedad respetuosa. Porque se puede estar en desacuerdo con una regla, pero eso no otorga el derecho para desobedecerla.

Es lo que ocurre con las personas que manejan en las calles y necesitan bajarse de su carro para entrar a un establecimiento. O tienen que esperar a alguien. O recogerlo. Se orillan, prenden las luces de parqueo y listo. No importa si es la avenida Suba, la NQS, la carrera séptima, la apretada Caracas, la Primero de Mayo, etc. Sucede en Bogotá y en todo el país. El colombiano cree que las luces de parqueo otorgan inmunidad o peor aún, invisibilidad. Y ese es un comportamiento egoísta y recurrente. Pensamos primero en nosotros y pocas veces en los efectos de nuestras acciones sobre los demás. Así pasó en el paro, donde unos pocos al bloquear el sistema de transporte público, obligaron a que miles de personas tuvieran que caminar horas para llegar a sus casas o lugares de trabajo. 

Un simple detalle como parquearse mal tiene un efecto inmediato en el bienestar de una comunidad. Es usual ver trancones interminables en la paralela de la Autopista Norte entre la calle 122 y la 125 sentido sur-norte. Alguien para a comprar rosas y el trancón puede durar hasta la calle 100. 

Sería muy útil entonces, que los “influencers” que tanto tienen para opinar sobre la política, economía y el medio ambiente, se fijaran en estos detalles del cotidiano vivir para promover con comunicación asertiva y humor, la rehabilitación del comportamiento y cambiar el código de conducta egoísta por uno más empático.

Así los ciudadanos y también las empresas. Una gran oportunidad para esta nueva alcaldía es la de reglamentar los horarios de distribución en la ciudad. 

La dificultad radica en que cuando se intenta reglamentar u ordenar, la reacción inmediata de algunos sectores, es de rechazo. Como los que se quedaron con las cacerolas en el toque de queda en las calles. La irreverencia es quizá el primer comportamiento egoísta del colombiano. Pero tal vez si nos revisamos, podemos comprender los beneficios de ceder un poco en la comodidad individual para el beneficio de toda la comunidad.