La victoria de Peñalosa | El Nuevo Siglo
Viernes, 28 de Diciembre de 2018
  • Derrota de los incrédulos
  • Entre lo eficaz y lo popular

Suele decirse que segundas partes nunca fueron buenas. Pero la verdad sea dicha, la segunda administración del alcalde Enrique Peñalosa está mostrando ser, incluso, mejor que la primera. Entre otras cosas porque, a diferencia de la vez anterior, en esta ocasión era el heredero de la catástrofe. En efecto, la sucesión de gobiernos, en especial de Samuel Moreno y Gustavo Petro, habían sumido a la capital en la sinsalida, llenándola de melancolía por cuanto, antes que progreso, lo que se oteaba era una regresión sin precedentes.

No fue fácil para Bogotá, ciertamente, tener a un Alcalde encarcelado por recibir coimas, lo mismo que otro destituido de cuenta de la improvisación y la carencia de sindéresis en la formulación y operatividad de las políticas públicas. Semejante caldo de cultivo llevó a la metrópoli a una especie de “no futuro”, luego de que en décadas anteriores fuera en cambio catalogada de “ciudad milagro” de América Latina.

Hoy en día es claro que para cualquier gran ciudad resulta mucho más importante un Alcalde eficiente que uno popular. En efecto, la popularidad es una circunstancia tan volátil, consolidados los tiempos de las redes sociales, que no puede distraerse el Burgomaestre en la autoestima personal frente a los ingentes requerimientos de los ciudadanos. Tendrán los medios de comunicación que acostumbrarse, ciertamente, a las formulaciones y escenarios de la política contemporánea, en la que encuestas y sondeos, hechos a partir de un reducido muestreo aleatorio, no pueden ser el norte a seguir como propósito de ninguna gestión gubernamental.

Ya se sabe, naturalmente, que Peñalosa no ha sido el alcalde más popular en su trayectoria, o al menos ha tenido subidas y bajadas que no permiten una línea constante. En todo caso, como se dijo, lo que interesa, no puede ser la popularidad sino la eficacia. Y esa es la ruta a seguir en los tiempos modernos para todo servidor público de valía.

En ese orden de ideas, Peñalosa ha logrado en su segunda administración, renovar el modelo que sus inmediatos antecesores habían hecho trizas y salirse de la nociva ideologización con que entonces se enfrentaban hasta los problemas más nimios. Esto porque, valga reiterarlo, al actual Alcalde, ciertamente, le cabe la ciudad en la cabeza y ha intentado hacer valer el voto programático que lo llevó al Palacio de Liévano. Es decir, que hace valer sus promesas y las lleva a cabo contra los elementos regresivos y anárquicos que lo antecedieron.

Hoy Bogotá, a no dudarlo, es una ciudad en marcha. Pero antes que ello tiene a su favor el hecho de que, en los tres años de administración hasta este momento, Peñalosa ha proscrito la corrupción que venía de largo y había llenado de impotencia el espíritu capitalino. Ese ya es un factor diferencial y determinante frente al lesivo mandato del Polo Democrático, y la crisis posterior de la llamada alcaldía “progresista”. Los recursos públicos son sagrados, como dice el exalcalde Antanas Mockus, y la administración de Peñalosa ha seguido ese principio a pie juntillas.

No es, por lo demás, el distrito capitalino una conurbación ciudadana de poca monta. Al contrario, unida con Cundinamarca, Bogotá representa el 30% del PIB nacional y supera con creces la suma de los principales departamentos del país. De allí que hoy la ciudad sea una de las grandes urbes latinoamericanas y que su exposición económica, social y cultural tenga un gigantesco atractivo para inversionistas y visitantes. De suyo, hoy la capital es de lejos el destino turístico principal del país, lo mismo que la plataforma para la innovación y la creación de empresas.

Podrían señalarse aquí la infinidad de obras que Peñalosa viene adelantando. También relievar la estabilidad del gabinete y el propósito de sacar adelante el Plan de Desarrollo, de nuevo logrando un modelo citadino que debe ser preservado. En suma, Peñalosa ha dado prevalencia a la administración sobre la política, que es a fin de cuentas lo que la mayoría de la ciudadanía quiere. En ese marco, en que el Concejo Distrital también ha sido institución clave, se ha recuperado la confianza y la vocación de futuro. Tiene el actual Mandatario, faltándole todavía un año, iniciativas fundamentales y obras a granel para mostrar. Pero más que ello podemos decir que Peñalosa le ha ganado el pulso a los incrédulos. Y esa, según todas las evidencias, es la noticia del año en la ciudad.