La caldera del Capitolio | El Nuevo Siglo
Domingo, 2 de Diciembre de 2018

En las sesiones iniciales de la actual legislatura se rompió la rutina en cuando el presidente del Senado Ernesto Macías, se sale del guion convencional e hizo un severo y enérgico juicio al anterior gobierno de Juan Manuel Santos., principalmente en el campo económico y relativo a las concesiones por la paz.

Lo cierto es que nadie refutó seriamente las cifras oficiales que citó el senador Macías, y la cosa quedó ahí. No faltó el que dijo que ese era el costo a pagar por la paz. Ahora, cuando el gobierno de Iván Duque, con su ministro Alberto Carrasquilla, al bregar por la aprobación del presupuesto nacional, resulta que las cifras de presidente del Senado se quedaron cortas y los billones y billones que reclama el gobierno para aliviar las finanzas públicas no aparecen.

En cuanto a las diversas leyes e iniciativas oficiales y parlamentarias que se presentan en el Congreso, una vez más están los temas de siempre: el combate contra la corrupción, depurar el sistema electoral, reformar la justicia, fomentar la educación, modernizar el Estado, mejorar el medio ambiente, ocuparse de la economía  naranja, defender a la mujer, favorecer a los más débiles, atender a las Fuerzas Armadas y promover medidas contra los violentos y denunciar la ausencia de las autoridades en gran parte del país que sigue azotado por la violencia y toda suerte de asuntos que los novatos presentan para llamar la atención, sentirse legisladores y aventajados discípulos de Solón. No faltan algunos atorrantes que se creen superiores a Don Andrés Bello y pretenden descuartizar el código civil.

La actividad parlamentaria de Álvaro Uribe, en esta oportunidad ha sido triple, debe mantener la disciplina del Centro Democrático, defender el gobierno y entenderse con los partidos afines de la derecha para conseguir la mayoría.

Por supuesto, no pocos de los políticos de la oposición, como en otras legislaturas, esperan ansiosos el momento de enfrentar al expresidente Uribe, para poder contar en su región que tuvieron la presencia de ánimo de combatir al fogoso político y orador. El expresidente, quien, como los toreros tiene estudiado el rebaño, por lo general los capotea, no se deja provocar y rara vez les da beligerancia alguna. Tiene problemas más graves por cuenta de la politización de la justicia. En los últimos 16 años la política nacional se hace con Uribe o en su contra, y aún le queda tiempo para sufrir de buen humor las chanzas de Antanas Mockus, atender sus variados asuntos personales o departir con amigos.

El caso Odebrecht le da un vuelco a la rutina de los debates del Congreso. El senador Robledo, dentro del nuevo esquema, de atribuciones de la oposición en los debates parlamentarios, carga contra la oligarquía y sus agentes, quiere almorzar carne de Fiscal, tarea en la que lo acompañan sus correligionarios y el senador Gustavo Petro, quienes con su cuadrilla piden la cabeza del fiscal Néstor Humberto Martínez, al que presentan como el “Rasputín” del régimen y de todos los gobiernos. Robledo, pide su renuncia.

Sigue Gustavo Petro, teatral, en el uso de la palabra. Anuncia que van a presentar un video en su contra y continúa con sus acusaciones, muestra un cuadro donde desglosa, según su opinión, el cronograma de la corrupción.  Ataca con saña al Fiscal.

A su vez, con cierto suspenso, hace su aparición en el recinto el señor fiscal, NHM, con sus gafas características de sagaz lector y varios papeles, le acompañan sus ayudantes acuciosos. Hace apasionada defensa de su gestión y pasa al ataque contra sus acusadores y los periodistas independientes. Un senador que nervioso devora una piza, le comenta a otro colega que solo falta que aparezca un imitador de Robespierre para recordar los tiempos peligrosos y sanguinarios de la Convención Francesa.

Aquí no pasa nada, le contesta el otro, con el estribillo bogotano de ignorar los hechos para señalar que en lo personal sigue con su vida mediocre y quehaceres diarios.

Todo cambia, cuando de improviso, el senador Álvaro Uribe, le da la palabra a Paloma Valencia. La senadora mira fijamente a Petro, al que señala con dedo acusador. Informa que cuenta con un video donde está el senador recibiendo dádivas. Paloma, deja caer sus cargos como rayos y centellas contra el político, que los niega, Petro dice que se trata de una plata que le prestó Simón Vélez. Según las cuentas, son $20 millones. Al parecer, está acompañado de Montes, un amigo de infancia y militancia en el M-19, que obtuvo contratos en la Alcaldía de Bogotá, con una máquina hechiza tapa huecos.

Paloma se cubre de gloria con una breve intervención, tal vez de 5 minutos, que da un vuelco al debate y deja mal parada a la oposición. Las explicaciones de Petro no convencen, su coartada hasta el momento la desmiente Vélez.