Boca se queda sin técnico tras la caída ante River | El Nuevo Siglo
AFP
Viernes, 14 de Diciembre de 2018

 

Guillermo Barros Schelotto dejó la dirección técnica del argentino Boca Juniors, luego de perder ante su archirrival River Plate la final de la Copa Libertadores jugada el domingo pasado en Madrid, anunció este viernes el presidente del club, Daniel Angelici.

"Aunque aún no se ha ido el dolor y la tristeza (por la derrota ante River), entendimos que lo mejor para Boca es un cambio, comenzar el año con un técnico nuevo", dijo Angelici, acompañado por Barros Schelotto, en una declaración a la prensa.

A su lado, el exDT de Boca aseguró que "más allá del dolor de no haber ganado la Copa, me voy con tranquilidad de haberlo dado todo".

Barros Schelotto (45), exdelantero de Boca, fue director técnico del club durante los últimos tres años. Su contrato vencía este mes de diciembre y se tomó la decisión de no renovarlo. Aún se desconoce quién lo suplantará. "Se mencionan muchísimos nombres", dijo Angelici.

Entre los posibles candidatos para ocupar el lugar de Barros Schelotto, la prensa argentina menciona al veterano entrenador del Palmeiras, Luiz Felipe Scolari, así como al exseleccionador de Colombia y de Argentina, José Pekerman.

Bajo la orientación del 'mellizo' Barros Schelotto, Boca ganó los últimos dos campeonatos argentinos 2016-2017 y 2017-2018, pero la caída en la final de la Libertadores ante el histórico rival sumió en la desilusión al popular club argentino.

"Quiero agradecerle a Guillermo y a su cuerpo técnico por pelear esta Copa Libertadores hasta la última instancia", dijo Angelici.

"Se hizo todo lo que estuvo al alcance para llegar a una instancia que en el país no se valora, que es llegar a una final. No estamos preparados para pensar que se puede perder", resumió el presidente de Boca que elogió el desempeño de Barros Schelotto como director técnico y como jugador.

Al término de la declaración, en la que no se permitió hacer preguntas, ambos se abrazaron con emoción.

La final de la Copa Libertadores pasó de ser el superclásico más soñado a convertirse en una pesadilla para futbolistas y aficionados.

El partido de ida, pautado para jugarse en la Bombonera, el mítico estadio de Boca, debió suspenderse por una fuerte tormenta que anegó la cancha. Se disputó el 11 de noviembre sin público visitante para un resultado 2-2.

El de vuelta, previsto en el estadio Monumental de River el 24 de noviembre, se suspendió luego de que un grupo de barras bravas atacaron con piedras al autobús que llevaba a Boca a la cancha.

Aplazado tres veces en dos días, la Conmebol decidió finalmente que se jugase en el Santiago Bernabeu, de Madrid, algo vivido como una humillación por los argentinos.

Mientras se anunciaba el fin del ciclo de Barros Schelotto, River entrenaba en Emiratos Árabes Unidos para participar a partir del 18 de diciembre en el Mundial de Clubes.