Los gremios y el gobierno | El Nuevo Siglo
Lunes, 12 de Diciembre de 2022

“Me llamaron de palacio” es frase pronunciada en distintas épocas para bien o para mal; y esta vez hacer parte de la declaración de Roberto Vélez Vallejo al explicar el porqué de su renuncia a la gerencia general de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) -en el marco del 90 Congreso Nacional de Cafeteros-, uno de los gremios más poderosos del campo colombiano y de gran incidencia en la política cafetera, económica y de comercio exterior del país.

A simple vista, la alusión al presidente de la Republica como solicitante de la renuncia parecería una injerencia en los asuntos de un gremio -organización privada sin ánimo de lucro-. Pero, en el caso de la FNC, hay una relación histórica y estrecha con el gobierno nacional, ya que el gremio administra los recursos parafiscales del Fondo Nacional del Café. Y del Comité Nacional Cafetero hacen parte los ministros de Hacienda, Agricultura, Comercio y el director del DNP. Así pues, que en este esquema de trabajo conjunto, el gobierno tiene la posibilidad y el deber de enviar mensajes como ocurrió en esta ocasión.

En una sociedad democrática, pluralista y con garantías al libre ejercicio del derecho de asociación, las organizaciones no gubernamentales son actores fundamentales del debate público y al mismo tiempo expresión de la fortaleza de su sociedad civil en la interlocución con el gobierno. Y en este sentido, los gremios, como uno de dichos actores, se establecen con base en la diversidad de sus asociados para la gestión de sus intereses comunes; por ello, la FNC es inequívoca al presentarse como “no afiliada a ningún partido político.” Y hace bien, pues los partidos políticos son otro actor fundamental, pero su naturaleza, papel y método son distintos.

Sin embargo, la línea que separar gremios y partidos políticos a veces se hace tenue al vaivén de las contiendas electorales y del predominio de los intereses particulares. Y en medio de estos ajetreos, algunos de ellos han terminado permeados por preferencias partidistas. Lo cual, no solo mina su diversidad y democracia interna sino que desnaturaliza el trabajo gremial al hacerlo una extensión del quehacer partidista. Así, no es extraño que algunos jefes y partidos políticos hayan tenido incidencia en la designación de algunos dirigentes gremiales en sectores como el agropecuario, la construcción, la salud, las cámaras de comercio, la justicia o de las entidades territoriales, entre otros. Pues, así no solo cooptan organizaciones sino que “hacen valer” su intermediación política en el Congreso de la República.

Tal realidad es en parte resultado del predomino del control del gobierno y del Estado por un solo bloque político durante décadas. Lo cual, instaló ciertas alianzas, preferencias y prácticas entre los gobiernos de turno y los gremios. Al tiempo que en los últimos 25 años se ha estrechado el marco de acción a otras organizaciones de la sociedad civil, sobre todo aquellas con un carácter popular y urbano, del campesinado y sindical, ambiental y de defensa de los derechos humanos. Este desbalance y exclusión necesita ser corregido. El presidente Petro tiene la oportunidad de estimular y ampliar la interacción directa, abierta y constructiva con todos los actores de la sociedad civil y el gobierno. Y también es momento de cambios y nuevos liderazgos en los gremios.

@Fer_GuzmanR