Europa-EU: esperanza de las nuevas relaciones | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Viernes, 4 de Diciembre de 2020
Giovanni Reyes

Bordeando riesgos catastróficos derivados de acechantes amenazas, de consecuencias que puedan traer aciagas repercusiones, uno piensa que casi cualquier alternativa es buena. De allí que muchas veces se especifique la necesidad urgente de los cambios.  En un sentido estricto, lo que se demandan son innovaciones, es decir cambios que mejoran. Es de tener presente que no todos los cambios mejoran, algunos pueden empeorar cosas y tendencias. Es evidente: no todos los cambios son innovaciones, aunque por otro lado sí se tiene que todas las innovaciones son cambios.

Estas consideraciones emergen ahora como importantes en la perspectiva de lo que serán los nexos políticos entre Europa y Estados Unidos.  Con el manejo dado por el presidente estadounidense Donald Trump a la política exterior, los desastres y las inconsecuencias se han transformado en moneda de uso cotidiano. Las imprevisiones, los cambios abruptos -a golpes de timón- la dependencia del inestable temperamento que rige a Washington han hecho que las relaciones con el Viejo Continente contengan rasgos funestos.



Abundan los casos ilustrativos al respecto. Para sólo citar algunas referencias: el incierto entramado de las actuales relaciones comerciales de Estados Unidos y la Unión Europea; las no confiables posiciones acerca del papel Washington en el ámbito de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); la decisión cuasi-suicida del abandono de Estados Unidos del Acuerdo de París -tímida y mínima tentativa mundial para amortiguar el desastre planetario- y algo más, la ruptura del acuerdo internacional que tanto tiempo y esfuerzo conllevó, respecto a Irán. 

En este último punto, por profundizar sólo un componente, es bueno recordar que, desde el 12 de enero de 2010 se han asesinado a cinco científicos iraníes. Uno de los casos más sobresalientes en la prensa internacional fue el de Dariush Rezaineyad.  Se le asesinó el 23 de julio de 2011. Recibió un fatal disparo en la garganta, estando frente a su esposa y su pequeña hija. Se encontraba frente a la escuela a donde había llegado a traer a la niña.

El último caso de asesinato de un científico iraní está muy fresco.  Fue el de Mohsen Fakhrizadeh, el 27 de noviembre pasado. Se culpa de esos hechos tanto al Israel actual de Netanyahu como al aún vigente, mandatario estadounidense. Frente a ello, estos dos personajes no han ocultado sus inclinaciones violentas. Tampoco han desmentido esos decires. Todo ello acicatea más los odios entre países y nacionalidades. Las cosas raramente ocurren “de pronto”.  Por lo general requieren de añejamiento y destilado.

Lo que se espera

Se menciona con más detenimiento este caso de Irán por varias razones. Entre ellas se tiene: (i) la problemática se ubica en la compleja urdimbre de confrontaciones entre shiítas y sunitas; (ii) el sangriento caso aún vigente de la guerra en Siria; (iii) los entresijos de las relaciones entre actores regionales importantes en el Medio Oriente, tal el caso de Turquía, Arabia Saudita, Rusia y Yemen.  Esto afecta directamente a Europa y hasta ahora lo normal ha sido caminar en el alambre en toda esta dinámica de gran inestabilidad regional.

Con base en los elementos planteados, se hace evidente que Europa está esperando que los vientos que se originan en Washington sean, como mínimo, menos inefables y destructivos. La Administración de Joe Biden se está inaugurando con nombres que corresponden a civiles experimentados y racionales.  Son nombramientos esperanzadores.

En el caso concreto de la Secretaría de Estado, el candidato para ocupar el cargo, nominado por el presidente electo Biden, es Anthony Blinken (1962 - ).  Esta disposición despierta desde ya consensos y aquiescencias en las principales capitales europeas. En algunos medios la situación es tal, que se ha expresado alivio por dejar atrás, cuanto antes, las calamitosas y aún presentes dinámicas pre-cámbricas de las relaciones entre Europa y Estados Unidos.  Al respecto véanse los razonamientos desde “Le Monde”, “Libération” y “La Croix” en París; hasta el “Financial Times” en Londres, pasando por el “Corriere della Sera” en Roma, además de “El País” y “Vanguardia” en España.



Europa espera con ansias confiar en una administración mínimamente fundada desde Washington, a fin de lidiar con las dependencias, necesidades conjuntas y asperezas que están presentes en especial, con Rusia y China. Se trata de potencias internacionales que han estado coordinando esfuerzos en lo político, lo científico-tecnológico y lo económico.

Es evidente que el Viejo Continente requiere de una administración mínimamente estable y predecible en Washington para poder establecer los contrapesos y las relaciones de beneficio mutuo que está demandando esta realidad de poderes diversos. 

El mundo ciertamente ha cambiado, y lo ha hecho dramáticamente. Se imponen ahora requerimientos no sólo de crecimiento económico, sino también desarrollo integral; no sólo de producción a mansalva, sino de generación de bienes con sustentabilidad ecológica; no sólo de militarismo improductivo, sino de concesos en pro de una convivencia pacífica entre naciones.  Pero hay que aceptar la realidad: hay poderosas fuerzas que se oponen a ello.

Sin embargo, en medio de todo esto, entre Europa y Estados Unidos, los nexos están presentes y son históricos.  Allí está la alianza que con la participación de lo que fuera la Unión Soviética logró derrotar al nazismo alemán para el 9 de mayo de 1945; allí está el Plan Marshall, que aseguró reconstrucción y mercados; allí está el histórico discurso sobre Berlín de John F. Kennedy -23 de junio de 1963- y la multitudinaria presentación de Barack Obama en Berlín el 24 de julio. Lamentablemente, en contraste, lo que sí se recuerda de Trump es el desastre de reunión que protagonizó en la reunión del G-7, el 9 de junio de 2018.

Aún los resultados están por verse. Pero en Europa la esperanza se abre paso. Se anhela superar desvaríos y maldiciones, se ambiciona promover los beneficios conjuntos y sostenibles que demanda esta renovada actualidad mundial.

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor Titular, Escuela de Administración de la Universidad del Rosario

(El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna)