Cuidado con el deseo… (2) | El Nuevo Siglo
Viernes, 2 de Diciembre de 2022

El deseo, cuando está alineado con el Amor/Fuerza -no solo con el amor en minúscula, reducido a emociones, sentimientos e instintos- tiene una capacidad creativa poderosa, que contribuye verdaderamente a la evolución.

Que estamos en una mátrix ya no es noticia nueva. Vivimos en una ilusión, la maya hinduista, que nos conduce de manera equivocada a que nos identifiquemos con el cuerpo y con la personalidad, al tiempo que creamos una idea de separación entre el yo y el resto.

 Eso es vivir en la pasión, que nos mantiene dormidos, anestesiados en la separación, excitados por la competencia, orgullosos de estar unos en contra de otros, tanto que llegamos a pedirle a Dios que gane nuestro equipo sobre el “rival”, al cual es preciso “hacerle daño” y “eliminarlo”, porque en esa mátrix de deseos egoicos no hay lugar para que todos ganemos, no hay espacio para reconocer nuestra unidad y se requiere la muerte del otro, física o psicológica, para que nos sintamos victoriosos, grandes, héroes.  El deseo desde el ego es miope, torpe, peligroso.

La buena noticia es que podemos salir de la mátrix. Por supuesto, es más fácil quedarnos en ella, engolosinados con el cumplimiento de deseos que nos mantienen enredados en las emociones -verdaderas pasiones dominantes, como las llamaba mi maestro Claudio Naranjo-  y con la cabeza enmarañada de pensamientos de una supuesta gloria, lejana de la Gloria del Amor de Dios.  Salir de la mátrix implica profundizar diariamente en nuestro autoconocimiento, reconocer nuestros errores, levantarnos en las caídas, amarnos incondicionalmente. 

Nada de ello es fácil: tenemos todo en contra para hacerlo, porque se nos cuela la pasión, esa retroalimentada y exaltada por los medios de información y las redes sociales.  Necesitamos discernir, para reconocer qué de lo que compramos nos sirve para avanzar y qué nos mantiene entretenidos, divertidos, felices con los deseos del ego cumplidos, pero alejados de la posibilidad real de evolucionar.

El deseo genuino de evolucionar pasa por pedir la guía divina.  Solos no podemos, porque es tanta la fuerza de gravedad del ego, de todos nuestros egos juntos, que nos arrastra a niveles cada vez más grandes de caos: insatisfacción, enfermedad, ansiedad, miedo, estrés… guerras.  Con oración, meditación y autoconocimiento podemos entrar a revertir esos niveles de entropía a los que nos lleva el desconocimiento de lo esencial, y transformarlos en centropía, la cual “permite describir las renovaciones creativas que ocurren en los multiversos, es decir, cómo la materia se organiza para crear formas armónicas, a partir del Amor como fuerza”, como mencioné en una columna anterior. 

El deseo desde el Amor es armónico, nos beneficia a todos en unidad, solidaridad y gozo. A él estamos llamados.

@edoxvargas