Perspectiva. La laguna El Roble no está huérfana, tiene a Tayu | El Nuevo Siglo
LA LAGUNA El Roble cuenta con la protección de Tayu, un joven indígena de 16 años.
/CAM
Sábado, 3 de Diciembre de 2022
Redacción Medio Ambiente

En una especie de ritual sagrado, que cumple todos los días al terminar sus clases, se ha convertido para Tayu Freyman Lectamo Huitascue cuidar la laguna El Roble, en Santa Leticia de Moscopán, en el municipio de La Plata, Huila.

El amor de este integrante del resguardo indígena Juan Tama por cuidar “la Madre Tierra” y, en este caso, el agua de un lugar utilizado para realizar rituales sagrados, empezó cuando cursaba noveno grado en la Institución Educativa Casa Grande Yu Luucx Pishau.

Hoy está en grado 11, sabe que su tarea apenas está empezando y que no solo la laguna requiere su cuidado, sino que en su comunidad hay mucho para hacer.

“Para el pueblo nasa son fundamentales los espacios sagrados, porque nos identifican como pueblos que cuidamos la naturaleza, como los protectores de la Madre Tierra. Es por eso que mi primer objetivo fue el fortalecimiento de este espacio, como forma de identidad”, explica Tayu.

La idea de dedicarse a cuidar este espejo de agua, cuenta Tayu, “surgió desde el grado noveno como una propuesta que con el transcurso del tiempo fue formando parte de mi proyecto de vida”.

“Para nosotros los nasa la laguna es un sito de poder espiritual. También en este espacio de poder se celebra una de las ceremonias más importantes, que es la del yuusha, y se hace el refrescamiento de los bastones que porta la autoridad mayor, que es el cabildo en la comunidad. La ceremonia del yuusua se hace el 21 de septiembre cada año”, explica el estudiante de grado 11.

Apoyo

Tayu saltó al escenario nacional como defensor del medio ambiente y especialmente de la laguna El Roble porque se dedicó a plantar árboles.

Fueron en total 1.700 los árboles sembrados alrededor de la laguna en Santa Leticia de Moscopán.

El material forestal, como el urapán, aliso, arrayán, el cedro y el pendo, con el que se reforestó la zona donde se encuentra el espejo de agua usado por la comunidad Juan Tama para sus ceremonias ancestrales, nació en su mayoría a partir de un semillero, que fue ideado por el mismo estudiante en un ejercicio de investigación donde se trabaja la conciencia ambiental.

“Este es un espacio donde debemos estar con mucho respeto. Mi labor en El Roble, desde el grado noveno, es después de clases, ir a limpiar los árboles, mantener la seguridad de los postes y por ende garantizar la protección del lugar”, señala el joven líder del proyecto ambiental.

Yeny Mildred Guejia Palomino, rectora encargada de la Institución Casa Grande Yu Luucx Pishau, a su vez indica que “este estudiante, viendo la necesidad de reforestar con árboles nativos de nuestra comunidad, empezó a trabajar un manual de armonía y equilibrio de protección a este espacio, indicando unas normas naturales, señalando lo que se debe y lo que no se debe hacer. Por eso de esta manera el proyecto tiene un sentido muy importante como plan de vida”.

A su vez Tayu expresa que “mis padres me dicen que es un proyecto muy bueno porque estoy revitalizando el espacio de poder para la comunidad nasa y a través del tiempo ellos me han apoyado mucho para que siga adelante en este proyecto de vida”.



La comunidad

“La comunidad nasa pertenece a la organización del Consejo Regional Indígena del Huila (Crihu), es unida, tenemos una lengua propia que es nasa-yuwe. Tenemos nuestros propios usos, costumbres y tradiciones, una autoridad propia, la cual nos guía de acuerdo con la jurisdicción especial de la comunidad”, dice Tayu.

Recuerda que “conseguí los árboles con dos entidades que son la CRC y la CAM, hice un semillero con una especie nativa de la región, el roble negro. Esas dos entidades me han ayudado mucho para desarrollar mi labor”.

Tayu ya plantó 1.700 árboles, pero ¿cuántos más espera sembrar en los alrededores de la laguna El Roble? “Estoy pensando en plantar entre 5 mil y 6 mil árboles nativos, este es un espacio amplio y requiere mucho cuidado”.

Añade que “mi comunidad también entiende la necesidad de proteger los sitios sagrados, en este caso la laguna, porque es un mandato para nosotros proteger la Madre Tierra”.

¿Cuáles son los principales problemas que tiene la laguna? “Uno de los principales problemas que tiene la laguna es cuando llega el verano porque se empieza a bajar el nivel del agua. Además, no hay árboles alrededor. También los cultivos contaminan porque usan mucho químico y van consumiendo más a la Madre Tierra”, dice el alumno de la Institución Educativa Casa Grande Yu Luucx Pishau.

Explica que “en la escuela se ha venido trabajando en conjunto en la protección de la Madre Tierra como uno de los espacios sagrados. En mi caso sería seguir plantando más árboles, monitorearlos constantemente para que crezcan de manera efectiva en la laguna”.

Pero no es solo trabajar por el espejo de agua. “Quiero revitalizar otros espacios que están dentro de la comunidad, que necesitan ser cuidados”, señala.

Y para seguir trabajando en pro del medio ambiente en su resguardo, Tayu dice que “aunque mis padres son de bajos recursos yo quiero estudiar ingeniería ambiental porque me gusta cuidar la Madre Tierra, protegerla y, si no se da, pues educación física, recreación y deportes. Me gustaría seguir aportando a la comunidad y ayudando a mi familia”.

Tayu, cuya felicidad es cuidar los árboles que planta para que la laguna no se seque, sin descuidar sus estudios y sin olvidar que es un joven, pide que “si hay entidades que me puedan colaborar donando árboles, serán muy bien recibidos para alcanzar la meta de sembrar más de 5 mil o 6 mil; este lugar sagrado los necesita y si me ayudan, la tarea será más sencilla”.

“Yo estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario por el bien de mi comunidad. Sé que cuento con el apoyo de mis padres y eso es fundamental. Desde la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena nos han venido ayudando, lo mismo en el colegio con la rectora Yeny Mildred y las profesoras, así es que seguiré con mi proyecto de vida”, indica Tayu, quien a sus 16 años de edad bien podría estar pensando en realizar otras actividades, pero está centrado en el medio ambiente.