América, donde más se debilita la democracia y avanza el populismo | El Nuevo Siglo
Cortesía
Miércoles, 30 de Noviembre de 2022
Redacción internacional

LAS democracias internacionales, algunas de ellas históricamente asentadas, siguen registrando un debilitamiento preocupante, siendo el continente americano el escenario del mayor retroceso, ante un auge del populismo que ha sacado réditos de la coyuntura global marcada por la crisis económica, coletazo de la pandemia de covid-19 y la guerra en Ucrania.

Así lo señala el informe del Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral 2022 (IDEA Internacional) que destaca, además, que la tendencia global no es alentadora ya que la cantidad de países que avanzan hacia gobiernos autoritarios es más del doble de aquellos que apuntan a un sistema democrático de garantías.

“La mitad de los 173 gobiernos democráticos examinados están en declive, socavados por problemas que van desde las restricciones a la libertad de expresión hasta el socavamiento de resultados electorales creíbles,  desilusión de los jóvenes con los partidos políticos y líderes desconectados, corrupción intratable y el surgimiento de partidos de extrema derecha que ha polarizado la política”, explicó el costarricense Kevin Casas Zamora, secretario general de este grupo de reflexión con sede en la sueca Estocolmo.

Agregó que “este declive se produce cuando los líderes electos enfrentan desafíos sin precedentes desde el costo de la vida hasta los riesgos de una confrontación nuclear y la aceleración de la crisis climática. Al mismo tiempo, vemos la democracia global en declive. Es una mezcla tóxica”.

Este “Informe sobre el estado mundial de la democracia 2022: forjar contratos sociales en tiempos de descontento” indica que existen patrones preocupantes, incluso en países que se desempeñan en niveles medios a altos de estándares democráticos. El progreso se ha estancado en los Índices del Estado Global de la Democracia (Índices GSoD) en los últimos cinco años y, en muchos casos, las actuaciones democráticas no son mejores que las de 1990.

El declive de la democracia global incluye esos índices, evidenciando tanto que los regímenes autoritarios han profundizado su represión, siendo 2021 el peor año registrado como que más de dos tercios de la población mundial vive ahora en democracias en retroceso o en regímenes híbridos y autoritarios. 

Destaca, igualmente, que aquellos países cuyo sistema democrático sufrió una mayor erosión son Estados Unidos, Brasil, Hungría, Polonia, India, Mauricio y Salvador. Así, el número de Estados con esta tendencia pasó de seis a siete respecto a la edición del año pasado del mismo tipo de estudio, después de que se le sumara Salvador.

Más autoritarismo

Este examen global a la democracia indica que este sistema político está en declive en 52 países, en 27 más degeneró hacia un modelo más autoritario y la mitad de éstos intensificaron su represión. Lideran esta ‘lista negra’ de restricción a las libertades Nicaragua, Afganistán, Bielorrusia, Camboya y las Comoras.

El autoritarismo también progresó en Asia, donde solo el 54% de la población vive en democracias, mientras que los países en África se muestran "sólidos" ante el riesgo de inestabilidad.

En tanto, Oriente Medio continúa como "la región más autoritaria en el mundo", diez años después de las Primaveras Árabes, siendo Irak, Israel y Líbano las únicas "democracias" en esta parte del mundo.

El continente americano, según el estudio, es donde se concentra gran parte de los países que presentan un debilitamiento institucional (tres de cada siete democracias en retroceso están aquí), porque el populismo ganó terreno, aprovechando el hartazgo ciudadano con los partidos tradicionales y las difíciles condiciones económicas, ‘ansiedades’ que fueron respondidas con promesas de cambio que llevaron a la izquierda al poder en varios países.

En este escenario el organismo destacó a Estados Unidos, una nación que aún hoy, dos años después de la derrota electoral de Donald Trump, presenta "problemas de polarización política, disfunción institucional y amenazas a las libertades civiles".

“Ahora está claro que esta fiebre no bajó con la elección del nuevo gobierno" de Joe Biden, asegura el analista costarricense, agregando que esto quedó reflejado en los niveles incontrolables de polarización y los intentos para "cuestionar la credibilidad de los resultados electorales sin pruebas".

Con Estados Unidos como espejo al que mirarse, otros procesos electorales han estado salpicados por denuncias infundadas sobre irregularidades, como el caso de Perú en junio de 2021, o más recientemente en Brasil. En ambos casos, los perdedores de dichos comicios han denunciado, con mayor o menor insistencia, un contubernio en su contra.

Caso contrario a lo ocurrido en regímenes como el de Nicaragua, donde las elecciones fueron una ‘farsa’ ya que el presidente Daniel Ortega encarceló a todos sus opositores, desde presidenciales hasta regionales, así como a las voces críticas.



Los retrocesos

A nivel europeo, IDEA Internacional ha alertado de que "casi la mitad de las democracias, un total de 17 países" del viejo continente "han sufrido erosión en los últimos cinco años", si bien es cierto que el sistema democrático sigue siendo la forma dominante de gobierno.

También en Asia y el Pacífico se confirma una tendencia a la baja, donde solo el 54 por ciento de la población vive en democracia, y 85 por ciento de ellos lo hace en un sistema de garantías debilitado o en retroceso. Incluso las democracias de desempeño alto y medio, como Australia, Japón y Taiwán, están sufriendo una erosión en este sistema político.

En África, a pesar de los innumerables desafíos a los que se enfrenta el continente, países como Gambia, Níger o Zambia parecen arrojar un rayo de luz que ilumina a otros de la zona donde también se certifican renegociaciones del contrato social con resultados alentadores.

Por el contrario, Burkina Faso, Chad, Guinea o Malí son solo algunos de los países africanos que, víctimas de golpes de Estado y traspasos de poder inconstitucionales, experimentan ahora nuevos horizontes de una inestabilidad cada vez más afianzada en el África subsahariana.

En Oriente Próximo y el Magreb, a pesar de las demandas sociales reclamadas hace más de diez años en la Primavera Árabe, se siguen detectando fallas en unos gobiernos que no garantizan servicios y libertades fundamentales, ni tampoco oportunidades económicas, unas demandas sociales que predominan a nivel regional.

Pese a todo, personas de todo el mundo siguen uniéndose para lograr mejores en aspectos sociales y exigir que los gobiernos cumplan con "las demandas del siglo XXI". Esta corriente abarca desde las peticiones para guarderías municipales en Asia, hasta la garantía de libertades reproductivas en América Latina.

A pesar de que la tendencia no es alentadora, destacan los movimientos de los jóvenes para protestar por el cambio climático; los colectivos indígenas, que alzan voz para reclamar sus derechos; o la población iraní, que tras la muerte bajo custodia policial de Mahsa Amini, arriesga su vida para demandar libertades básicas.

Esta es sin duda una tendencia sombría, admite Casas, quien sin embargo destaca que hay varias “luces de esperanza” ya que “las personas se están uniendo en formas innovadoras (por fuera de las estructuras tradicionales de los partidos) para renegociar los términos de los contratos sociales, empujando a sus gobiernos a cumplir con las demandas del siglo XXI, desde la creación de servicios de cuidado infantil hasta pedir más derechos para las mujeres e indígenas y una mayor ambición en la lucha contra el cambio climático”.

Y en tal sentido destaca el caso de Irán, donde jóvenes manifestantes desafían desde hace dos meses, a diario sus vidas, para presionar por las libertades básicas. Vale agregar que un caso similar se está dando en China, donde la fatiga anticovid se ha convertido en la excusa para exigir desde levantar las restricciones a la movilización hasta poder expresarse, sin miedo. /Redacción internaciona