¿Cómo reemplazar a Uribe, Mockus y Robledo en listas al Senado- 2022? | El Nuevo Siglo
ÁLVARO URIBE, Antanas Mockus y Jorge E. Robledo, máximas votaciones al Senado en 2018
Foto Montaje El Nuevo Siglo
Domingo, 29 de Noviembre de 2020
Redacción Nacional

A menos de quince meses de las elecciones parlamentarias de 2022 es claro que ya los partidos empiezan a delinear sus estrategias para mantener o aumentar sus bancadas.

De hecho en los recientes cónclaves de las colectividades uno de los asuntos que centró las discusiones fue, precisamente, la urgencia de ir definiendo la estrategia para unos comicios legislativos que se avizoran muy competidos, sobre todo en lo relativo a quién encabezará la lista al Senado. Ese afán es más marcado porque desde ya se sabe que varias de las máximas votaciones al Senado en marzo de 2018 se ve muy difícil que repitan para 2022.



Uno de los casos más sintomáticos de esta preocupación se da en el Centro Democrático, ya que el expresidente y ahora exsenador Álvaro Uribe Vélez es muy posible que no encabece la lista, como ya lo hizo en 2014 y 2018 cuando su nombre fue el principal gancho electoral para constituirse como la bancada mayoritaria en esa corporación legislativa.

Como se sabe, el exmandatario renunció mediados de septiembre pasado con el fin de forzar que su proceso penal en la Corte Suprema de Justicia, que incluso le dictó medida aseguramiento consistente en detención domiciliaria, saliera de la esfera del alto tribunal y pasará a la Fiscalía General. Esa estrategia de defensa le terminó dando resultado ya que tras ese cambio de jurisdicción y escenario de procesamiento penal una juez de control de garantías ordenó su libertad.

¿Volverá a Uribe a encabezar la lista -con voto preferente como en 2018- al Senado dentro de 14 meses? Esa es la pregunta que hoy trasnocha a no pocos dirigentes uribistas. La preocupación es mayor ante los rumores de que el exmandatario no considera conveniente postularse a ningún cargo de elección popular hasta tanto no haya solucionado su situación en la Fiscalía.

No tener a Uribe como principal motor electoral es un riesgo muy grande para ese partido. Es innegable que en 2014 fue el nombre del exmandatario el que llevó a que el CD fuera la colectividad más votada, luego de sumar más de dos millones de respaldos en una lista cerrada. En marzo 2018 el uribismo decidió apostar por el voto preferente en su lista al Senado y el expresidente sumó más de 875 mil sufragios, que si bien fue una votación inferior a la presupuestada, fue la más alta de todos los candidatos en general.

De hecho esos 875 mil votos (en una lista que tuvo 2,5 millones de apoyos) fácilmente representaron de seis a siete curules dentro del total de 19 que finalmente obtuvo el partido. Una prueba de ese caudillismo político es que la segunda votación en la lista uribista fue de Paola Holguín, con 58 mil respaldos.

Lo que se sabe es que el uribismo confía en que en 2021 el expresidente pueda lograr el archivo de su proceso en la Fiscalía y quede con el camino abierto al Senado otra vez.

Si ello no fuera posible ya se estudian alternativas. Una de ellas, por ejemplo, es que Tomás, hijo del exmandatario, se postule al Congreso. Sin embargo, este ha descartado lanzarse al Senado o la Presidencia de la República.

También hay quienes consideran que se podría convencer al expresidente de encabezar la plancha de candidatos sin necesidad de asumir la curul en julio de 2022. Igualmente hay quienes plantean que quien quede segundo en el mecanismo para escoger candidato presidencial único del uribismo sea el número uno en la lista a la cámara alta.

Dilema verde

El uribismo no es el único partido que perdería su mayor elector para los próximos comicios parlamentarios. La Alianza Verde también está en el mismo dilema, ya que en 2018 de los más de 1,3 millones de votos que sacó su lista al Senado, el exalcalde y excandidato presidencial Antanas Mockus aportó 540 mil, convirtiéndose en el segundo candidato más votado, después de Uribe. Sin ese potencial, los verdes habrían tenido de cuatro a cinco curules menos.

Mockus tampoco está hoy en el Parlamento ya que tras un accidentado proceso en las altas Cortes terminó perdiendo su curul en enero pasado, cuando su elección fue anulada por el Consejo de Estado, tras comprobarse que incurrió en una inhabilidad por firmar un contrato dentro del año anterior a la fecha de inscripción de su aspiración al Senado.



Aunque no se le declaró la ‘muerte política’, es decir que puede volver a postularse a cualquier cargo de elección popular, falta por establecer si el exalcalde y excandidato presidencial liderará la lista de los verdes en marzo 2022.
Se especula en algunos corrillos políticos que si la salud de Mockus se continúa recuperando (padece el mal de parkinson) se le pediría de nuevo postularse así, como en el caso de algunos uribistas respecto al expresidente, no tenga necesariamente que asumir la curul en julio de 2022.

Si se descarta el nombre de Mockus entonces se empezaría a pensar en otros nombres como los de Antonio Navarro o Angélica Lozano.

Escisión amarilla

No menos complicada es la situación en el Polo Democrático que en los comicios de 2018 sumó 736 mil votos, de los cuales Jorge Enrique Robledo aportó 226 mil, es decir alrededor de una tercera parte. De igual manera se ubicó como el tercer candidato más votado, tras Uribe y Mockus.

Robledo anunció hace dos meses que quería salirse la colectividad por diferencias ideológicas y de estrategia electoral, lo que finalmente se concretó el pasado 25 de octubre, tras el aval del congreso extraordinario partidista. Así las cosas, el MOIR armó toldo aparte no sólo para respaldar la candidatura presidencial de Robledo sino también pensando en constituirse como partido y avalar listas propias al Parlamento.

Obviamente para el Polo perder a quién ha sido su mayor elector y su congresista más destacado en la última década es un riesgo muy alto, más aún porque en el fondo se evidenció una profunda división entre los partidarios de respaldar la candidatura presidencial de Gustavo Petro o apostar por la opción de Robledo.

¿Y el petrismo?

Por último pero no menos importante está el caso del partido Colombia Humana, colectividad base de Petro, seguro candidato presidencial para 2022. Como se recuerda en 2018 esta facción hizo parte de la coalición Lista de la Decencia, qué terminó sumando 523 mil votos, de los cuales 116 mil los aportó Gustavo Bolívar, la principal ficha petrista.

Luego, por norma constitucional, Petro terminó con una curul en el Senado debido a que fue el candidato perdedor en la segunda vuelta presidencial. Sin embargo, es claro que no buscará repetir curul en 2022 porque intentará de nuevo alcanzar la Casa de Nariño.

A ello se suma que Bolívar dijo semanas atrás que no sabe si volverá a lanzarse al Senado.

Todo ello implica un riesgo muy grande para Petro ya que no se ven muchas fichas clave a su alrededor para encabezar una lista independiente de Colombia Humana o apostar de nuevo por una plancha de coalición. La cuestión es tal que, incluso, en los corrillos políticos ya se habla de que el senador Armando Benedetti, que acaba de separarse de La U, podría terminar encabezando la lista petrista a la cámara alta, aunque por el momento todo es especulación.

Como se ve, a quince meses de las urnas varios partidos se devanan los sesos buscando a un gancho electoral que les garantice no ser barridos en las parlamentarias.