¿Putin apuesta a extender y prolongar la guerra? | El Nuevo Siglo
Foto Anadolu
Sábado, 26 de Noviembre de 2022
Redacción internacional

CON el invierno asomando las orejas, una inesperada contraofensiva contra Kiev, así como contra la infraestructura energética de Ucrania y una estratégica paciencia pese a que las sanciones estrangulan la economía rusa -que entró en recesión-  el presidente Vladimir Putin parece apostarle a que su ‘ofensiva militar especial’ en Ucrania se extienda y prolongue.

Tan solo una semana después de que se replegaran de Jersón (sur ucraniano), que en septiembre había anexado a la Federación rusa y desde donde exultante, el presidente ucraniano Volodomir Zelenski, aseguró que ese abandono fue un duro revés para el Kremlin, llegó la fuerte contraofensiva ordenada desde Moscú.

El pasado miércoles, Rusia lanzó mayor bombardeo de misiles desde que inició la guerra contra objetivos claramente definidos de la capital y otras grandes ciudades ucranianas: centrales energéticas e hídricas, lo que tiene hoy sin luz, calefacción y agua a seis millones de hogares.

Ese día, de los 70 misiles de crucero que lanzó, medio centenar fueron interceptados, según la fuerza aérea ucraniana, así como cinco drones tipo lancet derribados. Pese a ello, los que dieron en el blanco causaron el daño que se buscaba y que puso a tiritar de frío, pero también de temor, a media Ucrania.

Los ataques aéreos prosiguieron el resto de la semana, pero especialmente concentrados sobre Jersón, la primera gran ciudad en caer en manos rusas tras la invasión el 24 de febrero y también la primera de la que se retiraron, en lo que para muchos analistas es una muestra de que la región les pertenece.

Amén de los 26 fallecidos y el medio centenar de heridos por los bombardeos, el viernes las autoridades ucranianas ordenaron la evacuación de los hospitales y cientos de sus habitantes, por estar en la línea del fuego ruso.

El presidente Zelenski confirmó el viernes en la noche que "más de seis millones" de hogares continuaban sin electricidad –aunque la mayoría ya tiene calefacción-, pese a los esfuerzos de reconexión a la red en momentos en que las temperaturas tocan los cero grados centígrados.

"Hay apagones en la mayoría de las regiones del país y en Kiev"  indicó en la noche del viernes Zelenski en su habitual informe diario en las redes sociales, al tiempo que insistió –como días atrás lo hiciera ante la ONU- que esta situación fruto de la ofensiva rusa, cuando las temperaturas caen por la llegada del invierno debe considerarse como un "crimen contra la humanidad".

Sin embargo, Rusia asegura que solo apunta contra infraestructuras militares y acusa a la defensa antiaérea ucraniana de los apagones.

Mientras los ingenieros ucranianos seguían reparando los daños, los ciudadanos que continuaban sin calefacción acudían a abrigarse con varias prendas de ropa y dormir en la misma habitación.

El presidente del consejo de administración del operador eléctrico nacional, Ukrenergo, Volodimir Kudriski, consideró que el sistema energético ucraniano había "pasado el momento más difícil" después del ataque. Explicó que la electricidad continúa restaurándose y "el sistema energético vuelve a estar conectado" al de la Unión Europea.

Guerra sin fin

Las potencias occidentales proporcionaron sistemas de defensa antiaérea a Ucrania, pero estos podrían resultar insuficientes.

El ministro británico de Relaciones Exteriores, James Cleverly, anunció más ayudas durante una visita a Kiev al finalizar esta semana, mientras que Francia y Alemania reiteraron que "apoyarán a Ucrania" hasta que termine el conflicto.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anticipo que pedirá a sus miembros el suministro de más ayuda antiaérea para Ucrania para frenar la "brutalidad" del presidente Putin. "La OTAN seguirá apoyando a Ucrania todo el tiempo que sea necesario. No retrocederemos. Agradezco a los Aliados por sus contribuciones y en nuestra reunión en Bucarest, pediré más", manifestó.

Al mismo tiempo expresó que habrá una paz duradera si el agresor gana e insistió que si gana Putin, los aliados "pagarán un precio más alto durante muchos años". "La mayoría de guerras acaban con negociaciones, pero lo que sucede en las mesas de negociación depende de lo que sucede en el campo de batalla. La mejor manera de incrementar sus posibilidades de una solución pacífica es apoyar Ucrania", expresó Stoltenberg.

Entre tanto Putin proclamó que Rusia va a "alcanzar sus objetivos" en Ucrania y denunció a los "enemigos del área informativa" que buscan "depreciar, desacreditar" la operación militar rusa.

El mandatario hizo esas declaraciones al reunirse por primera vez con un grupo de madres de soldados rusos muertos en Ucrania, a quienes les dijo que compartía su "dolor".

Una de las últimas estimaciones oficiales rusas de bajas en combate, proporcionada en septiembre por el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, apunta a casi 6.000 militares fallecidos durante los seis primeros meses del conflicto.

No obstante, las Fuerzas Armadas de Ucrania han asegurado que alrededor de 85.000 militares rusos han muerto en combate mientras que Estados Unidos habló de "más de 100.000 bajas" rusas, entre muertos y heridos, antes de agregar que las cifras entre las filas ucranianas "son probablemente similares".

"No hay palabras suficientes para aquellos que han perdido a sus hijos, pero quiero que sepan que yo, así como el Gobierno de este país, compartimos este dolor…"Nada puede reemplazar a un hijo, la pérdida de un hijo, especialmente para una madre, a quien debemos el sustento y el alimento", sostuvo el mandatario, quien describió como "héroes" a los participantes en la invasión a Ucrania.



Alerta roja por Zaporiyia

El punto de máxima tensión, por el alto riesgo que representa, en esta guerra que acaba de entrar en su décimo mes es la imparable ofensiva en los alrededores de la central nuclear de Zaporiyia.

Situada en el sur de Ucrania y ocupada por el ejército ruso, vive bajo la amenaza de una catástrofe nuclear, entre bombardeos, cortes eléctricos y la presión que sufren sus empleados ucranianos.

Es por ello que, con la mediación de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), su presidente Rafael Grossi, mantiene contactos con las partes para establecer una zona de seguridad alrededor de la planta.

“No podemos seguir contando con la buena suerte para evitar un accidente nuclear. Las negociaciones están avanzando, pero esta es una zona de combate activo, por tanto, llegar a los parámetros acordados no es algo fácil”, dijo recientemente Grossi a la cadena CNN.

Explicó que “estoy teniendo consultas con ambos. No estaría de acuerdo con la evaluación de que no estamos progresando, creo que sí, pero estamos hablando de algo que es muy difícil. Esto es la guerra. Esta es la guerra real y la zona de protección que estoy proponiendo es precisamente en la línea del frente, en la línea donde ambos adversarios están en contacto”.

Tras el susto que supuso inicialmente que las fuerzas rusas tomaran la central el 4 de marzo, la situación se ha degradado desde principios de agosto. La zona ha sido objeto de reiterados bombardeos, de los que Rusia y Ucrania se acusan mutuamente.

Hace una semana, la OIEA confirmó "al menos doce disparos". “Quien quiera que esté detrás de esto, debe parar inmediatamente", exigió Grossi, quien calificó los ataques como deliberados y selectivos".

"El impacto directo (de un misil) en los reactores y los equipos adyacentes, sobre todo donde se almacena el combustible usado, podría tener consecuencias graves", insiste desde septiembre Grossi.

Las seis unidades diseñadas por los soviéticos de la central más grande de Europa de momento no se han visto afectadas.

Están protegidas por "recintos de confinamiento más bien robustos", explicó consultor Tariq Rauf, exresponsable del OIEA. "Pero, naturalmente, no fueron diseñadas para resistir a una guerra", matizó.

Otro de los riesgos es un corte de electricidad prolongado. Los sistemas de la central están alimentados por cuatro líneas de 750 kilovoltios (kV), que han sido dañados varias veces por los bombardeos.

Si falla esa red, la electricidad puede llegar por otras líneas a través de una central térmica cercana. Pero esas vías también se han visto afectadas con regularidad.

El operador ya se ha visto obligado a recurrir temporalmente a generadores. La central tiene 20 en total, y sus reservas de carburante le permitirían funcionar hasta quince días seguidos.

La electricidad es indispensable para el funcionamiento de las bombas que se encargan de la circulación del agua, pues hay que enfriar constantemente el combustible de los núcleos de los reactores y el que se encuentra en las piscinas de almacenamiento.

Por ahora, la guerra en el corazón de Europa, ha perdido fuelle en los medios de comunicación, pero sobre el terreno está más activa que nunca y sin intención de diálogo en ninguna de las partes se encamina a enfrentar el invierno, despedir el año e iniciar el 2023.