¡Lionel no está bien! | El Nuevo Siglo
LIONEL MESSI no lució en su mejor forma ayer en la derrota frente a Arabia Saudita por 2-1. En su debut en el Mundial de Catar, apenas caminó.
AFA
Martes, 22 de Noviembre de 2022
Óscar Munévar*

Por Óscar Munévar Forero

Enviado especial EL NUEVO SIGLO

Aunque perder el primer partido para Argentina en un Mundial no es desconocido, sí es preocupante el nivel de su máxima estrella, Lionel Messi.

Al término del juego que perdieron los gauchos ante Arabia Saudita, por la que nadie daba un peso, los comentaristas del sur advertían sobre el pésimo estado físico de su astro.

“Leo no anda bien”, es la frase que todos tienen a flor de labio para explicar una derrota inesperada ante un equipo que llegó dos veces y en las mismas oportunidades consiguió los goles que le dieron la victoria.

Está pesando la edad de Messi; ya tiene 35 años y no se quiere mover, las piernas no le responden y el equipo juega al ritmo del genial jugador que la tarde de ayer se paró a ver cómo sus compañeros intentaban llegar y no conseguían vulnerar el arco de los árabes.

Lo que la gente no entiende es cómo los gauchos marcan cuatro goles, les anulan uno y pierden por dos a uno. Esto no ocurre sino en este Mundial, donde la tecnología está por encima de los ojos de los hombres que dirigen los juegos, es decir, los árbitros, que siempre tienen el concepto de la última jugada en el famoso VAR.

Pero no hay que buscar más disculpas, sostiene un analista argentino: “perdimos porque fuimos incapaces de entender cómo acabar ese bloque defensivo”.

El ánimo de Messi y sus muchachos se vio al término de juego, salieron cabizbajos, meditabundos, sin mirar a la tribuna y, lo peor, con ánimo petrolero. El trabajo que de ahora en adelante tiene que hacer el técnico es más mental que táctico porque mientras no se tenga la cabeza tranquila los pies no van a responder, y los que vinieron desde tan lejanos lugares a acompañar la selección estaban haciendo cuentas de seis partidos, pero como dicen, amanecerá y veremos.

Al término del encuentro Messi puso la cara, no habló del arbitraje, no dijo nada sobre su andar cansino y empezó por decir que acaban de hablar con el grupo para estar tranquilos. Lo que no reconoció fue que este equipo no está como el de la Copa América y se escudó diciendo que “ahora tenemos que estar más unidos que nunca. A este grupo no le había tocado estar en una situación como esta, pero lo importante es que dependemos de nosotros mismos y ahora a enfrentar a México, que es en el que hay que pensar. El grupo sabe cuán importante es una victoria”.

El astro no miraba a la cara de quienes le cuestionábamos, pero lo importante, según él, es que hay que reponerse.

 

Dolor de hinchas

Pero en la calle los hinchas vivían su propio entierro. Ellos no querían hablar de nada, se consolaban con recordar que en cinco oportunidades Argentina ha comenzado perdiendo y aun así pasó a la siguiente ronda, como ocurrió en México 86, pero muy en su interior saben que este equipo no está jugando a nada; se quedaron con el título de la Copa América y siguen pensando que de pronto aparecerá el alma de Maradona, quien cumple esta semana dos años de muerto, para darles una mano.

El desfile de los seguidores gauchos era de más de diez cuadras, mientras que los árabes los rodeaban y bailaban y con una indicación muda, pero hacían un redondel en la planta de sus manos como un símbolo de que los habían bailado.

En la sala donde los periodistas nos juntamos después del partido, algunos de ellos se pusieron un saco para evitar que los entrevistaran y se les indagara sobre dónde quedó la Argentina que se ufana de ser grande en el mundo, porque antes del partido con tres jugadores suramericanos podrían comprar a todo el equipo árabe, pero como el mundo del fútbol es de resultados y el que gana es el que goza, hoy los de este lado del mundo disfrutan de la victoria así sea lo único que hagan.

Messi a sus 35 años no podrá volver como jugador a una Copa del Mundo porque si hoy camina a lo mejor mañana gatea.

 

 

La presión de ser Argentina

Doha. Jugar un Mundial nunca será fácil. Es a lo máximo que puede aspirar un futbolista. Cada niña o niño que alguna vez ha pateado un balón lo ha soñado, lo ha hecho pensando en poder jugar un Mundial. La ilusión se mantiene hasta que se tiene una edad suficiente para darse cuenta de que el talento no alcanza o que no hubo oportunidades para conseguir estos sueños, pero esa ilusión siempre se va a mantener.

Ahora imagínese lograr llegar a un Mundial, que los planetas se enfilen uno detrás de otro para que por el azar o simplemente el capricho del destino ese niño o niña alcance a cumplir la meta de ser futbolista profesional y que de pura casualidad se convierta en uno de los mejores futbolistas del mundo… Es el caso de Lionel Andrés Messi, que además es argentino y tiene la presión no solo de su nación sino casi que del mundo entero para salir campeón.

La realidad es que, si bien los que estamos afuera no jugamos, no hacemos más o menos por los jugadores en el campo; lo que decimos, pensamos y expresamos muchas veces puede meterles tanta presión a los jugadores, a los equipos, que termina afectando en los resultados finales.

Es el caso de la selección argentina: hace 32 años no sabía lo que era perder en su primer partido de mundiales, la última vez fue en 1990 contra Camerún, torneo en el cual terminó en el segundo lugar tras caer en la final contra Alemania.

Si se hace un paralelo de aquella época a la de ahora, puede haber muchas cosas que distan pero también algunas que son similares.

A fin de cuentas, en el 90 Argentina llegaba siendo el campeón tras el Mundial de 1986, había gran expectativa sobre lo que pudieran hacer; la gran figura de aquel entonces, Diego Maradona llegaba con molestias en un tobillo, Óscar Ruggeri también arribaba con problemas físicos y si seguimos enumerando podríamos encontrar más y más similitudes y paralelos con lo que ha pasado este año.

Pero para darles un contexto del peso, la presión que significa ser Argentina en este Mundial, acá les contamos.

Lionel Messi anunció que este sería su último Mundial, eso quiere decir que inmediatamente todos los deístas, seguidores, fanáticos que tiene han empezado a realizar una campaña en pro de la consecución de la Copa del Mundo para el 10 argentino, aduciendo que se la merece. Aunque debemos dejar claro que el fútbol es de goles, resultados y no de merecimientos. Si fuera por merecimientos Países Bajos debería ser al menos una vez campeón del mundo.

La presión y expectativa ha sido tal que la otrora criticada y vapuleada selección argentina ha recibido apoyo de todos los sectores, al punto que han dejado de criticar queriendo unir a un país en torno a su selección, inclusive por momentos exagerando, y hoy es difícil que puedan criticarlos.

Quizá sí haya tenido que ver, a lo mejor no, pero tanta presión y expectativa seguro algo ha generado, especialmente después de la derrota contra Arabia Saudita 2 goles a 1, el palo del Mundial, tal vez el resultado más inesperado, porque si el favorito a llevarse el título pierde con un equipo de aparentes desconocidos, cualquier cosa puede pasar.